No suelo opinar sobre política, pero veo que siguen con lo del tema de que el presidente pidió a España que ofrezca disculpas por los abusos cometidos durante la conquista de México, y hay algunos detalles que muchos parecen estar ignorando.
Primero, lo más obvio: no se trata de condenar a los españoles y pedirles que asuman su responsabilidad por los actos de sus ancestros. OK, sí, el Rey Felipe VI es descendiente de Carlos I, monarca español y Emperador de Europa durante la época de la conquista, pero técnicamente hablando, los abusos fueron cometidos por los soldados y funcionarios enviados al Nuevo Mundo y, les tengo noticias: muy pocos de los ciudadanos españoles actuales descienden de esos bárbaros y abusivos conquistadores.
Si les parece que es buena idea reclamar a los descendientes de estos, no es necesario buscarlos al otro lado del Océano. ¿Quieren una pista? Si ustedes se apellidan López, Pérez, Mendoza, Martínez, Nuñez, Cortés, García, o uno de tantos otros de esos apellidos que no suenan a nahuatl, maya o alguna otra lengua prehispánica, es mucho más probable que ustedes desciendan de esos conquistadores a que sus linajes sigan vigentes en España en la actualidad. No hay que olvidar que somos una sociedad mestiza, y sí, quedan rastros de las culturas originales, pero tenemos que admitir que en muchos aspectos predomina nuestro legado conquistador.
En cuanto al tema de exigir una disculpa... Es muy fácil adoptar el papel de víctima, sobre todo como cabeza de un estado que a pesar de cacarear un cambio sigue mostrando una profunda falta de respeto por los pueblos indígenas de nuestro país y sin que se vislumbre la más mínima posibilidad de ofrecerles una disculpa. Podríamos incluso olvidarnos de agravios históricos y pasados, y enfocarnos en el presente, preguntarnos cómo es que se aprobaron cosas como el tren maya, primera gran obra de la actual administración.
Debo decir que pedir una disculpa simbólica no me parece del todo una mala idea, pero creo que el problema son las formas. La petición se dio en una carta dirigida al rey de España y no al gobierno español, lo que ya es significativo. Si la carta hubiera sido canalizada por vías diplomáticas tanto a la corona como al gobierno español, pudo haber servido para dar pie a un diálogo diplomático sobre el cual construir algo formal en este supuesto año de la reconciliación, que a la fecha no sabemos en que consiste, porque nuestro gobierno sólo lo menciona cada vez que se acuerda.
Lamentablemente, el que el documento haya sido filtrado por el gobierno mexicano me lleva a pensar que se trata de otra maniobra mediática de López Obrador: está jugando para la tribuna, reasumiendo su papel de "defensor de los oprimidos", de caudillo del pueblo mexicano que sale en defensa de éste ante las fuerzas del imperio. Por eso me parece significativo que la carta haya sido dirigida al rey y no al gobierno español.
Cosas como ésta y lo de hace unos días de los tacos de carnitas y la "dieta biolenta" me llevan a pensar que, fiel a sus raíces, nuestro actual gobierno opera bajo los viejos preceptos de "pan y circo".
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