Volviendo al tema, ya establecimos que el Infierno y el Paraíso son conceptos creados por la Iglesia Católica, así que es lógico asumir que los lineamientos de moralidad con que pretenden enseñarnos la diferencia entre el Bien y el Mal son tendenciosos y cuestionables. ¿Necesitan ejemplos? Analicen las reacciones de la Iglesia, o mejor dicho, de los altos funcionarios de la Iglesia, cada vez que un evento social amenaza su cada vez más inestable posición como rectores ideológicos en la consciencia colectiva. Recordemos también que la historia de la Iglesia Católica registra siglos de corrupción, tráfico de influencias, sobornos y luchas internas que avergonzarían al más amoral de los priístas en nuestro país.
Históricamente hablando, la Santa Inquisición demuestra hasta donde están dispuestos a manipular la percepción de la verdad para servir a sus fines particulares. En la obra del propio Dante hay alusiones a Papas corruptos. Y ya que andamos con los Papas, basta recordar el papel que jugaron en la conformación política y económica de Europa durante la Edad Media. Poco les importaba mudar la sede pontificia o respaldar tiranos si eso aseguraba su posición de poder. Juan XXII y Alejandro VI son nombres comunes cuando se piensa en corrupción en la Iglesia. ¿Hay alguien que no relacione Borgia con Perversión?
A estas alturas está claro que lo único que siento por la Iglesia es desconfianza, pero ése no es el punto. Mi pregunta es, ¿necesita la humanidad una guía moral? La respuesta más lógica es que sí. Pero eso es algo que no se puede delegar de forma tan simple. Es decir, no podemos designar un Comité para decidir sobre un nuevo set de normas de conducta que ayuden al ser humano a permanecer en el camino del Bien. Y aunque pudiéramos hacerlo, hay que tomar en cuenta la responsabilidad que implica. Y, al menos en este caso, con gran responsabilidad viene gran poder. Y el poder corrompe.
Volviendo al ejemplo de la Iglesia Católica (Sí, soy necio. Alberto Calvo, mucho gusto), recordemos que les tomó menos de mil años dejar de ser un grupo de parias y predicadores errantes huyendo del Imperio Romano y convertirse en la fuerza política, ideológica y económica más importante del mundo, con toda la porquería y malos hábitos que eso implica. Otro punto importante de reflexión son las consecuencias de vivir en un mundo amoral. Nos podemos remitir a la leyenda de Sodoma y Gomorra (no pienso validarla como algo más que leyenda, pues no confío en su fuente), o al Imperio Romano. Los asirios. El Imperio Persa.
Todos son ejemplos de sociedades que poco a poco dejaron atrás todo vestigio de moralidad y sus excesos las llevaron al colapso. Sin ir más lejos, basta con ver las noticias. Todos los días hay ejemplos de gente sin respeto por la vida o por sus semejantes. Terrorismo, guerras étnicas, robos, secuestros, etc. El ciclo se repite, ahora a nivel global, lo que haría parecer urgente el establecimiento de un nuevo patrón de conducta.
En fin, mi idea no es predicar ni tratar de convencer a nadie de afiliarse a ninguna secta o grupo espiritual en busca de el camino de la virtud. Si ése fuera el caso, quizás hubiera intentado crear una religión propia (aunque eso sería un buen negocio). Quizás, siendo honesto, habría tratado de remitirlos a textos de filósofos y pensadores orientales, invitando a la meditación y la búsqueda interna, pero tampoco es mi intención. ¿Qué que pretendo entonces? Nada en realidad. Es sólo que a veces me aburro de discutir conmigo mismo estos temas.
No creo que alguien esperase que les diera una respuesta. Después de todo, yo comparto la lección aprendida alguna vez por el Pequeño Saltamontes. “No busco conocer todas las respuestas. Sólo quiero entender todas las preguntas”.
JAC
Soñando con mariposas. ¿o era al revés?
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