Este fin de semana inició en el municipio de Tlalnepantla, en el Estado de México, un operativo “contra la delincuencia” que consiste en prohibir que la población circule libremente por las calles después de las diez de la noche. O lo que es lo mismo, las autoridades de la localidad han establecido un toque de queda, lo cual parece un tanto extremo aún tratándose de un municipio gobernado por el MochoPAN.
Bajo el elegante nombre de “Operativo de Aseguramiento Preventivo”, el director de seguridad pública del municipio puso en marcha el pasado viernes esta represiva medida. ¿El resultado de la primera noche? veinticuatro detenidos, ocho de ellos menores de edad. Pero de todos ellos sólo dos fueron remitidos al juez calificador, en ambos casos, por “faltas administrativas”. De los que salieron libres una parte se quejó de tener que pagar multas de 300 y 400 pesos sin que les dieran recibo alguno.
Para rematar, hacia las once y media de la noche, un grupo de manifestantes intentó ingresar por la fuerza a la sede de la Dirección de Seguridad Pública, por lo que ésta tuvo que cerrar sus puertas durante un rato mientras el operativo continuaba en las calles. Más preocupante que el hecho de que algunos uniformados utilicen el operativo como pretexto para extorsionar a la gente, es que las autoridades decidieran tomar tal medida.
Ahora resulta que los ciudadanos están privados de su libertad y deben realizar sus actividades únicamente durante horarios “autorizados”. Entonces, ¿quién tiene el control, las autoridades o la delincuencia? Ojalá que las manifestaciones y acciones legales iniciadas por organizaciones civiles logren dar marcha atrás a tan retrógrada medida.
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