Pero las notas aparecidas durante esta semana me recordaron un enlace que redistribuí vía e-mail -creo que en la lista de La Hoguera- hace un par de años. Se trata de un recuento de viajes en motocicleta por la zona aledaña al lugar de la catástrofe, presuntamente hechos por Elena Filatova, apodada Kidd of Speed. El link original dirigía a una página en Angelfire, pero hace algún tiempo alguien le donó espacio en un servidor para mudar su página a KiddofSpeed.com. El sitio aún puede ser consultado en cualquiera de las dos direcciones.
Lo interesante del caso es que poco tiempo después de que su sitio empezó a ganar notoriedad aparecieron diferentes periodistas y fotógrafos advirtiendo que se trataba de un fraude, pues muchas de las zonas que ella afirma haber visitado sola en su motocicleta están cerradas y existen puntos de control resguardados para impedir que la gente entre. Además, las motocicletas están prohibidas en la mayor parte de la región y sólo se pueden visitar algunas zonas declaradas como "seguras" en grupos guiados. En su blog, Neil Gaiman menciona algunos artículos al respecto aquí, y aquí.
Independientemente de que tanto de su relato sea falso y cuantas fotografías hayan sido preparadas, la galería contiene algunas imágenes escalofriantes de un pueblo fantasma. Acabo de visitar una vez más el sitio y me encuentro con que ha añadido algunos videos y que además ahora Filatova está ofreciendo un CD de imágenes de alta resolución y un DVD con un videodiario de sus paseos por la zona a quienes donen más de 25 dólares a su cuenta de PayPal.
Quiero recomendar un excelente fotoreportaje realizado por el fotógrafo Robert Knoth y la periodista Antoinette de Jong. Contiene una gran cantidad de fotografías en blanco y negro de lugares y personas, tanto víctimas como sobrevivientes. Aviso: algunas de las imágenes pueden resultar demasiado fuertes para gente fácilmente impresionable.
Ojalá que la memoria de este trágico accidente sirva como advertencia respecto al uso que hacemos de los recursos de nuestro mundo y a las limitaciones que aún enfrentamos. Y para eso nada más simbólico que la figura de Prometeo, cuya estatua en la que se le representa robando el fuego a los dioses adornaba el centro de Chernobyl y ahora permanece sobre lo que alguna vez fue la planta nuclear.
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