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viernes, 13 de enero de 2012

Los Pasos de López, de Jorge Ibargüengoitia

Hace ya un par de años que comenté en este espacio la satírica novela de tintes históricos Los Relámpagos de Agosto, una de las obras más famosas de Jorge Ibargüengoitia, a mi juicio uno de los mejores escritores mexicanos de todos los tiempos.

En aquel libro el autor hace gala de su peculiar estilo de humor para crear un retrato de la sociedad mexicana en los años posteriores a la revolución, y se concentra en los grupos de poder que se crearon alrededor de los generales retirados, ahora convertidos en caudillos políticos cuyo papel fue determinante en el curso de la historia de México durante la primera mitad del siglo XX.


De cierta forma se podría considerar a Los Pasos de López como una obra complementaria a Los Relámpagos de Agosto, pues hace una reconstrucción del movimiento insurgente de 1810 a partir de versiones ficcionalizadas de las principales figuras del mismo, es decir, los llamados padres de la patria, y lo hace con la acidez y cinismo propias de su estilo. Los nombres y lugares son diferentes, pero es fácil para el lector hacer las sustituciones pertinentes.

Matías Chandón es un joven oficial del ejército, quien se muda a Cañada con la intención de convertirse en el teniente de artilleros de la plaza. Previo a las pruebas que determinarán al candidato elegido de entre los aspirantes, Chandón conoce a un grupo de notables personajes de la ciudad: El Padre Periñón, el corregidor y su esposa, y algunos militares, como Aldaco y Ontananza, quienes forman parte de la Junta de Cañada, grupo al que lo invitan a unirse.

Gracias a su relación con los miembros de la junta, Chandón obtiene el puesto deseado, luego de lo cual es informado del verdadero propósito de la Junta: promover la independencia de la Nueva España, a fin de que el país sea gobernado por los criollos y no por los representantes españoles. Chandón procede entonces a relatar lo ocurrido en el movimiento insurgente, desde el grito y arengas del Padre Periñón en el atrio de la iglesia de Ajetreo, hasta la toma de Cuévano y la marcha hacia la ciudad de México. El libro termina poco después de la retirada del ejército insurgente y la captura de Periñón y algunos de sus más cercanos colaboradores.



Ibargüengoitia es un satirista consumado, pero sería un error considerarlo un simple humorista, pues antes que eso es un escritor serio y ordenado. Es importante resaltar lo profundo de sus conocimientos de historia y la calidad de su investigación, pues el resultado es un retrato de las distintas inflexiones de la sociedad mexicana en otras épocas, y devuelve a la historia el contexto humano, ideológico y sociopolítico que normalmente no se encuentra en los libros de historia.

Su vívida representación de la sociedad novohispana, donde los criollos son tan clasistas y soberbios como los españoles, y en donde los héroes mitificados a lo largo de los siglos son seres humanos de carne y hueso con defectos y debilidades como cualquier otra persona, donde el heroísmo o voluntad de sacrificio poco o nada tienen que ver con las decisiones tomadas en momentos clave de la historia de este país, lo dejan a uno preguntándose cual de las versiones de estos personajes es más ficticia, si la que nos hicieron conocer en la escuela, o la que encontramos en las páginas de Los Pasos de López.

Lectura sumamente recomendada.

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