La Consejera de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Condoleezza Rice, compareció este jueves ante el Comité Especial que investiga los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. En su declaración, Rice señaló que, aunque desde un principio “la primera, principal y prioritaria directriz en política de seguridad de la administración Bush no era Rusia, ni la defensa antimisiles o Irak, sino la eliminación de Al Qaeda”, su país “estaba ciego a lo que estaba por suceder.” La Consejera Rice compareció bajo juramento por tres horas, y rebatió incesantemente a quienes acusan al presidente Bush de ignorar la amenaza representada por Osama Bin Laden y sus seguidores.
Hizo alusión específica a las declaraciones realizadas hace unas semanas por Richard Clarke, ex asesor de la Casa Blanca en materia de terrorismo. Clarke habló de un memorándum elaborado por el y entregado al presidente Bush y sus asesores el 6 de agosto de 2001, en el cual se aludía a la existencia de células terroristas en territorio estadounidense y sus posibles planes de ataque. Rice reconoció que el informe hablaba de posibles ataques dentro de los EU, pero sólo hacia referencias históricas a las actividades de Al Qaeda y no especificaba la posibilidad de un ataque inminente. “Era especulativo y no incluía una advertencia”, señaló.
Rice achacó los problemas en la seguridad estadounidense a fallas estructurales en los servicios de inteligencia y a trabas legales y burocráticas heredadas por el gobierno del presidente Bush. “Teníamos un problema estructural que nos impidió unificar la información que había sobre posibles atentados”, subrayó. Se refirió también al hecho de que el gobierno de su país tiene “una cultura y una historia” contraria a permitir que los servicios de inteligencia investiguen a los ciudadanos norteamericanos. (Información tomada de un comunicado de la agencia EFE)
No es la primera vez que un colaborador de Bush afirma que el presidente estaba maniatado y no pudo tomar las acciones necesarias para prevenir los atentados. Tampoco es la primera vez que culpan a sus servicios de inteligencia por no proveer la información adecuada a tiempo. Pero es la primera vez que alguno de ellos insinúa que harían un mejor trabajo si les permitieran un mayor control sobre las vidas de sus compatriotas. Si sumamos a esto la reciente campaña del gobierno por hacerse con un mayor control del contenido en los medios, empieza a surgir un patrón.
Cuando se dió el escándalo de Janet Jackson por su “destape” durante el medio tiempo del Super Bowl todo mundo se preguntaba quien podría beneficiarse con el alboroto. Ciertamente ni Janet Jackson ni Justin Timberlake, su “cómplice”. Tampoco MTV, productores del espectáculo de medio tiempo ni Viacom, su empresa madre. Tampoco las cadenas de televisión que transmitieron el evento.
Un amigo me señaló entonces que el único beneficiado sería el gobierno, pues lo natural sería pedir implementar un mecanismo para evitar actos “espontáneos” durante una transmisión en vivo, sobre todo considerando que el escándalo se dio justo al inicio de la temporada de premios. ¿Quién no recuerda el discurso de Michael Moore en los Oscar del 2003? O el caso de Howard Stern ¿Cuántos años le tomó a las autoridades llegar a la conclusión de que su programa radiofónico era “indecente y ofensivo”? ¿Y la famosa Primera Enmienda, de la que tanto se vanagloriaban los comunicadores estadounidenses? El propio Stern ha dicho que es como volver a tiempos del McCarthysmo.
Esto se parece cada vez más a las fantasías paranoicas de Orwell o Dick. Empecé estos comentarios como una broma, pero estoy empezando a perderles el chiste. Es Big Brother una y otra vez.
Y en un punto relacionado, Peter David ofrece un peculiar punto de vista sobre la decisión de Bush y el VP Cheney de sólo presentarse a declarar juntos... y ya que estén por allá, chequen también los comentarios que hay después... Hay un par que pueden resultar igualmente divertidos.
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