Un elemento permanente en los cómics, sobre todo en su género más popular, el de superhéroes, es el de la continuidad. Pero, ¿qué es y para qué sirve?
Quien haya tenido oportunidad de leer cómics viejos, digamos cualquier cómic de superhéroes anterior a 1960, habrá notado una peculiaridad en sus historias: no quedan en continuación. Ése era un elemento importante del cómic en sus inicios: era un medio muy accesible. No necesitabas conseguir todos los números de un título, seguirlo mes a mes, o estar al día con las aventuras pasadas de tu héroe favorito. Podías llegar al puesto de revistas o local de tu preferencia, elegir un cómic cualquiera, y listo, tenías un bocadillo de entretenimiento completo.
La numeración de cada título era un elemento administrativo para las editoriales, pues los cómics podían leerse de forma individual o incluso en desorden, y no era necesario tener antecedentes de una historia o estar al tanto de lo ocurrido en números anteriores. Sin importar qué pasara en cada número, el status quo era el mismo y no había cambios ni en el personaje principal ni en su entorno. Había excepciones, claro, pero en términos generales no había historias multipartes que requirieran leer más de un número para entenderlas.
Con el tiempo las historias se fueron haciendo más elaboradas y aparecieron autores con mayores ambiciones creativas. Cuando en 1961 apareció Marvel Comics (antes Timely y Atlas), trajo un cambio notable. Su primer título fue Fantastic Four, obra de Stan Lee y Jack Kirby, y pronto se hizo evidente que sus historias tenían una continuidad, es decir, iban ligadas una tras otra de forma continua, y la numeración se volvió importante pues indicaba, al menos, el orden de lectura.
Lee y Kirby desarrollaron a sus personajes de forma más completa, pues la continuidad les permitía crearles un pasado y construir historias sobre lo que había venido antes. Esa forma de contar historias se repitió en otros títulos de la editorial, como The Amazing Spider-Man, X-Men, Daredevil o The Avengers. Aunque las historias tenían relación con historias pasadas, era posible entender a la perfección cada número de forma individual, pero la posibilidad de leer varios números en secuencia enriquecía la experiencia de lectura.
Tal vez el cómic que mayor provecho sacó a esta nueva continuidad fue Spider-Man. Desde su primera aparición, en Amazing Fantasy #15) Stan Lee planeó que las acciones y hechos que narraba tuvieran consecuencias. El asesinato del tío Ben y el sentimiento de culpa que éste causó en Peter Parker se convirtieron en el motor emocional de las historias que siguieron, y no sólo por ser la motivación principal tras las acciones del héroe, sino porque las consecuencias también afectaron a sus personajes secundarios.
Batman, por ejemplo, es motivado por el deseo de impedir que otros sufran lo mismo que él al perder de forma violenta a sus padres. Pero fue una decisión personal en la que nadie más se involucró. No tiene más familia. Nadie (fuera de Alfred, que no tendría desarrollo como personaje por muchos años) que comparta su secreto. Nadie que entienda su dolor y frustración, la rabia que dio paso a su motivación/obsesión.
Por otro lado, Superman es un huérfano, el último sobreviviente de una civilización extraterrestre, criado por una pareja de granjeros, aislados de la sociedad o de un entorno que permitiera una mayor interacción entre Clark y otras personas. Nadie sabe la verdad sobre su origen o habilidades superhumanas. Su única motivación para actuar como lo hace es la educación que recibió. ¿Qué tan diferente hubiese sido todo si Bruce Wayne tuviera familia? ¿O si los Kent tuviesen un hijo o vivieran en una ciudad?
Eso es parte de lo que hacía diferente a Peter Parker. Obtuvo sus poderes por accidente y su doble vida es un secreto, pero el trágico evento que lo marcó para siempre y es su principal motivación para ser un héroe tuvo consecuencias en su entorno: ahora la tía May es viuda y tiene problemas de salud. Tras la pérdida del hombre de la casa ambos tienen problemas económicos y Peter necesita un trabajo.
Repartir su tiempo entre la escuela, el trabajo y su otra identidad lo lleva a cierto ostracismo social, a exacerbar los problemas que ya tenía por ser el nerd de su clase, eternamente menospreciado por sus compañeros. La existencia de una continuidad convierte a esos elementos en detonantes de más historias y subtramas, al tiempo que crea un subtexto más complejo dentro de las historias.
En los 1970 se vivió la primera etapa "adulta" del cómic de superhéroes. Muchos autores crearon entornos más realistas para los personajes, dieron más desarrollo a personajes secundarios y trabajaron historias secundarias a lo largo de varios números. Green Arrow adquirió una conciencia social que creció y se radicalizó con el paso de los números. Batman se volvió más introspectivo conforme se sumergía en la oscuridad del bajo mundo de Gotham, los X-Men volvieron con historias más complejas y hubo muertes de personajes secundarios.
