El jueves de la semana pasada me operé los ojos. Bueno, en realidad, una doctora fue quien los operó, pero la decisión de hacerlo fue completamente mía.
Después de tomarme media pastilla de valium, llegamos a la clínica, supongo que tener a alguien histérico porque le están dando cran a sus globos oculares es algo que quieren evitar.
Lo primero que me llamó la atención fue lo frío del lugar, peor que cualquier cine. "Es para que los lásers no se calienten" me explicó luego la doctora. Pero gracias a mi condición de pingüino emérito, pues hasta me sentí en casa.
Me hicieron que me quitara la ropa, y que me pusiera una vestimenta desechable de cirujano (con todo y gorra y pantuflas). También me quité los lentes. Jamás me los volvería a poner de nuevo.
En lo que se preparaba todo, me pasaron a uno de varios sillones (donde la gente espera a que se realicen los milagros de la ciencia). Me pusieron una cobija encima, y dormité un rato en lo que llegaba mi turno.
Me llamaron. Me levanté lentamente del sillón, y me dirigí a la sala donde me operarían en unos momentos. Saludé a la doctora, y me dieron ahí un muñeco de peluche y otra cobija. De repente me sentí como Linus con su
security blanket.
Me acosté en la plancha, y la movieron para que yo quedara debajo de la máquina.
Me taparon un ojo. Había llegado la hora.
Con una cinta adhesiva (micro poro?) estiraron mi párpado inferior y me pusieron unas gotas (creo que era anestecia local). Luego procedieron a ponerme una especie de cilindro metálico de poca profundidad para que mantuviera abiertos los ojos. Por un momento me acordé de Alex, en
Naranja Mecánica. Procedieron entonces con otro cilindro más pequeño, y utilizándolo como guía cortaron mi córnea.
Levantaron la capa que habían cortado finamente, y vi como si me quitaran un velo de encima. Aunque en este caso, al quitarse el velo todo se veía como si estuviera empañado.
"Ve la luz roja por favor"
Y vi la luz roja. Nada más escuchaba "45" y un Tacatacatacataca... "38" y otro tacatacatacatacataca... ese era el sonido del láser. Maldito George Lucas y sus sonidos espectaculares.
Luego procedieron a regresar la córnea a su lugar. La estiraron con una especie de brocha y listo.
El otro ojo fue igual. No hubo dolor, no hubo sangre... nada de nada.
Y saliendo de ahí, mi visión había cambiado, ya nada sería igual. :)