Una de las más gratas sorpresas que me llevé el año pasado, al menos en lo que a libros se refiere, fue la llamada serie de Los Guardianes, del escritor ruso Sergei Lukyanenko. Hace unos meses comenté The Night Watch, primer libro de la serie, y mencioné cómo me enteré de su existencia y la experiencia que representó leerla después de ver su supuesta adaptación a cine.
Al igual que la novela anterior, The Day Watch es en realidad una colección de tres novelas cortas que juntas integran una historia más grande y compleja. Mientras el primer libro estaba completamente narrado en primera persona desde el punto de vista de Anton Gorodetsky, miembro del Night Watch, en esta ocasión cada una de las tres partes es narrada de forma diferente.
La segunda historia es A Stranger Among Others (Un Extraño entre los Otros) y tiene por protagonista a Vitaly Rogoza, misterioso mago que aparece en Moscú sin recuerdos de su vida, identidad u objetivo.
Vitaly se mueve por instinto, y sus acciones lo ponen en el camino del Night Watch en situaciones comprometedoras que los llevan a creer que Vitaly es un mago oscuro de nivel indeterminado y probablemente parte de algún siniestro plan de Zabulon.
La realidad es otra, pero eso no hace menores las pérdidas sufridas por la Guardia al enfrentar al misterioso personaje, cuyo nivel de poder parece imposible de determinar incluso para él mismo. La tercera y última historia es Another Power (Otro Poder), y revela la razón por la que Zabulon envió a Alisa al campamento juvenil, además del origen y naturaleza de Vitaly. Todos los personajes importantes en las dos primeras historias aparecen de nuevo cuando la Inquisición realiza un juicio para determinar lo ocurrido y deslindar responsabilidades entre los miembros de ambas guardias.
La primera historia es contada en primera persona por la propia Alisa, en tanto que las otras dos tienen un narrador en tercera persona y cambian constantemente de punto de vista, la segunda entre Vitaly y los miembros del Night Watch, y la tercera entre Anton, protagonista de la primera novela, y Edgar, un mago de segundo nivel que funge como jefe del Day Watch en ausencia de Zabulon.
Lukyanenko repite la estructura narrativa del primer libro, con dos historias autocontenidas y una tercera que une elementos de ellas. La mayor aportación a la mitología de la serie es la aparición de la Inquisición y de personajes que tomarán peso más adelante, como el mago oscuro Edgar y los inquisidores Maxim y Witezslav.
La atención al detalle en las descripciones de lugares y paisajes es la misma que tanto me agradó del primer libro, y la historia fluye con el mismo dinamismo narrativo. Si el primer libro dejaba la sensación de que Anton y Svetlana tendrían un peso importante en el futuro de la historia, esta entrega lo confirma.
No puedo comentar nada más de la trama, pues necesariamente tendría que revelar detalles de la historia que arruinarían la experiencia para cualquier lector interesado en la serie. El único pero posible que podría encontrarle a este libro es que no se sostiene por sí mismo, pero eso es de esperarse cuando se trata de una serie de novelas consecutivas, aunque hay excepciones.
Este es un caso donde no recomendaría a nadie leerlo a menos que haya leído antes The Night Watch, y en ese caso es probable que no necesitaría recomendarlo, pues el libro mismo es recomendación para el resto de la serie. Lectura ampliamente recomendada, pero con la limitante que implica la última observación.
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