Nadie comentó sobre el formato de la entrega anterior de Predicando para el Coro, así que esta semana mezclaré un poco de ambos formatos: este texto es mayormente temático, algo difuso y con un par de amenazas de salirme por la tangente. Aprovechando que en México acaba de pasar el Día de Muertos y en EEUU y otras partes del mundo el All Hallows Eve o Halloween, y que en muchas partes se celebra el Samahin, echemos un vistazo al papel de La Muerte en los cómics...
La muerte siempre ha sido un elemento importante en la ficción, a veces como una forma de justificar la motivación de los personajes, otras para plantear un conflicto o, más comúnmente, como desenlace definitivo. Los cómics no están exentos de usar la muerte como recurso narrativo, y desde los albores del medio, los inicios de la industria como tal, a fines de los 1930, la muerte ha sido parte esencial de las historias.
En los títulos de superhéroes su uso e importancia han variado a través de los tiempos, pero siempre ha sido un elemento presente.
Tal vez el ejemplo perfecto de la importancia que puede tomar la muerte en el desarrollo de un personaje sea Batman, alter ego creado por Bruce Wayne luego de la trágica muerte de sus padres cuando era apenas un niño. Desde ese momento decidió prepararse para una permanente guerra personal que sabe que no puede ganar. A lo largo de los años, el Hombre Murciélago ha tenido infinidad de roces con la muerte, y ha perdido a gran cantidad tanto de aliados como de enemigos.
Y precisamente la muerte de uno de sus aliados, Jason Todd, el segundo adolescente en portar el traje de Robin, fue la primera vez que la muerte se usó como herramienta mercadotécnica en el medio. En A Death in the Family (Una Muerte en la Familia), obra de Jim Starlin y Jim Aparo, la historia plantea la búsqueda de la madre del joven compañero de Batman, pero al entrar en escena el Joker la situación se vuelve potencialmente letal.
El penúltimo capítulo de la historia muestra una explosión en la bodega donde se encontraba el Joven Maravilla. Al final de ese mismo número aparecían dos números telefónicos, mediante los cuales se daba a los lectores la oportunidad de decidir el destino de Jason Todd. Un número era para votar a favor de su supervivencia, el otro para condenarlo a muerte. Aunque la votación fue muy cerrada, Jason Todd probó no ser del agrado de todos los lectores y comenzó la explotación de la muerte como una forma de incentivar las ventas.
Sin duda el caso más claro fue La Muerte de Superman. Durante meses, DC Comics y Warner Bros. desplegaron una intensiva campaña publicitaria anunciando algo que parecía imposible: la muerte del héroe más grande de todos. Y la campaña fue un éxito. La importancia de Superman como ícono de la cultura popular quedó de manifiesto y generó una espectacular cobertura mediática. Periódicos, canales de televisión y estaciones de radio que solían ignorar a los cómics, dedicaron múltiples espacios a comentar la noticia. Gente que jamás había leído o comprado un cómic mostró interés por conocer los detalles y las ventas del personaje alcanzaron niveles no vistos en décadas.
Y menos de dos años después, Superman estaba de vuelta.
Ese regreso del más allá no despertó la misma curiosidad que la muerte, ni tampoco los posteriores intentos de seguir explotando el suceso, como la publicitada Muerte de Clark Kent. El truco, al igual que sucede con los de los magos, sólo funcionaba una vez ante la misma audiencia. Pero eso no detuvo a la industria. DC lo intentó de nuevo al "matar" a Green Arrow. Todd McFarlane ensayó una variante al anunciar la muerte de un personaje de Spawn, pero sin anunciar quien sería, bajo el creativo slogan de "Uno morirá, pero ¿quién?"
Marvel respondió poco después con la muerte de la Tía May en las páginas de The Amazing Spider-Man. Cabe señalar que no siempre se publicitaba la muerte de un personaje. En ocasiones se preparaban las historias de manera que la muerte de algún protagonista se diera como consecuencia lógica de la historia, apostando al shock que pudiera representar para los lectores. Así fue como murieron, por ejemplo, Green Lantern/Parallax (Hal Jordan), o el segundo Green Goblin (Harry Osborn).
