Estamos a menos de dos semanas del estreno de Star Wars: The Force Awakens, así que una aparición pública de George Lucas resulta llamativa, aún si no tiene relación alguna con la popular saga de fantasía espacial que creó hace casi cuarenta años.
Este fin de semana el famoso director y productor será motivo de un homenaje del Kennedy Center como reconocimiento a su trabajo para el desarrollo del cine y tecnologías fílmicas, y a raíz de ello fue objeto de una extensa entrevista en el diario Washington Post (pueden leerla completa, en inglés, en este enlace), misma que quizá hubiese pasado desapercibida para los fans de Star Wars de no ser por un pequeño pasaje recogido por sitios especializados y que ha sido motivo de quejas y discusiones.
En el segmento en cuestión, Lucas discute las llamadas ‘ediciones especiales’ de la trilogía original, y hace alusión a algunos de los cambios que hizo. El tema que ha generado mayor polémica respecto a los “arreglos” que el director hizo a las películas es, sin duda, la escena entre Han Solo y Greedo en la cantina de Mos Eisley. Han es amenazado por Greedo, un cazarrecompensas que piensa entregarlo a Jabba the Hutt, y no tiene problema alguno con llevar un cadáver.
En la versión original, estrenada en 1977, Han intenta ganar tiempo hablando mientras por debajo de la mesa prepara su bláster y mata a Greedo antes de que éste tenga oportunidad de hacer antes lo propio. Pero en la edición especial, Greedo dispara una fracción de segundo antes, aunque falla el tiro y es abatido por Han. Esto molestó mucho a los fans de la saga, quienes lo consideran casi un sacrilegio.
En la entrevista, Lucas defiende su decisión, pues afirma que mostrar a Han disparando primero es algo que va “contra los principios de Star Wars”. Esto fue lo que dijo:
“Han Solo se iba a casar con Leia, así que de pronto echas un vistazo atrás y piensas, ¿es necesario que sea capaz de matar a sangre fría? Y pensando mitológicamente, me pregunté si debía ser un vaquero, alguien como John Wayne. Y decidí que sí, tenía que ser como John Wayne. Y si tú eres John Wayne, tú no vas por ahí siendo el primero en dispararle a los demás… los dejas que disparen primero. Es una realidad mitológica a la cual espero que la sociedad preste atención.”
Resulta curioso que en la misma entrevista hable de cómo aprendió que para poder apreciar Star Wars tuvo que dejarla ir… El caso es que, a más de 15 años de haber desatado la ira de los fans con aquella edición, Lucas ha vuelto a remover las aguas. Podríamos pasar horas discutiendo el tema, o incluso debatiendo sobre el argumento que presenta, pero es demasiado fácil. Han no necesita ser un santo para casarse con Leia, quien no parece tener problema alguno en involucrarse con un rufián.
Además, la comparación con John Wayne… dejémoslo en que parece que el buen George no ha visto suficientes westerns protagonizados por el legendario actor. Para hacerse una idea de qué tan bajo cayó Lucas en la percepción de los fans, sólo consideren que cuando vendió los derechos de sus creaciones, la gran mayoría de los fans alrededor del mundo aplaudieron el hecho, aún cuando la puso en manos de una compañía que muchos consideran una malvada corporación multinacional.
Como sea. El caso es que las reacciones de los fans que pude ver en distintos sitios web y redes sociales me llevaron a reflexionar un poco acerca de la naturaleza del fandom y esa curiosa actitud propietaria que se suele adoptar en relación a las cosas que nos gustan. Algo similar ocurrió hace algunas semanas, cuando Marvel Comics anunció que Rob Liefeld trabajaba en una nueva historia de Deadpool. No importa que se trate del co-creador del personaje, ¿cómo puede Marvel permitir que le ponga las manos encima a Deadpool?
Hay dos entendidos comunes cuando se habla de arte. Y sí, me voy a referir al cine y los cómics como arte, hagan lo que quieran. Uno, que toda obra es reflejo del entorno en que fue creada (lo cual no sólo se refiere a la sociedad en general, sino a la situación de su autor al momento de gestarla), y dos, que toda obra merece una valoración subjetiva basada en la relación que a través de ella se da entre el creador y su audiencia. Se dice también que el artista renuncia a su obra una vez que la hace pública, pues esta deja de ser suya para pertenecer a la humanidad en su conjunto.
Más allá de lo pretencioso de los planteamientos anteriores, creo que hay mucho de cierto en ellos. En el caso de Star Wars, hay que recordar que la idea surgió a mediados de los años setenta. Lucas era un joven cineasta sin experiencia, y a pesar de venir de una familia económicamente solvente, trataba de abrirse paso en un mundo hostil y complicado. ¿Debiera sorprendernos que uno de sus héroes fuera un rebelde sin respeto por las autoridades, y dispuesto a romper las reglas para hacer las cosas?
Es evidente que George era una persona muy diferente en los noventa. Convertido en una de las figuras más influyentes y reconocidas de Hollywood, ahora era parte del establecimiento. ¿Por qué habría de tolerar a esos rebeldes que sólo buscan romper las cosas para abrirse paso? Es natural que se sintiera incómodo con la conducta de su viejo héroe/antihéroe, y asumo que es algo normal para varios creadores. La diferencia es que él sí estaba en posición de hacer algo al respecto.
Pero el tema es, ¿tenemos razón los fans al pensar que todas estas obras y personajes nos pertenecen? Claro, son las grandes corporaciones quienes siguen llenándose los bolsillos con su difusión y explotación, pero no deja de llamarme la atención lo posesivos que pueden llegar a ser los fans más extremos. Supongo que la actitud de denostar y menospreciar a los newbies y diletantes que no son “verdaderos fans” de nuestros hobbies es otra manifestación del mismo fenómeno. Es nuestro hobby, nuestra afición, nuestro club privado.
Antiguamente se hablaba de la dificultad de los ñoños para salir del guetto que representaba nuestro particular rincón de la cultura popular, pero hoy día tengo la impresión de que somos nosotros mismos los que no queremos ninguna clase de integración, como si esperásemos algún reconocimiento de que siempre tuvimos la razón y el resto del mundo nos debiera una disculpa. No es de extrañar que, en mayor o menor medida, se nos siga viendo como bichos raros.
Ustedes, ¿qué opinan?
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