Hace un par de semanas se desató una polémica en redes sociales a causa de la decisión de DC Comics de retirar una portada variante realizada por Rafael Albuquerque que originalmente sería utilizada para el número 41 de la serie de Batgirl.
Aquí mismo le dediqué un espacio al tema, con un texto de opinión y la traducción de una entrevista con el propio Albuquerque, en la que expuso sus razones para solicitar que la portada no fuese usada, con lo que echó por tierra las teorías de conspiración que algunos sectores del fandom habían expresado. O al menos eso es lo que debió ocurrir si el medio comiquero nacional y estadounidense fuesen un poco más maduros y racionales.
El caso es que siguieron las quejas sobre las 'feminazis' que buscan el control de la industria comiquera, y gran cantidad de invitaciones a manifestarse para evitar que el feminismo y la creciente presencia de mujeres como fuerza creativa destruyan esta noble e inocente industria. Es decir, las mismas tonterías infantiloides que han preservado la imagen del lector de cómics como alguien solitario e inmaduro, reaparecieron para recordarnos que, pese a los avances para que el medio sea reconocido como un arte maduro y una legítima herramienta de comunicación, todavía tenemos mucho por corregir.
El medio del cómic occidental siempre ha sido machista, y más aún en México y Estados Unidos. Culturalmente hablando se trata de dos sociedades donde el machismo está a la orden del día sin importar que se intente negarlo. La evidencia existe y está documentada. La sexualización de personajes femeninos es una práctica común desde el nacimiento del medio, y es probable que siempre estará presente en un sector del mercado, lo que tampoco es necesariamente malo.
Pero las cosas han cambiado, y es importante reconocer el papel de la mujer en el continuo desarrollo de la narrativa secuencial. Cada vez hay más mujeres trabajando en cómics, tanto en el aspecto creativo, escribiendo y dibujando historias, como en la producción y promoción del medio, con editoras, mercadólogas, ejecutivas y periodistas que hacen su parte para mantener una industria saludable. Por eso no entiendo que a estas alturas persistan actitudes de segregación y discriminación en contra de las mujeres.
El problema puede tomar una de dos formas: acoso, al tratarse (todavía) de una minoría en el medio, u hostilidad de parte de pseudoaficionados que parecen sentir amenazada la supervivencia de su club de Toby, donde el acceso a las mujeres debería estar prohibido, pues es obvio que se trata de un género inferior e indigno de participar de modo alguno en este hobby.
Aquí reproduzco un comentario vertido en Twitter por Alejandra Espino (@ComandanteA), ilustradora y autora de cómics que ha sido víctima de la hostilidad mencionada.
"Ya no me voy a enojar por los chistes que retratan a las mujeres como ignorantes absolutas de todo lo que sea cómics. ¿Saben por qué? Porque la idea de "saber de cómics" de los que hacen estos "chistes" es conocer todos los entresijos de las oscuras mitologías Marvel/DC. Y para mí eso es sólo una parte de lo que está padre leer y de hacer cómics. Me encanta el medio, me emociona su capacidad para contar cualquier tipo de historia de múltiples maneras. Me encanta su historia y admiro a los creadores de cualquier género historietístico.
"Así que si a un fanboy le parece que no sé de cómics porque no reconozco los grados de parentesco entre personajes del Silver Age... Dude, fuck you y tu limitadísima idea de lo que constituye "saber de cómics". Yo estaré acá haciendo los míos. #YoNoSéDeCómics".
Como pueden ver, se trata no sólo de una lectora que disfruta las posibilidades de este medio, sino también de una creativa que trabaja en él. Alejandra ganó el concurso de novela gráfica organizado el año pasado por Conaculta y Festo, y en los próximos meses veremos publicada la obra en cuestión. Más allá de eso, creo que de su comentario destaca un detalle que parece ser el común denominador en muchas de las manifestaciones sexistas que nos encontramos de forma regular: los cómics de superhéroes.
Aunque se trata del género que por décadas ha dominado el mercado estadounidense, además del más comercial y popular en nuestro país, me parece un error seguir actuando como si fuera la totalidad de lo que se publica. Vivimos un gran momento para la diversidad de contenidos, y tenemos acceso no sólo a historias de muchos géneros y provenientes de distintas partes del mundo. ¿Por qué querer cerrarse a la idea de que nada importa más allá de lo publicado por Marvel o DC?
No veo nada de malo con el género. Yo mismo aprendí a leer gracias a los cómics de superhéroes, y los he leído de forma constante por más de 30 años, pero reconozco, agradezco y aprecio que haya otras opciones. Y si estas opciones han permitido que la diversidad de contenidos se vea reflejada en una diversidad de lectores, no queda más que agradecerlo y esperar que la retroalimentación que se dé permita que la narrativa secuencial siga creciendo en contenido, calidad y alcance.
El cómic es para todos, y va siendo hora de que aprendamos a aceptarlo.
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