El estreno de Black Panther (Pantera Negra) en febrero de 2018 fue más que sólo otra adición a la creciente mitología del universo cinematográfico Marvel. Aquella cinta se convirtió en un fenómeno social y un inesperado éxito de taquilla, por lo que no fue ninguna sorpresa la noticia, a inicios del año siguiente, de que el escritor y director Ryan Coogler se había reunido con Kevin Feige y la gente de Marvel Studios para discutir los planes para la potencial secuela.
Pero sin importar qué planes hayan acordado, ninguno de ellos pudo haber previsto la trágica y sorpresiva muerte de Chadwick Boseman en agosto de 2020. El actor había mantenido en secreto de todo mundo, salvo la gente más cercana a él, que padecía cáncer en una etapa muy avanzada, así que a nadie se le había ocurrido la necesidad de tener un plan de contingencia en caso de que no pudieran contar con él. Para entonces estábamos en plena pandemia, y la situación era peculiar.
El cierre de actividades alteró los calendarios de estreno de todos los grandes estudios, y Marvel realizó ajustes a su alineación de películas para la fase 4 del MCU. A pesar de la incertidumbre por el futuro de la franquicia luego de que perdió a su rostro y figura más prominente, a mediados de 2021, para sorpresa de muchos, se confirmó que la secuela llevaría por título Wakanda Forever (Wakanda por Siempre) y que Boseman no sería reemplazado por otro actor.
Es importante entender la importancia social y cultural alrededor que tuvo el estreno de Black Panther para comprender las implicaciones de esa decisión. La película se estrenó en 2018, en medio de la administración Trump, periodo casi distópico para la gran mayoría de la población afroamericana de los Estados Unidos. Ese entorno le dio mayor importancia a la aparición de un superhéroe negro como parte de la franquicia de cine más popular de todos los tiempos.
Coogler y su equipo entendían la importancia de lo que hacían, y construyeron una historia que abrazaba el legado de la cultura africana, proyectándolo al futuro de forma positiva y llena de esperanza. Boseman en el papel de T'Challa/Black Panther fue el protagonista perfecto, combinando talento histriónico con presencia y carisma, y el personaje dio forma a los sueños y esperanzas de millones de personas. Por eso su éxito no fue sólo crítico o comercial, sino también cultural.
En muchos sentidos, Black Panther hablaba de progreso y evolución en vez de sólo representación, y mostraba la posibilidad de un futuro brillante para las minorías raciales. Por eso no es exagerado decir que para mucha gente representa más que sólo una película, y es fácil entender por qué nadie quería ver a otro actor en el papel, y la presión existente sobre todos los involucrados en la secuela para honrar el legado tanto de aquella primera película como del propio Boseman.
Al igual que en la cinta anterior, Coogler escribió el guion en colaboración con Joe Robert Cole, y se rodearon con la mayor parte del mismo equipo responsable de aquella. Esto incluye al elenco, con Letitia Wright, Lupita Nyong'o, Danai Gurira, Winston Duke, Florence Kasumba, Martin Freeman, Angela Bassett y Michael B. Jordan retomando sus papeles previos, más las adiciones de Tenoch Huerta Mejía, Julia Louis-Dreyfus, Dominique Thorne y Michaela Coel.
Black Panther: Wakanda Forever se estrenó el pasado 11 de noviembre en medio de críticas positivas, y aún pese a que no es perfecta se puede decir que Coogler y su equipo hallaron el balance necesario entre mirar atrás para reconocer la importancia de su legado sin quitar la vista del frente y los muchos brillantes futuros que se pueden explorar dentro del mundo que ellos mismos crearon unos años antes, además de incluir un emotivo tributo a su protagonista perdido.
La cinta entera se desarrolla a la sombra de T'Challa y Boseman. Su ausencia no sólo es reconocida, sino que marca muchas de las decisiones que otros personajes toman a lo largo de la historia, lo que añade a ésta una fuerte carga de dolor y nostalgia mientras vemos las distintas maneras en que sus personajes enfrentan el dolor y la pérdida, algo poco común en una historia de superhéroes, pero usado de forma muy efectiva como motivación para seguir adelante.
