Hace unas semanas DC Comics realizó cambios importantes en sus operaciones al mudar parte de sus oficinas de su tradicional sede en la ciudad de Nueva York, a la costa Oeste de los Estados Unidos. Aprovechando la confusión reinante durante el proceso, la editorial, propiedad del conglomerado AOL/Time-Warner, aprovechó para realizar "ajustes" a su fuerza de trabajo, y cesó a varios editores y asistentes, así como a parte del personal de oficinas. A nivel editorial, el mayor cambio fue la desaparición completa del sello WildStorm.
Al paso de los meses y conforme la división de Image en varios estudios se hizo más evidente, Jim Lee decidió cambiar el nombre de su compañía por uno que fuese comercialmente más identificable, y así nació WildStorm, apelativo que obtuvo de combinar los títulos de sus dos series más populares: WildCats y StormWatch.
Mucha gente habla de WildStorm de forma despectiva, como si fuera una compañía que produjera cómics de mala calidad, pero basta echar un vistazo a algunos creativos que trabajaron ahí para darse cuenta de lo errada de esa percepción: Alan Moore, Grant Morrison, Warren Ellis, Kurt Busiek, Ed Brubaker, John Cassaday, Bryan Hitch, Frank Quitely, Chris Bachalo, Humberto Ramos, Sean Philips, Mark Millar, Christos Gage, Adam Beechen, Gail Simone, Travis Charest, Joe Casey, Joe Kelly, Carlos Pacheco, James Robinson, Sam Kieth, Terry Moore... y muchos más.
¿Cómo llamar mediocre a un sello que dio origen a títulos como Astro City, Planetary, The Authority, Leave it to Chance, The Wizard's Tale, Promethea, Top Ten, Tom Strong, Sleeper, Arrowsmith, y otros de probada calidad? Esto es otro ejemplo de la mentalidad del lector de cómics ante algo nuevo o diferente. En un medio dominado por los superhéroes, la mayoría de los fans ven con recelo a todo aquel que explore el género fuera de las Dos Grandes, y peor aún a quienes intentan variaciones del género y se alimentan de la tradición de personajes de aquellas compañías para extrapolar nuevas ideas.
Tengo la impresión de que el principio del fin se dio a mediados de los noventa cuando, ante la evidente reducción del mercado, Jim Lee empezó a jugar con la idea de vender su compañía. Lee estaba un poco harto del lado administrativo de ser independiente, y nunca son buenas noticias cuando la cabeza de una compañía pierde el interés por manejarla. En 1998 DC Comics compró WildStorm porque con ello se hacía de tres elementos que quería sumar a sus activos: los coloristas, Alan Moore, y el propio Jim Lee.
Por desgracia para los creativos de WildStorm, acostumbrados a trabajar con total libertad creativa y mínimo control editorial, DC también adquirió cosas que no quería. The Authority, creada por Warren Ellis, era polémica por su agresiva versión de un grupo de superhéroes. La incomodidad que el título generaba en DC creció cuando Mark Millar heredó el título, lo que provocó que Paul Levitz alterase diálogos y arte antes de mandar algunos cómics a prensas. Millar se fue a Marvel con un contrato de exclusividad y jamás volvió a trabajar con WildStorm o DC, y el asunto le costó el trabajo a John Layman, editor de la serie.
Y no fue el único problema entre DC y sus "nuevos" creativos. Alan Moore permaneció en WildStorm porque Jim Lee le prometió que no tendría que lidiar directamente con DC, pero era un compromiso condenado al fracaso. El activo papel de la editorial en el desarrollo de las películas, er... "inspiradas" por V for Vendetta y The League of Extraordinary Gentlemen provocó la molestia de Moore, y unas desafortunadas declaraciones de Levitz hicieron que Moore abandonase la compañía, llevándose consigo el sello ABC, y Scott Dunbier fue el nuevo editor sacrificado.
The Boys fue otra serie que causó problemas. Creada por Garth Ennis y Darrick Robertson, esta serie tuvo la oposición de Levitz desde un principio, y pese a su gran aceptación y buenas ventas fue cancelada, sólo para reaparecer casi de inmediato en Dynamite. Desde entonces Ennis tampoco ha vuelto ha trabajar para DC.
Me queda la sensación de que lo que sucede ahora, con el anuncio de la cancelación de toda la línea, y de la absorción de los cómics de licencia por parte de DC, así como la promesa de que muchos títulos y personajes regresarán como parte del Universo DC, es parte de algo que se planeó desde el principio. DC aún tiene a los coloristas y a Jim Lee, y tuvo a Alan Moore por cuanto tiempo les fue posible retenerlo, así que no hay más razones para mantener una línea rentable pero incómoda para la administración corporativa de DC.
Hay quienes señalan con esperanza que muchos títulos y personajes encontrarán lugar dentro de los confines del Universo DC, pero, honestamente, ¿les parece un buen destino para personajes que en su momento representaron la vanguardia del género y se caracterizaron por su originalidad o frescura, acabar en un contexto donde el status quo se mantiene desde hace décadas, y donde además quedarán a merced de Geoff Johns?
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