domingo, 14 de marzo de 2004

Congo, de Michael Crichton

Le debo una disculpa a Michael Crichton. Al menos en mi cabeza. La primera vez que escuche su nombre debe haber sido en relación a la adaptación cinematográfica que Steven Spielberg hizo de su best-seller Jurassic Park. Después de eso su nombre empezó a aparecer repetidamente asociado a otras películas.

The Andromeda Strain, Congo, Sphere, Rising Sun, Disclosure, The Great Train Robbery, The Lost WorldTimeline son algunas de sus novelas llevadas al cine, aunque por desgracia la gran mayoría con resultados más bien mediocres y predecibles. Esto me llevó a considerar, erróneamente, que el problema era el material de origen. Tonto de mí.

Como si nunca hubiera podido comparar una película con la novela en la cual se inspiró. La verdad es que Crichton es un narrador consumado; su atención al detalle es impecable sin resultar obsesiva, y el resultado de su exhaustiva labor de investigación referencial sólo es rivalizado por la obra de Tom Clancy.

Su trabajo está lleno de referencias documentales y datos técnicos que sustentan la especulación en que basa su ficción. Quiero pensar que quizá estaba siendo víctima del síndrome del crítico literario, satanizando en automático a todo aquel escritor que se atreva a tener éxito en vida y a hacer una fortuna gracias a su trabajo. Lo que resulta irónico si consideramos que siempre he sido defensor de la literatura de género.

Congo es un claro ejemplo de una mala traducción de novela a película, algo común en Hollywood. La película intenta vender una historia de una civilización de gorilas inteligentes que viven en secreto en medio de una región inexplorada de la jungla africana, pero la novela es un extraordinario relato sobre la ambición humana, en términos económicos y egocéntricos. Karen Ross es una de las científicas más jóvenes en la corporación ERTS (Earth Resources Technology Services, Inc.)

Cuando una expedición al Congo es brutalmente asesinada bajo extrañas circunstancias, Ross debe reunir a un nuevo equipo y reanudar la expedición que busca un yacimiento de diamantes “imperfectos”, sin valor alguno como joyería pero invaluables con fines industriales. Peter Elliot es un primatólogo, cabeza del proyecto Amy de la Universidad de Berkeley.

Su objeto de estudio es Amy, un gorila hembra con un vocabulario de 620 palabras en el lenguaje de signos. Ellos junto con James Munro, un mercenario especializado en guiar expediciones al Congo, forman un sui generis grupo de exploradores que se interna en la jungla en busca de la mítica ciudad perdida de Zinj y sus minas de diamantes.

El ritmo implacable de la novela, además de las muchas referencias históricas, geopolíticas y científicas hacen de Congo una lectura fascinante, que tiene el atractivo adicional de estar redactada como si fuese un recuento documental de una auténtica expedición realizada al Congo en 1979.

Cabe señalar también que Congo, publicada en 1980, años antes del estreno de Gorillas in the Mist (Gorilas en la Niebla), fue uno de los principales medios para difundir ante el mundo los hallazgos científicos acerca de la vida y costumbres de los gorilas, especie de la que no se sabía absolutamente nada antes de la década de los ochenta. Novela altamente recomendada.

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