La historia parte con una frenética secuencia en que nos enteramos que T'Challa está muy enfermo y ni siquiera la avanzada medicina y tecnología de Wakanda puede hacer nada para ayudarlo. En unos cuantos minutos Coogler obliga a su audiencia a reconocer y aceptar la pérdida de Boseman antes de pasar a un emotivo funeral y plantear la imperiosa necesidad de asimilar el dolor y seguir adelante. Con ello la cinta involucra emocionalmente a la audiencia desde el primer minuto.
Pero igual que ocurre en la vida real, uno debe seguir adelante, y en seguida nos ponemos al día con la nueva realidad de Wakanda. Un año después de la muerte de T'Challa, sin su monarca y protector, la poderosa nación africana está en la mira de las naciones más poderosas del mundo, que anhelan apoderarse de su vibranio. Ramonda (Bassett), madre de T'Challa, ha asumido el trono y ha hecho su mejor esfuerzo por recordarle al mundo que Wakanda no está indefensa.
Ante su incapacidad de despojar a Wakanda de su preciado recurso, los Estados Unidos inician una búsqueda global de yacimientos de vibranio, pero cuando su equipo rastreador encuentra una veta submarina en el Atlántico, fuerzas misteriosas destruyen su expedición. Poco después Ramonda y Shuri (Wright) reciben la visita de Namor (Huerta), monarca de Talokan, quien les exige tomar medidas para detener la búsqueda de vibranio bajo amenazas de destruir Wakanda.
Surgidos de la península de Yucatán, en México, los talokanos crearon un imperio submarino tras encontrar vibranio y sufrir una mutación que les permitía respirar bajo el agua, y por siglos han mantenido en secreto su existencia para protegerse de la ambición e ideas colonizadoras de las potencias de la superficie. Lo que Namor quiere es que Wakanda vaya a la guerra en su nombre para seguir ocultando a su pueblo, y afirma contar con las fuerzas necesarias para aplastar Wakanda.
Ramonda intenta comprar tiempo, y lo primero que hace es buscar al inventor del rastreador de vibranio de los estadounidenses, que resulta ser una joven estudiante del Tecnológico de Massachusetts llamada Riri Williams (Thorne). Shuri y Okoye (Gurira) van a buscarla, pero son interceptadas por soldados talokanos que se llevan a las dos jóvenes y dejan a la general wakandiana frustrada y a merced de la ira de la Reina, que entonces busca la ayuda de Nakia (Nyong'o).
La antigua espía y ex amante de T'Challa rescata a Shuri, pero su incursión en los territorios talokanos no queda sin consecuencias y Namor dirige a una pequeña fuerza de asalto que ataca la capital de Wakanda, causando severos estragos antes de retirarse, no sin antes advertir que volverá en una semana con el grueso de su ejército para destruirlo todo, lo que prepara el terreno para una confrontación final en que Shuri, las Dora Milaje y sus aliados deberán tomar serias decisiones.
Aunque la trama central es muy simple e incluye un par de tramas secundarias que a primer vistazo se sienten superficiales e innecesarias, es imposible sacudirse la sensación de que la película intenta hacer demasiadas cosas a lo largo de sus dos horas con cuarenta minutos de duración, por lo que me parece un logro digno de destacar que Coogler logre mantener el balance entre el desarrollo de personajes, la exploración de su tema central, y la introducción de futuras líneas argumentales.
Comencemos con las tramas secundarias. Quizás la más criticada sea la de la búsqueda del inventor americano, un mero pretexto para introducir al personaje de Riri que habrá de protagonizar su propia serie (Ironheart) en algún momento de 2023. Si bien se trata de algo que se pudo omitir, es imposible escapar al hecho de que Black Panther y el mundo de Wakanda forman parte de una enorme franquicia y deben hacer su parte en el continuo desarrollo del MCU.
