OK, primero lo primero. Una disculpa por la ausencia de posts en las pasadas dos semanas pero estaba sufriendo algunos problemas de conectividad que por fortuna ya quedaron resueltos, así que podemos pasar a otra cosa.
¿Como explicar la fascinación de la teleaudiencia en nuestro país con los Reality Shows? ¿En que momento puede resultar mas emocionante ser testigo de otra vida que protagonista de la propia?Solía atribuir este fenómeno a un estado de incorformidad o insatisfacción con la vida propia, escapismo en su máxima expresión. Pero ya no estoy tan seguro. Tal vez esa teoría podría aplicar al caso de las telenovelas y dramatizaciones de "casos de la vida real", tan populares en algunos sectores de la población, pero los Reality Shows van aún más allá.
Históricamente los rumores y "secretos" sobre el prójimo han jugado un papel muy importante en la vida del hombre en sociedad. Podríamos prácticamente decir que el ser humano es "chismoso" por naturaleza. El advenimiento de los medios masivos de comunicación vino a darle una dimensión totalmente nueva a esta fascinación. Un claro ejemplo de esto son los tabloides sensacionalistas, publicaciones dispuestas a desembolsar fuertes sumas de dinero a cambio de evidencia física o testimonial de los detalles "ocultos" de la vida de celebridades de diferentes ámbitos.
Políticos, empresarios, cantantes, actores y miembros de la Realeza son permanentemente asediados por paparazzis y reporteros a la caza de cualquier situación que pudiera convertirse en una “historia”. La aparición de la televisión provocó un incremento aún mayor de esta particular forma de entretenimiento. Las versiones televisivas de los tabloides amarillistas pronto se volvieron populares por todo el mundo pero eso no era suficiente. ¿Por qué conformarse con estar al tanto de hasta el último detalle de la vida de las celebridades? ¿Por qué no adentrarse también en la vida de la gente común?
Paralelamente a los teletabloides se dió la aparición de los Talk Shows. Entre estos surgió un sub-género dedicado a la explotación de temas como conflictos familiares o disputas entre vecinos o compañeros de trabajo. Disfrazados de programas periodísticos de fondo estos Talk Shows recurren a toda clase de trucos y estratagemas para hacerse con mayores ratings. Una práctica común consiste en reunir a las partes de un conflicto y enfrentarlas para provocar una confrontación que es transmitida "en vivo". Pero parece que esto tampoco es suficiente.
Lo que nos lleva a los Reality Shows.
Tengo entendido que éstos tuvieron su origen en Internet. A alguien se le ocurrió un buen día conectar una webcam que transmitiese las 24 horas del día desde su casa. Después alguien más decidió hacer lo mismo con más de una cámara, hasta que la proliferación de estas transmisiones llamó la atención de la gente de la televisión, quienes decidieron adoptar la idea.
Básicamente existen dos variantes de Reality Shows. En la primera de ellas las cámaras acompañan a los protagonistas para registrar el acontecer cotidiano de sus vidas, como en The Osbournes. En la otra todo se desarrolla dentro de un ambiente controlado, normalmente una casa, en la cual hay una gran cantidad de cámaras ubicadas estrategicamente para registrar todas las incidencias en su interior, como en Big Brother. Y es éste último caso el motivo de este comentario.
Por principio de cuentas me parece que el término Reality Show es incorrecto. No es posible esperar que la gente se comporte del mismo modo que acostumbra cuando sabe que hay una cámara registrando sus acciones. Y menos aún si se encuentra en un entorno ajeno al propio, un habitat artificial. Y en el caso particular de Big Brother México resulta de especial interés el que resultase de mayor éxito la variante del programa que involucra a celebridades en lugar de gente común y corriente.
Conozco bien aquella frase de que cada pueblo tiene la televisión que se merece pero carajo, ¿que tan patética necesita ser la vida de alguien para que decida refugiarse en la contemplación de un simulacro de la vida “normal” de alguien más?
En fin. Recuerdo que cuando este programa llegó a nuestro país me molestó bastante la idea de que alguien hubiera robado y corrompido un concepto tomado de una obra tan importante como lo es 1984 de George Orwell. Pero ahora más bien lo encuentro irónico. Después de todo, Big Brother se ha convertido en un mecanismo de control de las masas. Tal vez Orwell lo encontraría divertido. Yo no.
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