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martes, 26 de mayo de 2020

Comicteca: Black Badge, de Kindt y Jenkins

Los boy scouts o niños exploradores son una de esas organizaciones que tienden a ser ridiculizadas tanto como alguna vez fueron respetadas, y no es fácil entender por qué. ¿Quién más se preocupa porque los niños aprendan habilidades útiles en la vida diaria? Su eslogan es "Siempre preparados", y cuando has ganado todas las insignias, ¿qué más te falta por lograr? ¿Qué tal aprender sobre sabotaje, demoliciones y asesinatos?

Al menos ése es el caso para aquellos que integran las tropas de scouts de élite que forman Black Badge, una rama ultrasecreta del gobierno de los Estados Unidos, la cual recluta a los mejores y más brillantes miembros de entre los scouts de todo el país y los entrena para tomar parte en operaciones encubiertas por todo el mundo.

Pero ¿por qué usar adolescentes para trabajar como espías? Eso nos lo explica dentro de la historia uno de sus oficiales superiores: porque su juventud los vuelve invisibles, nadie espera que unos chicos tengan ese nivel de astucia, y a su edad el cinismo todavía no ha invadido sus corazones.

El guion es obra del aclamado y premiado escritor Matt Kindt (Mind MGMT, Dept. H), en tanto que el dibujo corre por cuenta de su frecuente colaborador Tyler Jenkins (Peter Panzerfaust, Grass Kings), quien una vez más hace equipo en el arte con su esposa y colorista, Hillary Jenkins, en una serie de doce números que fue publicada por BOOM! Studios entre 2018 y 2019.

La historia sigue a una tropa de cuatro scouts formada por Kenny, Cliff, Mitzi y Willy. Éste último es la más reciente adición al equipo luego de que en una misión anterior perdieron a Jimmy, su compañero anterior. Su primera misión los lleva a Corea del Norte con el objetivo de localizar una casa de seguridad y reportar su ubicación, pero poco después descubren que el plan no era rescatar a alguien recluido ahí, como les hicieron creer en un principio.

Antes de que cualquiera de ellos pueda asimilar lo sucedido, deben abordar un tren para trasladarse a Siberia, donde los espera su siguiente misión: liberar a un hombre de una prisión ubicada en medio de la nada. Para hacerlo más difícil, en el camino tienen un incómodo encuentro con su contraparte canadiense.

Sin tiempo para descansar o pensar en lo que hacen, son enviados a Pakistán, donde su misión es ayudar a un espía a cruzar la frontera, pero encuentran evidencia de que Jimmy podría estar vivo y de que los manipulan para realizar misiones distintas a lo que creían...

A lo largo de los años Kindt ha escrito varias historias de espías y agentes secretos, pero el uso de adolescentes como protagonistas añade nuevos elementos a su caja de juguetes, y es claro que se divierte con ellos. Pese a recurrir a clichés propios del género (conspiraciones, intrigas, desconfianza hacia sus superiores), las relaciones entre personajes mantienen la historia fresca y entretenida.

Como el chico nuevo en el equipo, Willy hace todo lo posible por ganarse la confianza de los demás para ser aceptado, y eso lo convierte también en el sustituto del lector dentro de la historia (otro cliché) para ayudarnos a entender poco a poco el extraño mundo de los Black Badges. A través de él y conforme avanza la serie, descubrimos que todos los miembros de su tropa tienen un pasado sombrío y secretos que no comparten con nadie, ni siquiera con sus compañeros y supuestos mejores amigos.

La historia añade además elementos de crítica social y rebeldía adolescente, pues más allá de los tradicionales problemas que implica dejar atrás la infancia de camino a convertirse en adultos, hay ecos de la idea de que el mundo está roto y como los adultos no parecen hacer nada al respecto, toca a los jóvenes asumir las riendas y empezar a trabajar para cambiar las cosas.

El arte de Tyler Jenkins suele dividir opiniones, pues tiene un trazo suelto y un tanto tosco, que resulta en una extraña mezcla de simpleza y suciedad, que más allá de las preferencias estéticas de cada quien le sienta muy bien al tono que Matt Kindt imprime en sus historias. No hay muchos detalles en el dibujo más allá de lo esencial, pero la clara narrativa visual es fundamental para seguir la acción y disfrutar la lectura.

El trabajo de color de Hillary Jenkins es parte esencial del resultado final, pues el uso de acuarelas, inusual en la mayoría de los cómics, resulta en una paleta apagada sin que eso quiera decir que el cómic sea oscuro o le falte vida. Usar un solo color base en las secuencias de flashbacks es otro detalle estético que, además de dar al título una apariencia distintiva, evita confusiones con los saltos en el tiempo narrativo.

BOOM! recopiló la serie en tres tomos de pasta dura entre 2019 y 2020, y aunque el primero de ellos ya está agotado en tiendas y librerías y por tanto no es tan fácil de conseguir, están disponibles a través de varias tiendas en línea.

Es probable que pronto haya una nueva edición, sobre todo si se confirman los rumores, aparentemente confirmados de forma accidental por el propio Kindt, de que pronto podría anunciarse una adaptación a la pantalla, quizás como parte del trato firmado hace unas semanas entre Netflix y BOOM!

En resumen, Black Badge es una entretenida historia de espionaje en la que Matt Kindt encuentra una nueva forma de jugar con el género al tiempo que añade elementos de conciencia social y humor que resultan atractivos incluso para lectores que usualmente prefieren otra clase de historias. Recomendable para gente de casi todas las edades.


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