Dentro de lo forzado que se pudo sentir el involucrar a la joven ingeniera en un conflicto al otro lado del mundo, me parece que su integración se da de un modo tan orgánico como se podría desear. Por tratarse de una joven afroamericana con todo lo que ello implica, que su introducción al complejo mundo del MCU se dé a través de Shuri me parece adecuado. Thorne es una chica talentosa y carismática, y le toma unos cuantos minutos establecer el carácter de su personaje.
Su presencia en Wakanda lleva a uno de los momentos más emocionales de la cinta y justifica su participación en la batalla final de un modo que además ofrece un primer vistazo a lo que podemos esperar una vez que se estrene Ironheart. Con Wakanda Forever cierra la Fase 4 del MCU, y uno de los temas centrales de ésta fue evaluar el impacto de los Avengers en su mundo, inspirando la aparición de una nueva generación de héroes y sirviendo como un paso de estafeta.
La otra subtrama sigue al agente Everett Ross (Freeman) y además del seguimiento a un personaje clave en la apertura de Wakanda al resto del mundo, continúa con la construcción de una historia en proceso, con la Condesa Valentina Allegra de Fontaine (Louis-Dreyfus) y sus maniobras de poder en el gobierno estadounidense, quien parece estar reclutando a su propio equipo de héroes, lo que me hace pensar que su personaje mezcla a la versión comiquera de la condesa con Val Cooper.
Al igual que con Riri, la inclusión de esta subtrama es parte de las obligaciones de la película hacia la franquicia central de Marvel Studios, y como parte del todo me parece bien montada y ejecutada, además de que aún si se eliminara, junto con la otra subtrama, no reduciría de forma significativa la duración de la película, que en general es la única queja que tengo acerca de Wakanda Forever, aunque entiendo que con todo lo que la película hace era imposible pensar en algo más corto.
Dejado eso de lado y volviendo a los personajes centrales, es claro que Shuri es la protagonista principal de la película, aunque también es evidente la renuencia de Coogler a poner el peso de la historia sobre sus hombros. Esto tiene sentido si tomamos en cuenta que, pese a que el personaje tuvo un buen desarrollo en la cinta anterior, su evolución no alcanzó el punto de hacer plausible que el siguiente paso en su desarrollo fuera adoptar un papel de líder.
De manera inteligente, en vez de forzar el llevar al personaje a donde lo necesita, Coogler se apoyó en los personajes a su alrededor para hacer más orgánica su evolución. Que Ramonda tome el trono le quita peso y responsabilidades a Shuri, que a pesar del tiempo que ha pasado se rehúsa a aceptar que su hermano se ha ido, y parece refugiarse en su laboratorio como mecanismo de negación, y en general sólo habla con las Dora Milaje y con su madre.
La aparición de Riri y el eventual regreso de Nakia ayudan a sacarla un poco de su encierro, pero no es hasta que la tragedia ataca que por fin se ve forzada a aceptar que tiene responsabilidades que no puede seguir eludiendo. Pero en vez de tener una mágica transformación instantánea, Coogler hace énfasis en explorar la forma en que su duelo afecta su juicio, centrando sus decisiones en su deseo de venganza y en la idea de que la violencia es la solución a sus problemas.
Esto permite explorar el conflicto interno que representa su búsqueda de identidad, su intento por asimilar lo que aprendió de su madre y de su hermano, y la dificultad de cumplir con un rol que jamás pensó tener que llenar. Como parte de esa lucha interna tenemos un excelente cameo de N'Jdaka (Jordan) que ayuda a redondear el personaje al exponer y contrastar sus motivaciones con las que impulsaban a su hermano y a su primo y la eventual decisión de que no es como ninguno de ellos.
Otro personaje que tiene oportunidad de brillar en este intento por redondear la personalidad de Shuri es M'Baku (Duke), que termina convertido en la voz de la razón, pero de un modo que tampoco se siente forzado o antinatural. En su papel de guerrero y como líder de hombres, M'Baku entiende peligros de dejarse llevar por la ira o decisiones impulsivas, y trata de templar el deseo de venganza de Shuri al recordarle que sus acciones ponen en peligro al pueblo de Wakanda.
