jueves, 2 de mayo de 2013

Iron Man 3 (Reseña)

Si había una película que causaba expectación para este verano, o por lo menos para lo que la industria occidental del entretenimiento entiende como verano, era Iron Man 3.

No sólo es la secuela a una de las franquicias más exitosas de los últimos años, sino también el inicio de la segunda fase de la franquicia múltiple más exitosa de todos los tiempos, el Universo Cinematográfico Marvel, compuesto por las películas de Marvel Studios basadas en los personajes de Marvel Comics.

La cinta aún no se estrena en Estados Unidos, pero en México, América Latina y varias otras partes del mundo tiene casi una semana en cartelera, y con mucho éxito, lo que no la exenta de ser el centro de una polémica, pues parece no haber reacciones intermedias a la película, o te gusta, o la odias.

Más que secuela de Iron Man 2, la película se siente como Avengers 1.3, pues la trama inicia unos meses después de los eventos de Avengers y Tony Stark (Robert Downey Jr.) intenta lidiar con las secuelas psicológicas de lo que pasó en Nueva York, lo que lo lleva a una introspección en busca de sí mismo. Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) se mudó con él y sigue a cargo de las operaciones día a día de Stark Enterprises, y Happy Hogan (Jon Favreau) pasó de ser el guardaespaldas de Tony al director de seguridad de la empresa.

Tony pasa mucho tiempo recluido en su laboratorio mejorando su armadura, y ya llegó a la versión Mark 42. Desde el intento de invasión tiene problemas para dormir, y sus constantes ataques de ansiedad y paranoia empiezan a afectar su relación con Pepper. Mientras tanto, Estados Unidos intenta resolver la situación con un terrorista de Oriente Medio que se hace llamar El Mandarín (Ben Kingsley), que graba videos para asumir responsabilidad por diversos atentados y amenazar a Estados Unidos y su presidente.

La respuesta ante las tácticas mediáticas de tan colorido personaje es un movimiento de relaciones públicas, que consiste en pintar con los colores de la bandera estadounidense la armadura de Rhodey (Don Cheadle) y rebautizarlo como Iron Patriot. Al mismo tiempo, dos figuras del pasado de Stark reaparecen en su vida. Aldrich Killian (Guy Pearce) es un científico e inventor que años atrás ofreció a Stark integrarse a un conglomerado de investigación denominado Advanced Ideas Mechanics (AIM), pero fue ignorado más que rechazado.

Convertido en un carismático y emprendedor hombre de negocios, Killian busca convencer a Pepper de invertir los recursos de Stark Enterprises en el desarrollo de proyectos de AIM, a lo que ella se rehúsa. Por otro lado, Maya Hansen (Rebeca Hall), una investigadora con quien Tony tuvo un affair de una noche y distraídamente ayudó a resolver un problema en su investigación. Ahora Maya trabaja con Killian, pero quiere consultar a Tony sobre un inesperado desarrollo en su trabajo para AIM.

Poco a poco se desenreda una trama que revela que el trabajo de Maya, la verdad acerca de AIM y las actividades del Mandarín están estrechamente ligadas, y Tony y Pepper son el centro de atención, convertidos en los blancos principales de una peligrosa amenaza. Cuando se ve separado de su laboratorio y tecnología, Tony tendrá que probarse a sí mismo que es algo más que un millonario inventor enfundado en una armadura de alta tecnología.

Para escribir y dirigir la película se reclutó a Shane Black, guionista creador de la serie Lethal Weapon y escritor-director de Kiss Kiss, Bang Bang, para escribir y dirigir la película. Black había trabajado antes con Downey Jr. y la química de trabajo entre ambos maximiza la capacidad de comedia que el carismático actor posee y crean una comedia de acción muy ágil y entretenida que recuerda algunos de los trabajos anteriores de Black al tiempo que hace homenaje a algunas historias de espías de los 1970 y 80.

Un punto importante a destacar es el cambio de enfoque en esta entrega, pues el centro de atención deja de ser el superhéroe para permitir que Tony Stark complete el arco de personaje iniciado en la primera película y demostrar de una vez por todas que el hombre es más importante que la máquina y que el héroe no es el guerrero en armadura, si no la persona debajo de toda esa tecnología, lo que además cierra una pregunta existencial planteada en Avengers para concluir de gran manera la primera trilogía del personaje.

Las actuaciones son excelentes. Downey Jr, Paltrow y Cheadle tienen completo dominio de sus personajes, y las adiciones de Pearce y Hall mantienen el alto nivel interpretativo a que esta saga nos ha acostumbrado. Destaco la labor de Sir Ben Kingsley, que pese a no tener tanto tiempo en pantalla como se podría anticipar luego de la atención recibida durante la promoción de la película, logra una gran caracterización de un personaje engañosamente simple que añade otra capa de humor y complejidad a la historia.

Iron Man 3 es una gran forma de arrancar el verano cinematográfico, pues demuestra que todavía es posible realizar películas inteligentes y entretenidas sin necesidad de falsas pretensiones. La segunda fase del Universo Marvel en cine está en marcha, y parece que será al menos tan exitosa como la primera. Película muy divertida y bastante recomendable para todo aquel en busca de un par de horas de sano entretenimiento.

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