viernes, 10 de diciembre de 2004

La Importancia de los Nombres

El sábado pasado, escuchando el programa de "Los Muchachos", en Reactor 105 (105.7 en la Ciudad de México), "El Sopas", uno de los locutores, leyó una nota de Gonzálo Guillén sobre algunos nombres extravagantes que se pueden hallar al ojear un directorio telefónico en Ecuador. Desde marcas comerciales, como Vick VapoRub o Land Rover, hasta declaraciones de amor u orgullo paterno como Niña de mis Ojos, Amor de mi Vida, o Semen de los Dioses, son sólo algunos ejemplos de los inusuales nombres que uno se puede encontrar.

La verdad es que hay algunos casos en que cuesta trabajo creer que realmente alguien le puso ese nombre a su hijo(a), sobre todo al escuchar aquellos relacionados con el fútbol, deporte muy popular por aquellas latitudes. Dos a Uno, Campeón Invicto, Victoria Apretada, o Justo Empate son algunos casos de fanatismo llevado al extremo. Pero no se trata de un fenómeno exclusivo de Ecuador.

En algunas regiones de México se acostumbra bautizar a los niños por sucesos relevantes para los padres o en honor a otra persona u objeto con que o quien se considere estar en deuda. Así, por ejemplo, en Oaxaca, se pueden escuchar nombres como Bicicleta, Triciclo, Alacena, Pozo, etc. O peor aún si siguen el santoral. Esto podría no tener nada de malo, pero a veces los padres sólo cuentan con el calendario como referencia y no se toman el tiempo para decidir entre las opciones disponibles para cada día.

Peor aún si su única referencia es un calendario que no incluya más de una opción y el niño nazca en un día feriado. Aniv de la Rev es un nombre más común de lo que se pudiese creer y en lo personal agradezco haberme salvado de ser bautizado como D de la Band.

Tampoco hay que olvidar los nombres que aparecen como moda. No es inusual encontrarse con algún hombre de 33 o 34 años que lleva el nombre de uno de los integrantes de la selección brasileña de fútbol que participó en el mundial México 70, como Edson o Gerson, por ejemplo. En años recientes, la televisión se ha convertido en una importante fuente de inspiración para padres. No es raro toparse con niños de 10 o 12 años que responden a nombres como Brandon (Beverly Hills 90210) o Kevin (The Wonder Years).

Otros nombres de origen anglo-sajón se han vuelto también de uso común, tales como Brayan (deletreado así, nada de Brian o Bryan), o Irvin. En el programa mencionado se contaron también anécdotas involucrando nombres como Eminem o Bradpitt (así, de corrido).

En mi generación (ubiquémosla como el grupo de edad entre 25 y 35 años, para no entrar en detalles) se dio un caso curioso, pues nuestros nombres parecen ser resultado del boom de las telenovelas a principios o mediados de los setenta. Siempre ha sido motivo de chistes el uso de combinaciones de nombres para identificar a los personajes de dicho género televisivo, a veces resultando pretensiosos y en otras siendo simplemente patéticos.

¿Ejemplos? Francisco Antonio, Pedro Javier, Juan Jesús y demás combinaciones por el estilo. Claro que son originales, pues nadie sería capaz de bautizar así a uno de sus hijos, ¿o si? El caso es que la mayoría de varones (las niñas parecen haberse salvado de esta moda) de ese grupo de edad tenemos dos nombres. Algunas combinaciones son más afortunadas que otras, pero al menos a todos nos queda el consuelo de tener una opción para decidir el nombre que queremos usar. A veces.

Escoger el nombre del futuro niño es parte de las responsabilidades que implica ser padre, y hay que recordar que es un nombre que usará toda su vida, o al menos hasta que tenga edad suficiente para realizar los trámites que implica cambiarlo de forma legal. Tal vez el mejor consejo, a manera de broma, sea el comentario usado por Cepillín, ”El Payasito de la Tele”, que cada vez que escuchaba o leía uno de estos nombres inusuales decía: “Si no los quieren, ¡Regálenlos! Pero no les pongan esos nombres...”

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