Namor es uno de los antagonistas más interesantes del Universo Cinematográfico Marvel. No me parece correcto etiquetarlo como villano, y podría argumentar que el capitalismo y las viejas prácticas del imperialismo occidental son los verdaderos villanos en esta historia, donde el complejo rol de Namor surge de su negativa a dejarse convertir en víctima. Sus acciones son motivadas por una justificada ira que lo lleva a tomar decisiones un tanto paradójicas.
Su pueblo sobrevivió a una terrible situación que llevó a su profunda desconfianza por la gente de la superficie. Su moral tiene tintes cuestionables, pero su historia le da un peso muy específico y lo convierte en un personaje profundamente humano, característica común en los mejores antagonistas de Marvel. Mucho se habló de la decisión de alterar su origen y darle raíces mayas en vez de respetar el canon de los cómics, donde viene de la Atlántida, pero el cambio no me parece mala idea.
Presentarlo como monarca del mítico reino submarino causaría comparaciones con Aquaman, con la innecesaria distracción que eso representa. (Namor fue creado antes, y el Aquaman de Jason Momoa es más cercano a Namor que a Aquaman). Además, el cambio no fue superficial o caprichoso. Así como la cultura y tradiciones de varios pueblos africanos dieron forma a Wakanda, Coogler y su equipo usaron mitología y tradiciones mayas para alimentar la creación de Talokan.
La identidad visual de Namor y su pueblo gira alrededor de motivos mayas que son un recordatorio del origen de su odio hacia los colonizadores. Además, el personaje exhibe rasgos característicos de su contraparte en cómics en un gran ejemplo de cómo una adaptación va más allá de la apariencia física, y Tenoch Huerta fue una acertada elección para dar vida en pantalla al monarca submarino con una sobriedad y presencia que ayudan a establecer su personalidad de forma clara.
Quizá un actor hispano en un rol protagónico no tenga el mismo impacto que tuvo T'Challa (antes tendríamos que resolver nuestro propio racismo), pero su inclusión es otro importante paso en el tema de la representación. Además, Coogler realizó tan buen trabajo con el personaje, que la próxima vez que lo veamos ya no habrá necesidad alguna de explorar su origen, aunque el viejo tema de los derechos en pantalla puede impedir que Namor tenga su propia película en un futuro cercano.
En cuanto a la identidad visual de la película, el departamento de arte conceptual de Marvel Studios volvió a trabajar al lado de los colaboradoras principales de Coogler en la primera película, la diseñadora de producción Hannah Beachler y la aclamada (y ganadora del Oscar) diseñadora de vestuario Ruth Carter, que además de destilar el folklore y tradiciones mayas en la creación de Talokan y su pueblo, expandieron su previa construcción de la cultura de Wakanda.
La banda sonora es una vez más obra del también ganador del Oscar Ludwig Göransson, y su trabajo luce de forma impactante cada vez que estamos en África, desde el desgarrador cortejo fúnebre en el funeral de T'Challa hasta la primera batalla entre Wakanda y los talokanos, pero no tiene el mismo impacto cuando visitamos Talokan o tenemos largas escenas en los Estados Unidos, donde quizá se echa de menos el aporte de Kendrick Lamarr.
En una reciente entrevista Coogler reveló que, a pesar de que la película tuvo que desviarse de la historia que originalmente tenía planeada, pudo conservar uno de los temas que deseaba explorar: la naturaleza de la pérdida. Su idea original partía de la necesidad de T'Challa de enfrentar el hecho de que había perdido cinco años, pero sobre todo a enfrentar el hecho de que en su ausencia el mundo había seguido adelante. Y en muchos sentidos Wakanda Forever trata sobre seguir adelante.
