La Hoguera está de vuelta en su nueva versión, corregida y aumentada, y ahora con mayor variedad temática. Trataré de no centrar tanto los textos en cine, sino abarcar toda clase de temas.
Hace un par de semanas cumplí treinta años. Este dato parece trivial e insignificante, pero existe una razón para mencionarlo, ya que este acontecimiento podría marcar el inicio de una leve depresión o tal vez incluso de una prematura crisis existencial. A partir de ahora ya no puedo decir que tengo veintitantos. Ya no hay excusa que valga para quejarme cuando me dicen “señor”. Se supone que he alcanzado una edad en que debo empezar a comportarme como un adulto serio y maduro. O al menos eso es lo que la sociedad espera de mi.
La pregunta es, ¿debo cambiar radicalmente mi manera de ser sólo por mi edad?
Creo que el cambio debe ser una constante. A veces siento que somos como tiburones, o te mueves o te hundes. Cambiar debe ser el estado natural de las cosas, pero no creo que los cambios radicales deban ser la pauta a seguir todo el tiempo. Después de todo, si cambiáramos de dirección 180 grados cada vez que sintiéramos el impulso de hacerlo, nunca llegaríamos a ninguna parte.
En cuanto a la costumbre en nuestra sociedad de marcar parámetros de conducta basados en la edad, me parece tonto y arbitrario. Quienes me conocen saben que actuar de acuerdo a mi edad nunca ha sido una constante, y se que la mayoría de mis amigos comparten esta mentalidad. Hace poco alguien cercano a mi familia me comentó que era buen momento para reflexionar sobre lo que quiero hacer con mi vida. A fin de cuentas, me dijo, a esta edad Jesús dejó atrás todo para salir a cambiar el mundo.
Tal vez tenga algo de razón, sobre todo respecto a pensar en el rumbo a seguir, pero escogió el peor ejemplo posible. Sólo recuerda, le dije, que sólo tres años después de tomar esa decisión, Jesús tuvo una muerte violenta a consecuencia de sus acciones. Lo que me lleva de vuelta a mi pregunta. ¿Debo cambiar radicalmente mi manera de ser?
Yo creo que no. Pero considero que es buen momento para fijarme metas y pensar en formas de crecer y desarrollarme. Esa es una de las razones para convertir La Hoguera en un blog. No sé si sea la decisión más apropiada, pero sé que necesitaba hacer algo para salir de la monotonía de la lista de correo. La lista no será descontinuada, al menos de inmediato. Voy a mantener los posts en ambos medios al menos por un tiempo.
Espero sus comentarios y opiniones al respecto.