jueves, 24 de marzo de 2005

El Derecho a la Muerte

Una historia que ha generado gran atención de los medios en los últimos días es la de Terri Schiavo. En febrero de 1990 un desequilibrio químico provocó un colapso a Terri, entonces de 26 años. Durante cinco minutos se interrumpió el flujo de oxígeno a su cerebro, lo que provocó daños permanentes. Una corte determinó que estaba discapacitada y nombró a su esposo, Michael, como su guardián legal.

Dos años después Michael Schiavo, tras consultar con especialistas, demandó a su médico, acusándolo de no haber diagnosticado a su esposa un desorden alimenticio que causó un desbalance en sus niveles de potasio, lo que llevó a su eventual colapso. Pero eso fue sólo el inicio de una disputa mayor con la familia de Terri.

Su padre, Robert Schindler, manifestó que no estaba de acuerdo con la noción de que su hija sufriera algún desorden alimenticio. y expresó públicamente sospechas de que Michael había tenido algo que ver con el colapso de Terri. Un juez del estado de Florida falló a favor de Michael y ordenó al médico acusado pagar un millón de dólares como indemnización. La mayor parte de ese dinero se usó para crear un fideicomiso para pagar la atención y cuidados de Terri.

En 1993 los padres de Terri intentaron quitar la custodia legal de su hija a Michael, alegando que éste no estaba haciendo lo suficiente para rehabilitarla, pero fallaron en su intento. En 1998, Michael solicitó ante la Corte que se retirase el tubo que alimenta a su esposa, alegando que ésta le expresó su deseo de morir si caía en un estado vegetativo. Sus padres afirmaban que respondía a su presencia, y por eso creían que la terapia podía hacerla reaccionar.

En febrero del 2000 un Juez de Circuito de Florida falló a favor de Michael y ordenó la remoción del tubo, que fue retirado el 24 de abril del año siguiente. Dos días más tarde fue reinsertado por orden de otro Juez de Circuito. En octubre de 2001, la Corte de Apelaciones del Segundo Circuito ordenó una pausa indefinida de toda acción hasta que se resolviera el caso. En 2002 hubo testimonios de cinco médicos.

Los dos médicos elegidos por los padres de Terri afirmaban que podía recuperarse. Los dos seleccionados por Michael, además de un tercero designado por la corte, testificaron que Terry estaba en un persistente estado vegetativo, sin esperanza de recuperación. En noviembre el Juez determinó la remoción del tubo para enero del 2003, pero detuvo la orden en diciembre ante otra apelación. El 15 de octubre el tubo fue removido por segunda ocasión, cumpliendo el dictamen de un año atrás.

Seis días después los legisladores de Florida aprobaron la "Ley Terri", que permite al gobernador Jeb Bush cancelar la orden del Juez y ordenar la reinserción del tubo. En 2004 la Suprema Corte de Florida declaró anticonstitucional la Ley Terri. El gobernador Bush apeló ante la Suprema Corte de los Estados Unidos, que rechazó la apelación el 24 de enero de este año, y se fijó la fecha del 18 de marzo para retirar el tubo.

El pasado viernes se cumplió con el dictamen mientras la Suprema Corte rechazaba una apelación de emergencia. El lunes 21 el Presidente George W. Bush firmó una ley aprobada por el Senado que transfiere la jurisdicción del caso a una Corte de Distrito de los Estados Unidos para su revisión. Durante los pasados dos días se han llevado a cabo toda clase de protestas, y los padres de Terri han sido rechazados tres veces por la Suprema Corte.

Uno de sus más recientes argumentos se basa en la declaración de una neuróloga que afirma que Terri no está en el persistente estado vegetativo diagnosticado por otros médicos. La Suprema Corte parece ya no querer involucrarse en el caso. Aún así, es probable que el día de hoy un Juez determine que el Departamento de Florida para los Niños y Familias asuma la custodia de Terri, con lo que el tubo sería reinsertado.

Pero, ¿sería esto correcto? Terri tiene quince años en cama. No puede hablar ni comunicarse en modo alguno. Su marido y un gran número de médicos consideran que su recuperación es imposible, y aunque es cierto que tiene respuestas motoras a ciertos estímulos externos, eso no quiere decir que todavía sea consciente de su entorno. Y entre más averiguo al respecto, hay un par de detalles que en verdad me molestan del caso.

Uno, que prácticamente toda la gente que está a favor de sus padres y apoya la idea de mantener a Terri con "vida" recurre sólo a argumentos de carácter religioso ("la vida es sagrada", "sólo Dios puede decidir el momento de nuestra muerte", etc.); y dos, que aun cuando las autoridades tomaron la decisión que a mi juicio es la más sensata, además de la más humana, la legislación de nuestro vecino país sólo les permite dejarla morir de hambre y sed.

Eso no es Eutanasia (Buena Muerte). Y en un país conocido por su laxo uso de la pena capital, resulta peculiarmente ridículo. Una mujer inocente que sufre una tragedia es dejada en agonía por varios días, mientras que un asesino en serie recibe la muerte de manera rápida e indolora, y en ambos casos por orden de las mismas autoridades. Lo que me lleva a pensar en el asunto de la pena de muerte, pero eso es tema para otra ocasión.

La cronología de este artículo está armada con información tomada de varias notas periodísticas, incluyendo ésta de CTV, y ésta otra de Bloomberg. En español, La Crónica de Hoy publicó un artículo de opinión de Claudia Ruiz Massieu, y Tere, como de costumbre, ofrece en su blog un atinado punto de vista.

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