viernes, 8 de octubre de 2010

Never Let Me Go, de Kazuo Ishiguro

Un fenómeno reciente que como fan de ciencia ficción encuentro un tanto molesto, es que el género se haya puesto de moda entre los escritores "serios", que se muestran reacios a que sus obras aparezcan publicadas con alguna etiqueta que las identifique como ciencia ficción.

A fin de cuentas, un buen libro lo es sin importar su género o el público al que vaya dirigido, pero lo que me molesta es que sigan viendo a la cf como un género de segunda, un guetto literario que no pueden permitir que sea asociado con sus nombres. El ejemplo más claro que me viene a la cabeza es Margaret Atwood, pero sé que no es la única.

También hay casos menos claros u obvios, en que la premisa del libro o algunos elementos de la historia son comúnmente asociados con la ciencia ficción, sin que eso signifique que la historia pertenece a dicho género, como por ejemplo, The Road, de Cormac McCarthy, que ya comenté por aquí hace unos meses, y creo que ese es justo el caso de Never Let Me Go.

Kazuo Ishiguro es uno de los autores en lengua inglesa más respetados y premiados. Japonés de nacimiento pero británico por educación y crianza, Ishiguro empezó a publicar en 1982, y a la fecha cuenta con seis novelas, varias historias cortas y un puñado de guiones. Ganador del Booker Prize en 1989 por The Remains of the Day y finalista en otras tres ocasiones, Ishiguro suele ubicar sus historias en el pasado.

Never Let Me Go es su novela más reciente, publicada en 2005, y sucede en una versión alternativa de la Gran Bretaña en un momento indeterminado de los 1990. La historia está narrada en primera persona por Kathy, una mujer de 31 años que está a punto de iniciar una nueva etapa en su vida y hace una pausa para mirar atrás y reflexionar sobre los sucesos que la convirtieron en la persona que es, y todo comienza en Hailsham House, la escuela/internado en que pasó su infancia y adolescencia preparándose para un indefinido futuro en el mundo exterior.

Los protagonistas de la historia son, además de Kathy, Ruth y Tommy, sus mejores amigos. Desde pequeñas Ruth y Kathy competían por la atención de Tommy, pero las diferencias en su carácter hacían que el juvenil triángulo afectuoso fuera poco claro, pues Kathy es mesurada y retraída, en tanto que Ruth tiene una personalidad mucho más vivaz y es de naturaleza proactiva. Tommy, por su parte, solía ser un chico con problemas para controlar su temperamento, pero una vez que aprendió a hacerlo se convirtió en alguien de naturaleza taciturna.

Al menos tan importante como los personajes resulta el extraño mundo de Hailsham, pues a pesar de ser descrita en principio como una exclusiva escuela de internado donde los estudiantes tienen toda clase de actividades estimulantes y donde se les invita a cuidar celosamente de sus cuerpos y a desarrollar cualquier talento artístico, poco a poco se hace evidente que es algo más (y menos) que eso, al igual que los "guardianes", el personal a cargo de Hailsham, que no forman una simple facultad de maestros y tutores.

Conforme avanza la narración se genera la sensación de que Hailsham es una especie de internado de segunda mano, que opera con los desechos de otras escuelas y donde los estudiantes necesitan ser contenidos más que educados.

Por desgracia no hay mucho que pueda decir de la historia sin revelar el secreto detrás de Hailsham, o la característica que hace que Kathy, Ruth, Tommy y sus compañeros sean diferentes al resto del mundo. Y no es que se trate de una sorpresiva revelación, una bomba narrativa como las que caracterizaban a la ciencia ficción de la Edad de Oro y los años posteriores a ésta. Al contrario, es de destacar la sutileza con que Ishiguro va insinuando las partes del rompecabezas sin siquiera pretender que se trata de un misterio.

De hecho, tras un par de capítulos, es bastante clara la situación de Hailsham y sus estudiantes, lo que permite que la historia se enfoque en los personajes y no en lo que los hace diferentes. Aún así, evitaré mencionarlo en beneficio de quienes gustan de descubrir las cosas de primera mano. En lo personal empecé el libro sin saber nada más allá de que Ishiguro usaba temas usualmente asociados a la ciencia ficción.

Al final Never Let Me Go es una novela llena de incertidumbre y desesperanza, plagada de una profunda melancolía que resuena con el lector, y en más de una ocasión nos hace pensar en la fragilidad del ser humano como individuo ante la sociedad, en el enorme peso de no conocer nuestro lugar en el mundo, que puede ser tan temible y oscuro como el más profundo de los bosques, y del que no hay garantías de poder salir con la psique intacta.

Me gustó mucho el libro y me siento profundamente aliviado de no haberme llevado una desilusión similar a la que recibí al terminar Kafka in the Shore, de Murakami.

Ishiguro me permitió confirmar que, del mismo modo que la fantasía y la ciencia ficción pueden tener tantos valores creativos y literarios como la literatura "clásica", los autores más "tradicionales" también pueden escribir del mundo con una mirada fresca y libre de convencionalismos.

Never Let Me Go acaba de ser adaptada al cine en una versión dirigida por Mark Romanek y con Carey Mulligan, Keira Knightley y Andrew Garfield en los papeles principales. Se estrenó hace un par de semanas en Estados Unidos, pero me parece que aún no tiene fecha para aparecer en el resto del mundo.

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