Para los 80, algunos autores sintieron la necesidad de contar historias finitas, y surgieron las miniseries y novelas gráficas (al menos en lo que a superhéroes se refiere. Eisner y otros autores independientes llevaban mucho tiempo trabajando en ese formato). Los temas podían ser parte del canon de otros títulos, introduciendo nuevos personajes o explorando a fondo a personajes secundarios, o bien se trataba de historias independientes y sin relación con otro título.
Algunos de esos trabajos son considerados como parteaguas del género y la llegada a la madurez del medio: Watchmen y The Dark Knight Returns, además de historias de otros géneros realizadas por autores conocidos por su trabajo en superhéroes, como Camelot 3000, Ronin. Pero también durante esa década empezaron a manifestarse las primeras complicaciones de trabajar una continuidad en títulos con décadas de existencia.
Durante los 60 en Marvel, Stan Lee escribía la mayoría de los títulos y no era tan difícil mantener las historias sin contradicciones, pero dos décadas más tarde, con el ir y venir de autores con estilos y visiones diferentes, era cuestión de tiempo que incongruencias y contradicciones empezaran a volverse notorias, además de los problemas implícitos en usar un tiempo relativo dentro de la ficción. ¿Cómo es que Franklin Richards seguía siendo niño quince años después de nacer? ¿Por qué Peter Parker seguía ren la escuela veinte años después de que lo conocimos?
Las dificultades para conservar el orden causaban cada vez más contradicciones en las historias. Un villano que había ingresado a prisión en un título estaba libre en otro, un héroe que tenía una aventura en otro planeta era visto el mismo mes en Nueva York. Personajes "muertos" aparecían de nuevo sin explicación. Marvel tenía una estructura editorial vertical que le daba mayor control sobre el contenido de sus historias, además de un ingenioso sistema para lidiar con las pequeñas complicaciones: los no-premio.
Cuando aparecía un error o incongruencia en una historia, se invitaba a los lectores a buscar una explicación que eliminara el error de forma satisfactoria, como si nunca hubiera existido. La mejor excusa o pretexto era publicada en la sección de cartas y al autor se le concedía un no-premio, pues no era posible premiar a alguien por descubrir y explicar un error que no lo era.
DC tenía una estructura diferente y era difícil coordinar contenidos o implementar algo similar a los no-premios. Al principio crearon el multiverso, mundos paralelos que permitían usar una excusa tan simple como "eso pasó en otro mundo" para explicar errores. Pero abusaron de la idea y cometieron el error de hacer interactuar a personajes de mundos paralelos. Eso causó contradicciones e incongruencias, y los directivos de la editorial decidieron limpiar el bagaje de una vez por todas, lo que llevó en 1985 a la Crisis en las Tierras Infinitas.
Esa maxiserie unificó a todos los mundos paralelos y creó una sola línea temporal que puso orden a la cronología oficial del Universo DC. Fue una solución temporal, pues pronto empezaron a aparecer nuevos errores de continuidad. Casi diez años después intentaron repetir el ejercicio con Hora Cero, pero los problemas persistieron. El más reciente intento por reordenar el Universo DC fue la Crisis Infinita, pero fue una idea tan poco inspirada que seguro ocasionará más problemas que los que resolvió.
Lo que me lleva a preguntarme, ¿Qué tan importante es la continuidad en los cómics? Marvel ha optado por ignorar lo que no encaje en el contexto actual de sus historias, y los fans no hacen mucho ruido al respecto. DC insiste en "mantener" una congruencia que jamás ha tenido, lo que ha sido pretexto para tres "eventos", que incrementaron los ingresos de la editorial pero causaron frustración en sus más fieles seguidores. ¿Qué es mejor? ¿Seguir la ruta Marvel e ignorar lo que no encaje? ¿Buscar otra corrección en 2016? ¿Empezar de cero otra vez?
A mi parecer se le da demasiada importancia a un problema que sólo es tal cuando se le señala tan marcadamente. Creo que lo mejor sería enfocarse en contar historias de la mejor forma posible sin tener que revisar décadas de archivos para tratar de no contradecir historias que a veces nadie recuerda. ¿No sería divertido poder leer una historia de cualquier personaje sin necesitar veinte años de antecedentes para disfrutarla? Quiero pensar que sí.
Pero mientras las editoriales consideran sus opciones, es bueno saber que existe una enorme oferta de material de lectura libre de restricciones de continuidad, tanto dentro como fuera del género de superhéroes.
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