miércoles, 15 de febrero de 2017

Red Sonja no es creación de Robert E. Howard

Imagino que si están familiarizados con el personaje de Red Sonja, alguna vez habrán visto la leyenda que aparece en la portada de muchos de sus cómics, la cual parece contradecir el título de este texto: “Basado en la heroína creada por Robert E. Howard”. Aunque parece confuso afirmar lo contrario, todo tiene una explicación.

Robert Ervin Howard (1906-1936) fue un prolífico escritor estadounidense, considerado el principal precursor del género conocido como espada y hechicería, del que Conan es el personaje más icónico y representativo. A pesar de su prematuro fallecimiento, Howard escribió cientos de historias en géneros como western, aventuras de corte histórico, horror y aventuras sobrenaturales, e incluso fue parte del Círculo Lovecraft, mítica congregación de escritores unidos por su amistad con el legendario autor de horror cósmico.

Algunos de los personajes más populares de Howard son Kull the Conqueror, Solomon Kane, y el ya mencionado Conan, pero les sorprenderá saber que jamás escribió historia alguna protagonizada por una pelirroja enfundada en un bikini de escamas. ¿Cómo puede ser esto?

A inicios de los setenta, los derechos de Conan en cómics pertenecían a Marvel Comics, y fue gracias al éxito del cómic Conan the Barbarian que el personaje ganó popularidad y se volvió un ícono de la ficción contemporánea. Su escritor era Roy Thomas, que adaptaba los relatos de Howard, pero le preocupaba que al ritmo que publicaban agotaría el material en poco tiempo. Marvel tenía los derechos de toda la obra de Howard, así que hurgó en su catálogo toda historia que pudiera adaptar a la era Hyboria, y convirtió a Conan en su protagonista.

Una de ellas fue The Shadow of the Vulture (La Sombra del Buitre), publicada en 1934 en The Magic Carpet Magazine, adaptada en el número 23 de Conan The Barbarian. La historia de Howard sucede en Viena, Austria, durante el asedio otomano de 1529, y el protagonista es el caballero austriaco Gottfried von Kalmbach, de quien el sultán Suleiman el Magnífico desea vengarse. El caballero sobrevive a una emboscada gracias a la intervención de una misteriosa pelirroja que pelea a su lado. ¿Su nombre? Red Sonya de Rogantino.

Thomas trasladó la acción a la era Hyboria y remplazó a von Kalmbach con Conan. Junto a Barry Windsor Smith, artista de la serie, despojaron a Sonya de sus pistolas y estoque y le dieron una cota de malla y una espada de doble filo, pero conservaron la roja cabellera. Como el personaje era distinto al de Howard, cambiaron su nombre, sustituyendo la ‘y’ por una ‘j’, dando origen a Red Sonja. Al siguiente número expandieron su historia con The Song of Red Sonja, y fue la primera vez que el personaje apareció en una portada de cómic.

Ese número ganó el Academy of Comic Book Arts Award por Mejor Historia Individual (Drama) en 1973. Hay que apuntar que la versión de Smith tenía una figura menos voluptuosa y vestía de forma más conservadora que la que conocemos, pues usaba una camisa de cota de malla y unos pantalones cortos de color rojizo.

El artista español Esteban Maroto fue el primero en dibujar el atuendo que se convirtió en la icónica apariencia del personaje: un revelador bikini de escamas plateadas. Maroto envió a Thomas una ilustración no solicitada, y ésta se publicó como pin-up en el primer número de la revista The Savage Sword of Conan, donde apareció también la primera aventura en solitario del personaje. En 2005 José Villarrubia coloreó esa misma ilustración y se usó como portada variante del número 2 de Red Sonja, serie de Dynamite Entertainment.

En cuanto a la frase mencionada al inicio de este texto, se la debemos a Hollywood. En 1985, cuando se estrenó la película con Brigitte Nielsen, usaron esa frase promocional, perpetuando la idea de que había una relación directa entre la popular heroína de cómics y el mundo creado por Howard y popularizado gracias a Conan. Así que, aunque Red Sonja fue creada por Roy Thomas y Barry Windsor-Smith, se inspiró en una heroína del prolífico Howard, por lo que no es del todo equivocado reconocer el papel del autor en el origen de este personaje.

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