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Ese anunció me llevó a especular sobre lo que podría ser el fin de la "maldición", pues en el retiro no podría sufrir ningún contratiempo profesional. Sin embargo, algunas semanas más tarde, Brett Favre anunciaba que siempre no se retiraba. Durante el verano se anunció que jugaría para los Jets de Nueva York y con ese equipo tuvo un prometedor inicio de temporada, haciendo parecer que llevaría a su nuevo equipo a pelear por el título de su conferencia. Todo iba bien hasta que, al llegar a la recta final de la temporada, su nivel de juego bajó drásticamente, tirando pases sin fuerza ni dirección y sufriendo múltiples intercepciones, lo que llevó a muchos a pensar que finalmente el tiempo le empezaba a pasar la factura al veterano jugador.
Una vez concluída la temporada regular y con los Jets eliminados, Favre hizo público que jugó durante varias semanas con un desgarre en el bíceps del lado derecho, lo que casi seguramente explicaría su bajo rendimiento hacia el final de año. La primavera de este año Favre se operó el brazo y empezó nuevamente la telenovela anual en que decide si se retira o sigue jugando, misma que se resolvió apenas un par de semanas antes del inicio de la temporada 2009. Favre firmó con los Vikingos de Minnesota y durante las cuatro semanas que van se ha visto bien y ha mostrado que aún queda fuerza en ese brazo recién reparado, razón por la que muchos volvieron a sacar a colación el tema de la maldición. Lo que nos lleva a la más reciente versión del NFL Madden, el Madden 10.
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Obviamente esto desató nuevamente el furor mediático de la Maldición de Madden, con algunos sitios web incluso creando encuestas u organizando apuestas sobre si Larry Fitzgerald también sufrirá algún percance o si la lesión de Polamalu basta para cubrir la cuota de la maldición y Fitzgerald puede completar la temporada sin contratiempo alguno. Por lo pronto hay quienes señalan que sus números hasta ahora son decepcionantes, aunque me parece que eso depende de como se interpreten los números, pues de mantener su promedio actual terminaría la temporada con más de 90 recepciones, casi 1000 yardas, y 11 anotaciones, lo que, sin ser números particularmente espectaculares, bastarían para colocarlo como uno de los mejores receptores de la liga en cada una de esas estadísticas.
Yo sigo firme en mi posición. El futbol americano es un deporte de contacto y las lesiones son bastante comunes. La visibilidad que tienen algunos jugadores estelares se presta a que se exagere la cobertura mediática de sus lesiones, y sumando a ello la reputación de la famosa maldición, tal pareciera que siempre hubiese un equipo de noticias siguiendo a los jugadores de portada a la espera de que algo suceda. Imagino que aún si Polamalu regresa a jugar con buen nivel el resto de la temporada, o si Fitzgerald mejora sus estadísticas y se aproxima a las expectativas que se tenían, la gente seguirá diciendo que la maldición cobró efecto.
Cada quien sus necedades.
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