Originalmente se suponía que Van Helsing sería una especie de secuela de Bram Stoker's Drácula, la cinta de 1992 dirigida por Francis Ford Coppola y sería protagonizada por el mismo Anthony Hopkins, pero una vez que Coppola y Hopkins decidieron retirarse del proyecto el estudio buscó nuevas opciones para la realización del film.
Y aquí es donde entra Stephen Sommers con su singular propuesta mezcla de acción y “terror” en un bizarro homenaje a las cintas clásicas de horror de la Universal. De hecho, la primera secuencia de la cinta es un remake cuadro a cuadro de una secuencia de Frankenstein, la cinta protagonizada por Boris Karloff en 1931. Sommers ganó notoriedad después del éxito de The Mummy y The Mummy Returns, cintas en las que ya había experimentado con la combinación de monstruos con acción y aventuras.
Van Helsing cuenta con un gran despliegue de efectos visuales que lamentablemente resultan muy disparejos. Cada vez que aparece alguno de los monstruos en escena resulta demasiado obvio el trabajo de animación computarizada, lo que tiende a restarle credibilidad a la cinta. Sin embargo, el gran problema de la cinta radica en que carece de una historia que contar. Cada elemento argumental que se pretende introducir no es más que un pretexto para mostrar las peripecias de los héroes. Existen escenas donde se plantean preguntas y misterios que rara vez son resueltos, y en los escasos puntos donde se resuelven el resultado no pasa de ser un dato trivial que termina siendo irrelevante para el desarrollo de la historia.
Ahora bien, es bueno señalar que pese a este problema la película resulta ser bastante entretenida. No pasa de ser una película dominguera o un acto de escapismo fantástico, pero el ritmo de la cinta es el adecuado para mantener al expectador atento al desarrollo de la “historia”. Es importante mencionar también que gran parte del atractivo de la cinta es el trabajo del carismático Hugh Jackman, quien pese a no tener mucho con que trabajar consigue dotar de credibilidad a su personaje de inmortal cazador de monstruos.
En resumen, Van Helsing es una buena opción para quien busca pasar dos horas cómodamente sentado en la oscuridad de una sala mientras se divierte un poco con las aventuras del protagonista, pero cuidado con asistir pensando que están a punto de ver algo con más sustancia.
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