Hace un par de semanas se difundió la noticia de que No. 5, un cuadro de Jackson Pollock de 1948, se había convertido en la obra de arte más cara del mundo al haberse realizado una transacción de 140 millones de dólares entre David Geffen, magnate del cine y la industria musical y antiguo dueño de la pintura, y el inversionista y coleccionista de arte David Martínez, de origen mexicano.
Me pregunto cual será la reacción de Martínez al enterarse de que Teri Horton, una camionera retirada que vive en una casa móvil en Costa Mesa, California, adquirió un cuadro muy similar por 5 dólares en una tienda de chácharas a principios de los 1990s. La señora Horton recibió hace algunos años una oferta de 9 millones por la pintura, pero la rechazó.
Al comprar la pintura ella no tenía idea de quien era Jackson Pollock, pero un maestro de arte que vio el cuadro le informó de la posibilidad de que fuera de su autoría y del potencial valor de la obra. Desde entonces, la señora Horton ha dedicado todo su tiempo a tratar de verificar la autenticidad de la obra, la cual no piensa vender en menos de 50 millones de dólares. Hasta ahora la mayoría de los especialistas que han revisado el cuadro se han negado a validar su autenticidad, razón por la que Horton ha reclutado, entre otras personas, a un investigador forense.
Mientras se alcanza una determinación sobre el origen de la obra la señora Horton se ha hecho de cierta celebridad, la cual seguramente se incrementará en las próximas semanas cuando se estrene el documental “Who the #$&% Is Jackson Pollock?” ("¿Quién #$&% es Jackson Pollock?"), título que hace referencia a la pregunta formulada por ella cuando le informaron del posible autor de la pintura.
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