jueves, 5 de febrero de 2015

Sobre autógrafos y el valor del arte

En los últimos días se han desarrollado en el medio comiquero mexicano dos discusiones cuyos temas me atañen de una u otra forma, y quisiera dedicarles unas líneas de una forma más permanente que las que permiten redes sociales como Facebook o Twitter.

La primera tiene que ver con los próximos invitados de La Mole Comic Con, el evento de cómics más grande en nuestro país, luego de que hace unos días comenzó a circular información sobre los precios que algunos de ellos ofrecerán en el evento a celebrarse el mes próximo.

Antes que otra cosa, debo aclarar, por si me lee alguien que no me conozca, que desde hace más de dos años y medio soy colaborador regular de este evento, principalmente como intérprete / asistente para los invitados internacionales, además de que he moderado y traducido algunos paneles y conferencias con los mismos invitados. Esto lo comento de entrada para evitar que alguien piense en descalificar mi opinión argumentando parcialidad.

La polémica de los últimos días tiene que ver con la molestia que generó en algunos aficionados el anuncio de que ciertos invitados van a cobrar una parte de sus autógrafos. De forma más concreta, el blanco principal de las quejas ha sido Humberto Ramos, dibujante mexicano que desde hace casi veinte años trabaja de manera regular en la industria estadounidense del cómic y quien es más conocido por su trabajo en Spider-Man.

Hace un par de años Humberto implementó una política muy clara para sus apariciones en público, tanto para la realización de bocetos o ilustraciones como para dar autógrafos. En el primer caso tiene una lista de precios de acuerdo a las características del trabajo solicitado, mientras que que para las firmas la cosa es más simple: si quieres un autógrafo, es gratis, pero si quieres más de uno, cada firma adicional tiene un costo de 50 pesos.

Esto último ha generado molestia en muchos pseudoaficionados que lo acusan de mercenario, avaricioso y engreído. Desde que adoptó esa política, en más de una ocasión ha explicado que fue una decisión motivada por el creciente número de especuladores y revendedores que lucran al poner a la venta o subastar cómics y tomos firmados por él, lo que me parece es una postura comprensible y digna de respeto.

Un argumento frecuente de los quejosos es que él ya cobró por su trabajo en el cómic o novela gráfica en cuestión, y no debiera buscar generar ingresos adicionales por la posible reventa de estos, pero me parece que quienes piensan eso no han entendido el punto ni la intención. A mi entender, lo que Humberto busca es crear un deterrente que mantenga a raya a los especuladores que visitan su mesa en cada evento.

No se trata de generar ingresos adicionales, sino de poner un filtro que reduzca la cantidad de oportunistas en su fila, permitiendo que sus admiradores tengan una mejor oportunidad de acercarse a él y conseguir su autógrafo. Puede no ser una forma ideal, pero es la más simple de implementar, y no veo motivos para quejarse. Cuando alguien busca un autógrafo de alguien a quien admira, ya sea un cantante, actor, escritor o artista, no parece preocuparle la necesidad de tener más de un autógrafo, y si es uno sólo el que tiene, éste se convierte en una posesión especial que, idealmente, debiera tener más valor sentimental y personal que monetario.

Humberto, dicho sea de paso, no es la única persona que cobra los autógrafos extra, pues se trata de una práctica bastante común en los Estados Unidos. De momento me viene a la memoria el caso de Marv Wolfman, escritor que visitó nuestro país hace un par de meses, y quien ofrecía dos autógrafos gratis, y cualquier firma adicional tenía un costo de 5 dólares, algo que nadie cuestionó.

Hay muchos otros argumentos válidos que respaldan la decisión de cualquier artista o escritor de adoptar esa política o alguna similar. Tal vez el más importante sea el valor de su trabajo y, por extensión, de su tiempo. Los artistas (al igual que los escritores, entintadores, coloristas, etc.) de cómics, viven de esto. Hacer cómics no es un hobby, es un trabajo, y al igual que muchos otros, ocupa la mayor parte del tiempo de quienes se dedican a esto, y nada tiene que ver si para ellos sea "fácil" hacerlo o no, y mucho menos si es algo que hacen por gusto (nadie en su sano juicio haría su trabajo gratis sin importar cuanto lo disfrute).

La industria del cómic en Estados Unidos tiene características que la hacen especialmente demandante. Todo tiene fechas de entrega, y cualquier retraso por parte de uno de los involucrados afecta a todos los participantes en la creación de las series que leemos mes a mes. Esto es importante, porque hay que entender que el tiempo que artistas y escritores pasan en un evento, es tiempo en que dejan de trabajar. Por esa razón hay quienes prefieren no asistir a eventos, y la mayoría de quienes lo hacen deben planear por adelantado para disponer del tiempo para participar en una convención.

Incluso hay casos en los que dejan de percibir ingresos por rechazar o diferir algún trabajo a fin de hacerse el tiempo para asistir a un evento. ¿Por qué debe molestarnos que cobren por dibujar en uno de estos eventos? Una buena analogía en nuestro país sería cualquiera de las muchas ferias culinarias que se realizan todo el tiempo. ¿Acaso hay alguien que regale sus tamales, tortas, nieves, enchiladas, o lo que sea que prepare de manera profesional? ¿Por qué no asumimos que van a estos eventos sólo para conocer a los aficionados a algún platillo o golosina, o simplemente para convivir con sus colegas?

Me parece que esperar que todo sea gratis o al menos muy barato denota una visión miope y egoísta de quienes deberían ser los primeros en apreciar el trabajo de estos artistas y dibujantes. Se dice que uno nunca debe hacer gratis aquello en lo que es bueno, y creo que aplica para los dibujantes de cómics o cualquier otra persona que realice una actividad creativa. Con el crecimiento de estos eventos y la demanda de los aficionados por conocer a sus artistas favoritos, creo que cada vez será más común el cobro por firmas adicionales.

En cuanto al costo de los dibujos y comisiones, creo que también se trata de un caso de no valorar adecuadamente el trabajo de los demás. Nadie le dice a un abogado que debiera cobrar menos por tomar un caso o realizar un trámite, o a un arquitecto que tal edificio o casa es demasiado sencillo y debiera costar menos.

Volviendo al caso particular de Humberto, sus precios son bajos (además que en México los ajusta a un ratio de 10 pesos por dólar) para un artista de su perfil, pues goza de gran demanda en distintas partes del mundo, y no se niega a firmarle cómics a nadie. Limitar las firmas a una por persona puede incluso a ayudar a que más gente pueda salir del evento con un autógrafo suyo y a agilizar el tiempo de espera en su fila.

Habrá quien argumente diciendo que hay un tomo que sí se rehúsa a firmar, y otro más que no firma gratis, pero en ambos casos tiene motivos personales que también ha explicado varias veces, y bastante hace al informarlo por adelantado, evitando que alguien se lleve una sorpresa tras pasar un rato haciendo fila.

Me parece que lo que ocurrió en los últimos días fue una tormenta en un vaso de agua, como si los lectores de cómics acabasen de descubrir que tienen un pasatiempo que puede considerarse como un lujo, pero se negaran a asumir lo que ello implica. Ojalá el sentido común prevalezca, y se acabe esta necia necesidad de atención que se traduce en insultos y ataques verbales hacia gente que sólo hace su trabajo.

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