viernes, 1 de octubre de 2010

A Canticle for Leibowitz, de Walter M. Miller Jr.


En varias ocasiones he comentado lo complicado de encontrar tal o cual libro, o me he quejado de lo problemático que resulta hallar libros en inglés, sobre todo si se trata de literatura de género, así que esta vez, para cambiar, comentaré un libro que compré hace un par de años y desde entonces estaba en la inmensa pila de pendientes esperando poder acercarse a la cima. Debo confesar que cuando lo compré no tenía idea de la premisa del libro ni estaba familiarizado con el autor, pero era una mención frecuente en listas de las mejores novelas de ciencia ficción y sabía que ganó el Hugo como Mejor Novela. Y, en mi experiencia, los Hugo siempre han sido una garantía de calidad.


Mientras intentaba decidir qué leer a continuación, por accidente tiré algunos libros al piso y de entre ellos me llamó la atención la portada de A Canticle for Leibowitz (mi copia es como la que se ve al inicio de este texto), pues hay que reconocer que no es una imagen que uno asocie de manera inmediata con la ciencia ficción.

La novela está dividida en tres partes, tituladas Fiat Homo, Fiat Lux, y Fiat Voluntas Tua, respectivamente. Son frases en latín que quieren decir Hágase el Hombre, Hágase la Luz, y Hágase Tu Voluntad. Si esos títulos y la portada del libro no bastan para darse cuenta de que la religión juega un papel importante en la novela, es hora de que se tomen un descanso de lo que están haciendo, respiren, y hagan consciencia de su pobre capacidad de observación.

La historia transcurre en un futuro postapocalíptico. La primera parte tiene lugar 600 años después de que la civilización fue destruida en la segunda mitad del siglo XX por una guerra nuclear. Según nos explica, los sobrevivientes a la guerra culparon a los científicos y se desató una ola de violencia contra cualquier muestra de conocimiento o tecnología, durante la cual hubo quema masiva de libros y linchamientos, primero de científicos, y después de cualquier persona culta o con educación. Como resultado de esa era de "simplificación", la humanidad está nuevamente sumida en una era oscura.


Como ha ocurrido varias veces en el pasado, la Iglesia se convirtió en el último refugio del legado cultural de la humanidad, recolectando y ocultando libros para preservarlos para futuras generaciones. Isaac Leibowitz era un ingeniero eléctrico del siglo XX cuyo trabajo estaba ligado a alguna instalación militar antes del cataclismo. Sobreviviente a la catástrofe, Leibowitz se convirtió al catolicismo y fundó una orden religiosa dedicada a preservar cualquier libro que encontrasen, ya fuese escondiéndolos, copiándolos, o incluso memorizándolos.

La novela sigue a los miembros de la Orden de Leibowitz. En la primera parte, un anciano vagabundo, de quien se da a entender que podría ser el mismo Leibowitz, o quizás el Judío Errante, o incluso ambos, se encuentra con uno de los monjes de la Orden y discretamente le proporciona los medios para encontrar los restos de un refugio nuclear donde se encuentran documentos pertenecientes a Leibowitz, hallazgo que ayuda a mover los planes para la canonización del fundador de la Orden.

En la segunda parte, seiscientos años más tarde, Leibowitz ya es un santo y la humanidad parece lista para recibir su herencia cultural. Se vive un renacimiento de la ciencia y el conocimiento, y los textos preservados por la Orden tendrán un lugar muy importante en el desarrollo de esta nueva civilización, aunque la sombra de la guerra se empieza a cernir sobre el antiguo monasterio. Desde una colina cercana, el viejo judío observa con pesar el desarrollo de los eventos, esperando la llegada de alguien que pueda terminar con el círculo vicioso.

Por último, la tercera parte tiene lugar varios siglos más tarde, cuando la humanidad ha alcanzado un desarrollo científico y tecnológico más avanzado que el existente antes del cataclismo nuclear. Existen colonias en otros mundos y todo sería perfecto salvo por el estado constante de belicosidad y confrontación existente en la Tierra. ¿Será posible que la humanidad cometa dos veces en el mismo error y arrase con toda la civilización?


Siempre he pensado que las mejores piezas de arte son un fiel reflejo del mundo que las vio nacer, y al leer A Canticle for Leibowitz es claro que fue escrita durante el periodo más oscuro y pesimista de la Guerra Fría, cuando la carrera armamentista y el desarrollo de armas nucleares se justificaban con el estúpido principio conocido como MAD (Mutually Assured Destruction - Destrucción Mutua Asegurada), según el cual lo único que impedía que alguien lanzara un ataque nuclear era la certeza de que su rival poseía armamento similar y podría contraatacar al instante. Como dije, una estupidez apropiadamente conocida con esa siglas (Mad = Demente).

Me llamó la atención la forma en que Miller emplea a la Iglesia en la historia, pues lo hace sin compromisos de ninguna clase. Elogia la capacidad de organización y compromiso de la institución religiosa, pero critica e incluso se mofa de la facilidad con que se le puede manipular. Sin necesidad de predicar con su texto o dar a entender de forma directa que hay un plan divino detrás de todo, Miller se las ingenia para crear situaciones en que los sucesos pueden ser simples casualidades o coincidencias, del mismo modo que pudieran ser interpretadas como designios de un poder superior.

A fin de cuentas la novela trata sobre el hombre y su naturaleza inherentemente egoísta y violenta, sobre la soberbia con que se siente amo y señor del planeta y, sobre todo, sobre su cerrazón y ceguera, sobre esa indescriptible habilidad para tropezar una y otra vez con la misma piedra. Lectura altamente recomendada.

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