Otra película que llegó con meses de retraso a las salas de nuestro país es The Queen (La Reina), de Stephen Frears.
Ni siquiera la exitosa colecta de premios que realizó Helen Mirren durante las primeras semanas del año fue suficiente incentivo para las distribuidoras mexicanas, pues además de la tardanza fue estrenada en una reducida cantidad de salas y exhibida por muy poco tiempo.Hace varias semanas, me topé con un comentario en el blog de John Rogers que me llamó la atención. De acuerdo con Rogers, un amigo con quien asistió a ver la película le comentó al salir, "sabes, creo que si la gente supiera que la película trata sobre la muerte de la Princesa Diana, habría mucha más gente queriendo verla."
Rogers le daba la razón, lo cual me hizo sentir aún más curiosidad acerca de la trama de la película. Ahora que ya la he visto, creo que puedo corroborar que el comentario del amigo de Rogers fue atinado. En un momento me explico.
La mayor evidencia de que The Queen es una película británica es el tono con que se cuenta la historia. Si me pidieran definir el género al que pertenece diría que es, a partes iguales, docudrama y comedia de costumbres. La cinta abre con una conversación entre la reina y el artista que le pinta un retrato sobre el tema de las elecciones.
Es el día de las elecciones para decidir quien será el próximo Primer Ministro de la Gran Bretaña, cuyo ganador fue Tony Blair. Después de un par de escenas para sentar precedentes de la estructura del gobierno británico, la historia se centra en los eventos de una semana, la transcurrida entre la muerte de la Princesa Diana y su funeral.
Peter Morgan, guionista de la película, estudió los noticieros y periódicos de esos días y se entrevistó con gente cercana a la familia real para reconstruir lo más fielmente posible el estado de la misma durante esos difíciles momentos. Morgan también fue el responsable del guión de The Last King of Scotland, sobre la que ya escribí aquí.
El resultado de su esfuerzo es una película firmemente basada en hechos reales pero sin convertirse en un documental o dramatización simple y sin gracia. Como mencioné antes, la película está permeada de un humor típicamente británico que la convierte en una experiencia altamente disfrutable.
Pero sin duda es la interpretación de Helen Mirren la que se lleva la película. Su interpretación de la reina es impecable, consiguiendo dar al personaje un alto grado de humanidad sin renunciar nunca a la elegante sobriedad y callada dignidad que caracterizan a la monarca británica.
De resaltar también es el trabajo de Michael Sheen en el papel de Tony Blair. Sólo lo ubicaba por pequeños papeles secundarios en otras películas (como en Timeline o en la ya mencionada The Last King of Scotland) y por su aparición en Underworld como un licántropo (pero no pienso usar eso en su contra), así que me sorprendió gratamente su capacidad interpretativa.
Como mencioné al principio de este texto, difícilmente podrán encontrar todavía en exhibición esta película, al menos en la ciudad de México, pero sin duda es una excelente opción para la próxima vez que busquen algo que rentar o comprar.
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