Esta semana parece haber estado plagada de hechos violentos más notorios que los que usualmente ocupan las noticias. Si contamos desde el viernes pasado podemos empezar con el juego de basquetbol entre los Pistones de Detroit y los Pacers de Indiana.
Cuando faltaba menos de un minuto para el final del juego, Ron Artest cometió una dura falta a Ben Wallace, lo que casi provoca una bronca. Artest abandonó la duela, pero cuando estaba recostado en la banca un aficionado le arrojó una botella de plástico. Furioso, Artest se lanzó a las gradas, seguido por algunos de sus compañeros, e inició una bronca entre jugadores y aficionados.
Tras revisar los hechos, David Stern, comisionado de la NBA, anunció sanciones para los jugadores involucrados en la trifulca. Dichas sanciones varían en cada caso desde 5, 20 y 30 partidos, y en el caso particular de Artest, hasta 73 partidos de suspensión. El sindicato de jugadores apelará la sanción, pero lo que me sorprende es que haya sanciones a los administradores del Auburn Hills Palace, escenario del juego y la bronca. ¿Cómo explicar la nula seguridad en la arena? Y aun si hubiese habido seguridad, es muy probable que el botellazo hubiera tenido lugar.
Hay quienes proponen dejar de vender cerveza en los escenarios de espectáculos deportivos, pero ésta constituye una de las principales fuentes de ingresos para dichos escenarios, así que es poco probable que eso suceda. Además, suponiendo que se terminara la venta de alcohol en dichos escenarios, eso no tiene nada que ver con la desmedida reacción de Artest y sus compañeros. Para los aficionados al arte, aquí pueden encontrar una pieza basada en el Guernica de Picasso alusiva a la bronca.
Las causas pueden ser muchas, pero supongo que en el fondo se trata de la necesidad de ventilar frustraciones por parte del público. Lo que es claro es que en ocasiones se rebasan líneas que no deberían ignorarse. Algunos analistas señalan que era sólo cuestión de tiempo antes de que algo así sucediera dada la cercanía entre el público y la cancha en los encuentros de la NBA, pero la liga tiene muchas décadas jugando en escenarios con esa mínima distancia entre público y jugadores sin que jamás se hubiese presentado un percance.
Me viene a la mente una serie de play offs entre el propio equipo de Indiana y los Knicks de Nueva York, donde se presentó un enfrentamiento verbal entre Reggie Miller, estrella de los Pacers, y Spike Lee, el controvertido cineasta neoyorkino que posee un asiento reservado en la primera fila del Madison Square Garden para todos los juegos de los Knicks. En pleno juego Lee gritaba toda clase de insultos y molestos comentarios a Miller tratando de romper su concentración.
La respuesta del jugador fue mostrar mayor concentración en el juego, anotar más canastas, y dedicárselas a Lee. De vez en tanto también respondía verbalmente, pero la confrontación entre ambos nunca fue más allá. Entonces, ¿cuál fue el detonante en esta ocasión? ¿El estrés? Éste era un juego de temporada regular, y la actual temporada de la liga tiene sólo un par de semanas de haber iniciado, así que no tiene mucho sentido. Sea cual sea la razón para este comportamiento espero que se trate de un caso aislado.
Y no es que me moleste la violencia, pero es que si tuviera ganas de ver deportistas golpeándose, pues siempre me ha gustado el hockey. También es bien sabido que no hay deporte más catártico en términos de violencia que el rugby. Y si lo que se desea es ver contacto físico reglamentado, pues siempre está el box (aunque no es un deporte que me agrade mucho) o el fútbol americano. Lo que me lleva al otro bochornoso incidente del pasado fin de semana.
El sábado pasado se presentó una bronca al final de un partido de fútbol americano entre las universidades de Clemson y South Carolina. En el último cuarto los jugadores de ambos equipos se enfrascaron en una batalla campal que tomó a los entrenadores y cuerpos de seguridad varios minutos poder separar. Esto opacó la despedida del coach Lou Holtz, de South Carolina, que a los 67 años anunció su intención de retirarse al final de esta temporada. Éste fue su último partido de campaña regular y sólo resta un tazón para finalizar su relación con el equipo.
Pero el hecho tal vez más triste y penoso se dio en una colonia rural de la delegación Tláhuac, en la Ciudad de México. Pero eso es algo que, una vez más, requerirá un post independiente para tratarlo a fondo.
Agrega a la lista las tres faltas peronales fuera del campo en el juego de ayer entre Philadelphia y NY Giants.
ResponderBorrar... y a la señora que descontaste ayer mientras jugabamos amricano ;-)
Lo de Filadelfia y Nueva York realmente no tiene nada de raro dada la añeja rivalidad entre los diferentes equipos de ambas ciudades, incluso se podría decir que esa clase de incidentes son de esperarse. Además de que sin hockey profesional los fans de esas dos ciudades en particular necesitan algún espectáculo con el mismo nivel de agresividad como compensación.
ResponderBorrarY lo de la señora, bueno, pudo haber sido peor. Que diga que le salió barato porque yo no iba ni de frente ni encarrerado. :P