Robert Rodríguez siempre se ha caracterizado por no seguir las reglas y buscar siempre hacer las cosas a su manera, y Sin City no es la excepción.
No era fácil la tarea de llevar a la pantalla la obra de Frank Miller. El primer obstáculo era la reticencia del propio autor a permitir que Hollywood le pusiera las manos encima a sus creaciones. Sin ningún trato seguro y financiado enteramente por él mismo, Rodríguez filmó y post-produjo una historia corta para convencer a Miller de que podía llevar Sin City a la pantalla con dignidad. Una vez logrado su cometido, vino el enfrentamiento con el Directors Guild of America, organismo que se opuso a que se le diera crédito de codirector a Miller debido a que va contra los estatutos de la organización. Rodríguez renunció al Guild.
Armado con la misma secuencia que convenció a Miller de aceptar, Rodríguez se dio a la tarea de reclutar a un elenco plagado de estrellas. Bruce Willis, Benicio del Toro, Clive Owen, Elijah Wood, Mickey Rourke, Rutger Hauer, Josh Hartnett, Matthew Clarke Duncan, Nick Stahl, Jessica Alba, Rosario Dawson, Carla Gugino, Alexis Bledel, Jaime King, Devon Aoki y Britanny Murphy se unieron al proyecto y Rodríguez pudo entonces dedicarse a trabajar en lo que muchos decían era imposible: llevar un cómic a la pantalla grande respetando el material de origen y sin cambiar los visuales del mismo.
Y lo logró. Filmada en blanco y negro con pinceladas de color que resaltan cualidades de ciertos objetos o personajes, Sin City es un cómic filmado. Y ese era justo el objetivo de Rodríguez.
En más de una ocasión el polémico director declaró que lo que él estaba haciendo no era adaptar el cómic, sino trasladarlo a la pantalla. Esto es algo que ha molestado a muchos puristas de uno y otro medio, pero es innegable que el resultado es una extraordinaria experiencia visual.
Tal vez el único pero sea que el ritmo intencionalmente lento de la cinta provoca que se sienta demasiado larga. Si tuviese media hora menos sería perfecta, pero ello implicaría eliminar alguna de las historias presentadas. Habrá que esperar al DVD, para el cual Rodríguez prometió incluir ediciones por separado de las historias que integran la película, como una colección de mediometrajes.
La versión fílmica de Sin City cierra lo que podríamos llamar un círculo virtuoso, donde los medios se retroalimentan mutuamente. Frank Miller tomó muchos elementos de la narrativa noir que se popularizó en la literatura y cine norteamericanos de la post-guerra, a finales de los 40 y principios de los 50, y los incorporó a su trabajo en la aclamada serie de novelas gráficas Sin City. Ahora el círculo se completa al llevar el trabajo de Miller a la pantalla grande.
La película es extremadamente violenta, razón por la cual no es una experiencia que resulte recomendable para personas fácilmente impresionables. Las secuencias de acción y violencia siempre son llevadas al extremo, con un nivel de exageración visual que pudo convertirse en farsa pero por alguna razón funciona dentro del estilo visual de la cinta. Y dentro de lo exagerada que resulta, vale la pena aclarar que Rodríguez evita ceder por completa a una morbosa fascinación por lo grotesco que pudo derivar en algo muy distinto.
La película representa también un parteaguas en lo que se refiere a la forma de filmar. Realizada enteramente en video digital y con todas las locaciones generadas en computadora, la cinta puede marcar el camino a seguir para una nueva generación de cineastas que no deseen trabajar bajo los esquemas establecidos por la industria hollywoodense.
En resumen, Sin City es una película altamente recomendada para los aficionados al cómic o para quienes buscan experimentar con formas innovadoras de contar historias. También puede resultar del agrado de aquellos con una preferencia por historias donde el bien y el mal no sean tratados en blanco y negro, y el final feliz no esté garantizado.
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