Desde hace muchos años Ed Brubaker se convirtió en uno de mis escritores de cómic favoritos, y cuando alguien me pregunta siempre les digo que todo lo que hace va de muy bueno hacia arriba. Uno de sus colaboradores más frecuentes es el artista británico Sean Phillips. Juntos han creado obras maestras como Sleeper, Criminal, Fatale, The Fade Out, Kill or Be Killed y Pulp.
El protagonista de la serie es Ethan Reckless, quien alquila sus servicios para toda clase de tareas, como localizar personas o mascotas perdidas, recuperar objetos robados, o apoyar a quien necesita ayuda con labores para las que no puede recurrir a las autoridades. Conforme avanza la historia descubrimos que a inicios de los años setenta Ethan fue un agente encubierto del FBI infiltrado en un grupo radical con la misión de desmantelar la red de presuntos anarquistas.
Una explosión lo dejó con cicatrices en la cara, nebulosos recuerdos de una vida que ahora le parece ajena, y una actitud mayormente indiferente ante todas las cosas. Ahora, en 1981, Ethan es dueño de un cine abandonado en Los Angeles, el cual adaptó como vivienda, y desde donde, con la única ayuda de Ana, una joven que hace las veces de asistente y confidente, utiliza un servicio telefónico para elegir la clase de trabajos que desea realizar, y en los cuales sus honorarios dependen del trabajo solicitado y de la gente que busca contratar sus servicios.
Esa forma de ganarse la vida suele ser lucrativa, así que se da el lujo de tomar sólo aquellos encargos que por una u otra razón encuentra atractivos, y no descarta realizar algunos por mucho menos dinero. Ahora está en una de esas pausas, a la espera de algo que atrape su atención, cuando una figura de su pasado reaparece en su vida para solicitar ayuda. Rainy, una mujer de quien estuvo enamorado en sus días de agente encubierto, quiere recuperar su parte de un botín que sus asociados le ocultan y usarlo para huir del país.
Ethan recuerda su romance con fechas y lugares, pero tras la explosión que cambió su vida (y llevó a su salida del FBI) sus recuerdos no están ligados a sentimiento alguno, lo que lo incomoda un poco. Sin siquiera discutir sus honorarios acepta ayudarla y rastrear a quien la estafó. Ana se molesta por trabajo gratuito cuando sus fondos empiezan a agotarse, y se queja pero sin recriminarlo. El problema es que Ethan no tiene idea de en qué se está metiendo. ¿Será posible que un antiguo amor reapareciera sólo para manipularlo?
En general la historia no es muy distinta a lo que podríamos hallar en las páginas de Criminal, e incluso tiene un protagonista de nombre improbable ('reckless' significa 'temerario' o 'impulsivo', lo que recuerda un poco a Tracy Lawless -'ilegal' o 'sin ley') involucrado en actividades cuestionables. También sigue la idea de hombres malos que intentan hacer algo bueno (rara vez con éxito) u hombres buenos obligados a actuar contra sus principios. Pero, como mucha de la mejor ficción criminal, lo que cuenta es la ejecución, no la idea.
Los giros argumentales están bien armados y se dan en los momentos correctos. Por momentos hay una tendencia a usar diálogos expositivos para ofrecer al lector mucha información, pero nunca se convierten en una distracción. El protagonista es la mezcla perfecta de elementos que lo hacen atractivo sin necesidad de generar empatía o simpatía por él, y cada detalle de su pasado que arroja luz sobre una parte del misterio tras su persona es acompañado por nuevas interrogantes que lo hacen a uno sentirse intrigado y con deseos de saber más.
El arte de Phillips está al nivel acostumbrado, y destaco el uso de sangrías para jugar con el ritmo y la sensación de espacio. Casi todas las páginas tienen un gran marco blanco que divide las viñetas, pero en muchas hay también un panel que lo rompe y toca los bordes de la página. Puede ser al inicio, final o a media página, pero es evidente su uso como herramienta narrativa. Cada viñeta que muestra el lugar donde transcurre la siguiente escena es amplia, y crea la sensación de un espacio abierto.
El mismo recurso se usa al presentar a un personaje, o antes de iniciar una secuencia de acción. Ese manejo de la percepción espacial es reforzado por el color de Jacob, que usa una paleta de colores cálidos y casi pastel para las escenas en exteriores, y sombríos tonos fríos en interiores, a menos que la escena requiera algo distinto. Hay escenas donde el color luce demasiado uniforme, pero es un recurso para destacar ciertos detalles al arrojar contrastantes chispazos que resaltan detalles de esas secuencias.
La sincronía entre padre e hijo para crear la atmósfera ideal en cada escena crece con cada nuevo proyecto en que colaboran. El rotulado es obra del mismo Sean, y la ubicación de los globos es parte del diseño de página, y añade sutiles formas de separar el monólogo interno de Ethan, cajas de texto que flotan sobre escenas en que rara vez aparecen los personajes principales, de los diálogos entre personajes, globos que tocan el borde las viñetas, y crea la sensación de que la interacción entre texto e imagen es distinta en cada circunstancia.
No puedo decir que Reckless sea lo mejor que hayan hecho juntos Brubaker y los Phillips, pero su estándar de calidad es tan alto que no hay forma de que eso se interprete como algo negativo. Considerando que se trata apenas del comienzo de una historia muy extensa (en su newsletter Brubaker ha insinuado que tiene material planeado para unas ocho novelas gráficas), podría decirse que se trata de un inicio prometedor.
A pesar de tratarse de un primer capítulo, el escritor ha hecho énfasis en que cada novela gráfica será una historia completa, y que todas se sumarán a una historia más grande, en la que además veremos a Ethan Reckless en distintas épocas, y mostrando la edad y actitud correspondientes.
Reckless es una muy buena novela gráfica que debe resultar del agrado de los aficionados al crimen, a la ficción pulp o a la obra de Brubaker y Phillips. Si nunca han leído alguna colaboración previa de esta pareja de talentosos autores, puede ser también una excelente oportunidad para echar un vistazo a lo que hacen sin tener que preocuparse por la continuidad que puedan tener otras de sus obra o por requerir leer más de un volumen. Es sin duda una excelente lectura que puedo recomendar ampliamente.
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