Y tal vez hayan notado unas particularidad dentro de todas estas muertes. Con excepción de los padres de Bruce Wayne, todos los personajes cuyas muertes he mencionado aquí, están vivos en sus respectivas continuidades. Entonces, ¿cuál es el valor de matar a un personaje? ¿Devaluar el peso de la muerte minimiza el impacto de las historias?
The Dark Phoenix Saga (La Saga de Fénix Oscura), narrada en las páginas de X-Men por Chris Claremont y John Byrne, es una gran historia, y la muerte de Fénix al final de la misma era la única forma posible de resolver la historia.
Por desgracia se ha convertido en el ejemplo perfecto de que en los cómics la muerte es una condición temporal. ¿Cuántas veces hemos visto morir a Jean Grey, sólo para que eventualmente reaparezca? Cuando Claremont decidió revivirla una y otra vez durante la década de los 80, entre los fans de Marvel se hizo popular una frase que resume la percepción lo que pasaba en el medio: "nadie permanece muerto, excepto Bucky y el Tío Ben".
El Tío Ben sigue muerto, pero sólo porque en Marvel tiene una función equivalente a los padres de Bruce Wayne en DC. Es la fuerza que motiva las acciones de Spider-Man. Si el Tío Ben volviera de entre los muertos, es probable que Peter seguiría siendo un héroe. No olvidemos que la educación que recibió no permitiría que fuera de otro modo, pero tal vez su determinación para sobreponerse a cualquier obstáculo o adversidad no sería la misma sin el sentimiento de culpa, la necesidad de probar que es digno de sus poderes y, sobre todo, la necesidad innegable de cumplir con la promesa hecha ante la tumba de su tío de no decepcionar, de no volver a fallarle a nadie.
En cuanto a Bucky, el joven compañero del Capitán América en los años 40, bueno, él ya está de vuelta entre los vivos, pero su regreso fue orquestado y ejecutado por Ed Brubaker de forma tal que no encuentro argumentos suficientes para recriminarle a nadie por ello. Además, no cuenta como truco publicitario si los lectores que lo vieron morir ya no son quienes leen ahora los cómics, ¿cierto?
Pero no todos los muertos regresan. El Capitán Mar-Vell original sucumbió ante una fuerza más poderosa que las armadas espaciales y supervillanos a quienes enfrentó a lo largo de su carrera. Fue derrotado por el cáncer.
Y al paso del tiempo eso dio origen a otra forma de "regresar" a un héroe de entre los muertos: por legado. Actualmente hay un nuevo Capitán Marvel, Genis Vell, hijo del héroe original. Esto permite seguir explotando el nombre y "marca" de un personaje sin necesidad de alterar historias pasadas. Y esto es algo que también se ha hecho entre los villanos. El actual Kraven the Hunter también es hijo del original.
La muerte también es un personaje. Thanos, uno de los villanos más importantes de Marvel, justifica sus intentos por destruir el Universo como un acto de amor y adoración hacia la Muerte. Y DC tiene varias versiones, aunque quizá la más conocida sea la creada por Neil Gaiman en las páginas de The Sandman y que aparece en los títulos de la línea Vertigo. Menos conocido es el Black Racer, parte de la mitología de los New Gods y el Cuarto Mundo, creación de Jack Kirby. La versión de Gaiman incluso ha tenido un par de miniseries y se supone que hay una película en preproducción.
En fin, esto me tomó más espacio del que pensaba, y aún queda mucho por comentar del tema. Tendrá que ser en otra ocasión. Tal vez en la próxima entrega, o quizás el próximo año. No lo sé. Si alguien tiene sugerencias, preguntas o comentarios, lo tomaré en consideración antes de decidir al respecto.
Hasta la próxima.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario