domingo, 10 de febrero de 2019

Patriotas, campeones de la NFL

Sí, esto aparece con retraso de una semana, pero el borrador se quedó guardado mientras lidiaba con la última y molesta parte de una infección en la garganta y con algunos pendientes de trabajo.

El pasado 3 de febrero se llevó a cabo el Super Bowl LIII, encuentro que cerraba la temporada 2018 de la NFL con un duelo en que los Patriotas de Nueva Inglaterra se medirían a los Rams de Los Angeles para determinar al campeón de la liga. Si les gusta el futbol americano (o incluso si sólo lo siguen de forma casual durante los playoffs y el Super Bowl) seguro escucharon todas las historias: el duelo generacional, el choque entre el veterano Tom Brady y el joven Jared Goff, el duelo de estrategas entre el experimentado Bill Belichick y el joven e innovador Sean McVay.


Una vez realizado el encuentro, los Patriotas se alzaron con el triunfo, consiguiendo su sexto campeonato, todos ellos bajo la dirección de Belichick y con Tom Brady al frente. Se trata de un logro notable, luego de haber jugado nueve Super Bowls y ganado seis de ellos en los últimos 18 años. Es imposible argumentar en contra de lo significativo de este éxito sostenido, sobre todo en una época en que la agencia libre y el tope salarial se combinan para evitar que un equipo pueda mantener un competitivo plantel de jugadores por más de un puñado de años.

En cuanto al partido mismo, he visto toda clase de quejas, la gran mayoría justamente de los aficionados casuales, aunque también muchas de seguidores de hueso colorado de la liga, aunque sé que muchos de ellos se quejan más debido al resultado que por la forma en que éste se dio. Y es que los Patriotas resultan un equipo polarizante, y tal parece que no hay un solo aficionado que no tenga una opinión acerca de ellos, misma que suele ir a uno de los dos extremos: odiarlos o admirarlos.

Y la verdad es que el partido no fue malo, como algunos dicen. Poco espectacular, sí, sin duda. Ambos equipos tienen buenas defensivas y realizaron un gran trabajo a lo largo de los sesenta minutos que duró el enfrentamiento, pero a diferencia de exhibiciones defensivas famosas y admiradas, como los Osos de Chicago del '85 o los Cuervos de Baltimore del 2000, no hubo jugadas espectaculares que marcaran el rumbo del juego, como pueden ser intercepciones devueltas para anotación, pérdidas de balón provocadas por el implacable asedio al QB y constantes penetraciones contra el backfield rival. 


Simplemente una sofocante ejecución de planes de juego bien delimitados, en especial del lado de los ahora campeones. Un dato que deja testimonio de la dominante actuación de su defensiva lo encontramos en el resumen estadístico del ataque de los Rams. El equipo de Sean McVay tuvo un total de 60 jugadas ofensivas, y en 27 de ellas fue incapaz de ganar una yarda. Es decir que casi la mitad de las jugadas de uno de los ataques más productivos y explosivos de la NFL resultaron en pérdida de yardas o en una ganancia nula. 

Eso ayuda a entender el bajo puntaje en el marcador. Defensivamente hablando, Nueva Inglaterra tuvo un desempeño casi perfecto, anulando a los explosivos receptores de Los Angeles con un sofocante esquema de coberturas que demandaba una precisión que Jared Goff nunca pudo encontrar al no poder leer adecuadamente las coberturas y disparos del equipo de Belichick. La experiencia de Tom Brady salió a relucir al ubicar rápidamente las zonas en que podía conectar pases rápidos antes de que los frontales defensivos de los Rams pudieran llegar hasta él, y por eso su equipo pudo mover el balón con mucho mejor consistencia que su rival.

Un sólido y variado ataque terrestre, capaz de producir las yardas necesarias en momentos clave, y un eficiente uso de los pases cortos y rápidos, ya fuera con los mismos corredores o con Julian Edelman, el bajito y elusivo receptor que a la postre fue el jugador más valioso del encuentro, marcaron el poco espectacular pero no por ello menos valioso camino a la victoria para los Pats. Las rutas de precisión de Edelman resultaron indescifrables los defensivos de los Rams y fue el hombre clave para que el ataque de Nueva Inglaterra lograse generar el suficiente juego ofensivo para obtener puntos y controlar la posesión del balón.


En una época en que el juego se ha inclinado marcadamente al uso de espectaculares ataque aéreos, como los que estos mismos equipos desplegaron las dos semanas anteriores, resulta interesante que siga resultando cierto el viejo adagio de que las defensas ganan campeonatos, pues en esta ocasión eso fue justo lo que sucedió. Aún más impresionante resulta pensar en que Belichick, de 67 años, y Brady, de 41, pueden no haber llegado todavía al final de sus carreras.

Nadie sabe cuáles sean los planes a futuro del veterano entrenador, pero el mariscal de campo ha sido muy vocal desde hace años diciendo que quiere jugar hasta los 45 años de edad. Muchos dirán que es complicado, pero Brady se ha cuidado a lo largo de los años. Ha recibido pocos golpes de consideración y no tiene un historial de lesiones que pudiera acelerar una caída de sus habilidades físicas, así que no suena nada descabellado que pueda llegar a cumplir con su propósito, y si algo hemos aprendido es que es un competidor implacable que siempre tendrá a su equipo como un serio contendiente a coronarse nuevamente.


En cuanto a los Rams, es difícil pensar que McVay y Goff no tendrán una nueva oportunidad de conquistar el campeonato en los próximos años. Sin duda esta derrota marcará una enseñanza para ambos, y sólo el tiempo dirá si eventualmente logran coronarse. Pero por lo pronto, tienen que conformarse con un segundo lugar y con la posibilidad de volver el año que entra para intentarlo otra vez. Mientras que los aficionados a este deporte tenemos ahora que esperar hasta septiembre para volver a disfrutar del mismo. Ojalá que la espera valga la pena.

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