Sólo han pasado 5 años desde el estreno de Spider-Man 3, película que completó el ciclo del personaje en manos de Sam Raimi y con Tobey Maguire en el papel principal, lo que para muchos es un periodo demasiado corto como para relanzar la franquicia desde cero con nuevos protagonistas y equipo creativo. Pero hay que recordar que el cine es un negocio y hay muchos factores tras esta clase de decisiones. Sony Pictures no podía sentarse a esperar que el público se sintiera cómodo con un reboot porque los derechos del personaje regresarían a Marvel Studios, lo que representaría dejar de percibir el dinero que la franquicia produce.
También hay que considerar que este año el personaje celebra sus 50 años de existencia, lo que le ha dado cierta proyección mediática que no se podía desaprovechar y, por último, es un gran momento para hacer películas de superhéroes. La razón principal por la que decidieron no extender los contratos de Raimi, Maguire y Kirsten Dunst para seguir con la serie fue mayormente económica. Sus contratos eran por tres películas y resultaron razonablemente baratos, pero el éxito de la trilogía los convirtió en estrellas que necesitarían mayores incentivos para seguir adelante con la franquicia.
Para reiniciar la franquicia se contrató como guionistas a James Vanderbilt (Zodiac, The Losers) y Alvin Sargent (Spider-Man, Spider-Man 2) y Marc Webb (500 Days of Summer) fue el elegido como director para trabajar en la nueva versión del arácnido héroe. Andrew Garfield y Emma Stone fueron seleccionados para los papeles principales, y se inició la producción de la cinta, misma que recuenta el origen del personaje con algunas modificaciones respecto a la versión anterior.
Peter Parker (Andrew Garfield) es un adolescente que vive con sus tíos Ben (Martin Sheen) y May (Sally Fields), que lo han criado desde la muerte de sus padres en un accidente de aviación cuando él era un niño. Peter es brillante pero tímido, y es blanco de las burlas de muchos de sus compañeros de escuela. Mientras hace un poco de limpieza, encuentra un viejo portafolios perteneciente a su padre, y en el algunos documentos de su trabajo en Oscorp.
Intrigado, Peter rastrea a Curtis Connors (Rhys Ifans), colega y colaborador de su padre, para averiguar en que estaban trabajando. Mientras visita Oscorp es mordido por una araña que forma parte de los trabajos de ingeniería biogenética que se realizan ahí y su vida cambia para siempre.
Peter parece haber adquirido habilidades y fuerza proporcionales a los de una araña de tamaño humano, y empieza a utilizarlos para divertirse y vengarse de quienes siempre lo han maltratado. Esto lo mete en problemas en la escuela y consecuentemente lo antagoniza con sus tíos, que están preocupados por su reciente cambio de actitud. Una noche, tras una fuerte discusión, Peter abandona la casa muy enojado y su tío sale tras él para intentar calmarlo.
Un fortuito encuentro con un criminal de poca monta tiene consecuencias fatales, pero ayuda a definir el rumbo de la vida de Peter. Y si los cambios físicos que está sufriendo y su crisis familiar no fuesen suficientes, está su naciente relación con Gwen Stacy (Emma Stone), una compañera de clases, y las inesperadas consecuencias de su relación con el Dr. Connors, a quien ayudó a resolver un problema basándose en los papeles que encontró entre las cosas de su padre.
Presionado por sus superiores en Oscorp, Connors decide probar en sí mismo un suero experimental que todavía no está listo para pruebas con seres humanos. El resultado es una horrible mutación que lo convierte en un psicótico lagarto gigante que siembra el caos y horror en Nueva York.
Totalmente desquiciado, Connors está convencido de que ahora el representa el próximo paso en la evolución humana y pretende mutar de manera similar a todos los habitantes de Nueva York. A menos, claro, que Spider-Man pueda detenerlo.
La película se concentra en el personaje de Peter, ahondando un poco en su pasado y su carácter y construyendo la historia alrededor de él. La relación con sus tíos, la frustración ante la pérdida de sus padres y sus sentimientos acerca de no hallar su lugar en el mundo van moldeando sus decisiones, y la forma de lidiar con las consecuencias de sus actos es lo que lo lleva poco a poco por el camino que lo convertirá en un héroe.
Las secuencias de acción (pudieron ser más, pero no está nada mal para una primera aventura) tienen un aspecto más natural y orgánico que en las películas anteriores. La razón es que Webb decidió utilizar el CGI lo menos posible, prefiriendo utilizar acróbatas con cables para la mayoría de estas escenas, además de utilizar recursos como el parkour para aprovechar los múltiples callejones de la ciudad de Nueva York de una manera bastante funcional.
Las actuaciones son impecables y ayudan a enfatizar la importancia dada al desarrollo de los personajes. Andrew Garfield logra una interpretación más balanceada entre las diferentes facetas de Peter Parker que lo que Maguire pudo hacer, y convence a la audiencia de que es un adolescente, irracional e impulsivo por momentos, pero noble, inteligente y con una sólida base moral la mayor parte del tiempo.
La química que tiene con Emma Stone ayuda a cargar buena parte del peso dramático de la cinta, por lo que encuentro curioso que sea precisamente el papel de Gwen uno de los menos trabajados, pues queda la sensación de que ella y la tía May cumplieron más con funciones de provocar y justificar momentos de la historia, que de ser parte de ellos.
Martin Sheen, a pesar de no tener mucho tiempo en pantalla, consigue proyectar el peso e importancia necesarios al tío Ben para marcar la personalidad de Peter, en tanto que Rhys Ifans extiende la tradición de villanos trágicos y complejos más allá de sólo elaborar maquiavélicos planes para conquistar al mundo, lo que fue uno de los sellos más exitosos de las películas de Raimi.
A fin de cuentas me parece que lo que Marc Webb consigue con esta primera entrega es una película con una balanceada mezcla de acción y melodrama, que establece los suficientes lazos de continuidad con las películas anteriores como para no hacer de la franquicia algo irreconocible, pero sentando las bases de su propia identidad y de su particular visión del personaje.
Por supuesto que no es una película perfecta, pero a pesar de sus fallas y limitaciones, me parece que los puntos positivos son muchos más, y que el resultado final es digno de elogios.
Ahora solo resta esperar que en las secuelas se pueda construir sobre esta base para explotar todo el potencial del personaje y su mundo, que no por nada son parte importante de la cultura popular contemporánea. Película altamente recomendada para público de todas las edades.
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