Abrir la película con la muerte y funeral de T'Challa no sólo es un punto de partida ideal para explorar el tema, sino que sirve como un tributo a Boseman y todo lo que su persona representaba más allá de este personaje. Como resultado, la película entera está impregnada de una profunda nostalgia y melancolía, tonos inusuales en una película de superhéroes. A lo largo de la historia vemos distintas formas de enfrentar el duelo, pero siempre con la idea de seguir avanzando.
El trauma que provoca la pérdida no es igual para todos, y ver la manera en que distintos personajes enfrentan su dolor resulta en una dispareja experiencia, sobre todo porque en una película de superhéroes el espectador no espera que haya una pausa para que los sobrevivientes puedan asimilar su pérdida. Como resultado, el ritmo de la película tiene curiosas variaciones al tratar de proyectar emociones que en términos generales podrían parecer incompatibles. Y sin embargo funciona.
Supongo que eso obedece a que quienquiera que haya sufrido una pérdida puede identificarse con el vacío y confusión que resultan de ello, esa sensación de no saber qué es lo que uno debe hacer o como debe comportarse, y eso añade un bienvenido toque de sinceridad al corazón emocional de la película, además de que ofrece una base para explorar el ya mencionado tema de seguir adelante, lo que no se logra ignorando el dolor, sino aceptándolo como parte de la vida.
Permitir que las escenas de acción y violencia tomasen un rol secundario fue la decisión más acertada, pues la mayor riqueza de Wakanda Forever son sus personajes. Bajo esa perspectiva, la escena adicional que aparece a mitad de los créditos cobra un peso aún mayor, pues no sólo permite que los personajes de Nakia y Shuri abracen su pérdida y hagan las paces con ella, sino que es un recordatorio de que, pase lo que pase, siempre habrá un mañana en el cual pensar.
Black Panther: Wakanda Forever no es una película perfecta, pero tampoco tiene obligación ni necesidad de serlo. Propulsada por las actuaciones de un carismático y talentoso elenco, la película destila humanidad y tiene un poderoso núcleo emocional, además de que cumple con las expectativas de avanzar la narrativa de su franquicia matriz al plantar semillas que pueden llevar a muchas potenciales historias futuras con su rica variedad de personajes.
Ryan Coogler enfrentaba un reto imposible al tratar de crear una digna secuela a su éxito de 2018, y aunque por momentos parece una necedad tratar de hacer tantas cosas al mismo tiempo, en términos generales sale bien librado y da a la Fase 4 del Universo Cinematográfico Marvel un cierre adecuado que además refleja a gran escala la idea central de su historia: el dolor provocado por una pérdida puede ser una fuerza paralizante, pero también puede ser la mejor razón para seguir adelante.
Anoche vi Wakanda Forever. No tenía expectativa de la secuela de Black Panther en gran parte por la falta de Boseman y por lo tanto de T'Challa y claro que Black Panther.
ResponderBorrarHabía visto y leído muy poco al respecto de esta continuación pero la experiencia que tuve después de verla fue más que nada positiva. El trabajo de todos desde personajes principales hasta menores es bueno. Aunque en términos de carisma a mi no me agradó el personaje de Riri reconozco que está bien integrado y también reconozco el interés de Marvel de aprovechar la película para seguir enlazando y catapultando proyectos relacionados. Me dio gusto ver que se mantuvo el buen trabajo en mantener la calidad en cuanto a la identidad visual, es una de las grandes fortalezas de BP en general. Qué más, disfruté mucho de todo lo relacionado a Namor y Talokan. Creo que desde el ajuste de origen y el manejo de relación en el mundo y su relación con Wakanda tiene sentido y futuro. Lo que si me sorprendió un poco es lo que mencionas de M'Baku que termina siendo la voz de la razón. Reconozco que como lider no es solo un hombre fuerte pero el ajuste de tono de salvaje a caballero se me hizo raro.
Finalmente aunque me pareció una película que se extiende mucho, tal vez mas de lo necesario tampoco sabría decir muy bien de donde pudieran cortar o tal vez si pero sería poco. En general me gustó y si la volvería a ver.