Es común escuchar quejas, incluso de fans de cómics, sobre que las películas basadas en personajes de historieta son malas. Hoy día parece que eso está quedando atrás, pero no del todo. The Crow, Spider-man I y II, X-Men I y II, Blade I y II, Hulk, Hellboy, Batman Begins... el fantasma de las películas "bobas para retrasados" que se justificaban al decir "son cuentitos", finalmente ha quedado atrás.
No hay que olvidar que también hemos tenido Daredevil, Punisher, Fantastic Four y Blade Trinity, que encajan en la vieja definición de divertimiento barato para adolescentes con fantasías de poder. También hay las que pudieron ser buenas pero algo falló, como Superman Returns, X-Men 3 o V for Vendetta, y las que no son superhéroes y por tanto nadie se enteró que estaban basadas en cómics: Ghost World, Road to Perdition, A History of Violence, Men in Black, From Hell, The League of Extraordinary Gentlemen, o incluso Rocketeer.
Y las mencionadas ni siquiera son una lista completa. Habría que añadir Asterix, Sin City, American Splendor, G-Men from Hell y muchas más. Si revisan la lista de películas mencionadas, notarán que abarcan distintos géneros, así que tal vez no sea justo agruparlas en la misma categoría sólo por haber sido adaptadas de un cómic. No conozco a nadie que pueda listar las películas estrenadas este año que sean adaptaciones de una novela, ni a nadie que las pueda distinguir de las creadas a partir de un guion original. ¿Por qué hacerlo con las adaptaciones de cómics?
Creo que es un caso de autodiscriminación de parte de algunos fans y prensa especializada. ¿Por qué insistir en etiquetar y separar todo lo relacionado con cómics? ¿Orgullo? ¿pena? ¿egoísmo? ¿Deberíamos disfrutar más una película por estar basada en un cómic? Quiero pensar que no. Existen muchas historias que temáticamente están relacionadas con el medio sin tener ninguna liga con el mismo, o aquellas que después se relacionan para seguir explotando sus propiedades.
The Incredibles no tiene que ver con cómic alguno, y sin embargo no conozco a un sólo lector de cómics que no la haya disfrutado. The Matrix muestra una gran influencia comiquera, sobre todo en su estilo narrativo y en la construcción de personajes, pero su relación directa con el medio se dio después de su concepción. O lo que es lo mismo: no deberíamos juzgar la calidad de las películas de cómics de manera general, sino una por una, tal y como haríamos con cualquier otra película.
Alguna vez un amigo me comentó que su preocupación por las malas adaptaciones era que la gente "normal" (término usado para referirse a aquellos que no disfrutan del arte secuencial, ya sea por decisión propia o por mera ignorancia), después de ver una película "de cómics", pudiera llegar a la errónea conclusión de que el material de origen es igual de malo y descartase a los cómics como malos o mediocres. Y no dudo que pase, pero no creo que sea un problema exclusivo de los cómics.
Si usamos el mismo argumento para juzgar, por ejemplo, las novelas de Stephen King, podríamos llegar a la errónea conclusión de que todos sus libros, excepto tal vez (dependiendo de cuál de las dos películas hayan visto) The Shining (El Resplandor), son una basura. Alguna vez descalifiqué a Michael Crichton por lo malas que eran las películas basadas en sus libros, pero en cuanto pude leerlos entendí que las malas películas son responsabilidad de Hollywood y no de quien creó o escribió el material original.
¿Cómo puedo acusar de trabajar mal a una industria que tiene más de ochenta años funcionando? El problema radica justo en lo mucho que ha crecido Hollywood en todo este tiempo. Al principio el proceso para llevar una historia al cine era relativamente simple. Entiendo lo complejo del proceso y no pretendo menospreciarlo, esto es sólo con fines argumentativos. Los involucrados eran, a grandes rasgos, un productor, un guionista, y un director.
El proceso podía variar en el orden en que se involucraran estos personajes: un productor que contrataba a un director para hacer tal o cual película, un director ofreciendo algún proyecto al productor, o un guionista tratando de vender su historia a un director o productor. Había reuniones, se ultimaban detalles y se filmaba la película. Los problemas y complicaciones de la realización no han cambiado tanto y no son el objeto de este texto, así que dejémoslo ahí, en el origen del proyecto.
Hoy día hay muchísima gente involucrada en las diferentes etapas de desarrollo de una película. Donde antes la decisión de aprobar un proyecto dependía del productor (que arriesgaba su dinero), ahora deben pasar por una red burocrática en que todos opinan o se oponen a distintos aspectos de su realización. Contadores, mercadólogos y abogados no tienen idea, creativamente hablando, de lo que significa contar una historia, pero sus voces cargan mucho peso en el resultado final e incluso pueden matar un proyecto antes de que inicie su producción.
A lo que voy: mientras en un cómic o novela gráfica hay un número reducido de creadores (escritor y dibujante, básicamente) y un solo editor a cargo de revisar y aprobar su trabajo, en una película hay decenas de personas que deben ponerse de acuerdo antes de filmar nada. Y la obligación de obtener ganancias puede provocar que se añadan o eliminen elementos narrativos y de contenido a cualquier proyecto. Aquí entran el product placement y los acuerdos de licencias y merchandise.
Suponiendo que guionista y director logren sortear esa maquinaria burocrática e iniciar la filmación, queda la interrogante de si son la gente adecuada para el proyecto. Tal vez ninguno de los dos conozca el cómic, lo que puede resultar en una película que tenga poco o nada que ver con el material de origen. O quizá lo conocen pero prefieren "reinterpretarlo" de modo que resulte casi irreconocible. Y tampoco podemos descartar la posibilidad de que todos los involucrados en la parte creativa sean conocedores y apasionados del cómic, en cuyo caso sólo queda esperar que su habilidad y capacidad estén a la altura de su entusiasmo.
Existen casos de escritores de cómic que han incursionado como guionistas de cine (o viceversa, pero eso es tema aparte), dibujantes que han trabajado como diseñadores de producción, e incluso autores de cómic que han hecho las veces de cineastas. Los resultados de sus esfuerzos varían de proyecto a proyecto, lo que es claro indicativo de que estar familiarizado con el material y los recursos temáticos y narrativos de un cómic no es garantía de estar capacitado para trasladarlos a otro medio.
En fin. Esta larga perorata se puede resumir utilizando un cliché: Tal vez la mayoría de las películas basadas en cómics sean basura, pero eso se debe a que la mayoría de las películas producidas son basura. Y me atrevería a ir un poco más lejos. Si juzgamos por separado, el porcentaje de malas películas de cómics en relación a las que se producen es bastante menor al de malas películas "serias" de entre el total de cintas producidas.
La recomendación que haría al respecto es bastante simple. Si se enteran que uno de sus cómics favoritos será llevado a la pantalla grande, no se hagan ilusiones. Eviten crearse falsas expectativas y evitarán salir decepcionados. Si la película sale bien, la disfrutarán. Si no, tendrán el consuelo de saber que, a diferencia de otros miembros de la audiencia, ustedes si han disfrutado de la versión original de la historia. O, si prefieren, piensen que a los videojuegos les ha ido mucho peor.
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