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viernes, 9 de febrero de 2007

Clive Cussler y los escritores de fórmula

Después de releer 1984 quería despejarme un poco la cabeza, así que decidí iniciar una lectura más ligera y por ello extraje del librero Treasure, de Clive Cussler. Y vaya que me llevé una decepción.

No tengo nada en contra de los autores de best-sellers, o al menos no en lo general. No tiene nada de malo poder vivir -en algunos casos bastante bien- de escribir. De hecho sería ideal que más gente pudiera vivir de hacer lo que le guste, ya sea creando arte (pintura, dibujo, escultura, etc.) o en cualquier otra ocupación.

Mi problema con algunos escritores es que a veces resulta demasiado evidente que escriben para vender y en realidad no les importa la historia que están contando, pues sólo piensan en que sea la clase de libro que les permita estar en las listas de lo más vendido.


Recuerdo que en mis excursiones por librerías de viejo había visto muchas veces novelas de Cussler, pero entre el diseño de las portadas y la información hallada en las contraportadas me había formado la idea de que se trataba de uno de "esos" autores de best-sellers cuyo trabajo no me interesaba en lo más mínimo.

Sin embargo, hace unos meses Rodrigo me comentó que había encontrado varias cosas interesantes en internet sobre el trabajo de Cussler y en particular sobre el protagonista de la mayoría de sus novelas, Dirk Pitt. Intrigado ante la recomendación adquirí algunas de sus novelas en mi siguiente visita a la librería y me los repartí con Rodrigo. Poco después leí Sahara, el cual elegí porque me causó curiosidad descubrir que era el material sobre el que realizaron la película del mismo nombre estelarizada por Matthew McConaughey y Penélope Cruz -la cual todavía no he visto- que se estrenó hace un par de años.

Sahara resultó ser bastante entretenido. Si tuviese que resumir en pocas palabras la clase de libro que es, tendría que decir que es escapismo puro. Si alguna vez se han preguntado como sería una aventura de Indiana Jones en el presente, es muy probable que resultase muy similar a una aventura de Dirk Pitt.

El único inconveniente es que Cussler termina siendo tan creativo como el guionista de The Mummy o el de The Shadow (la película), es decir, poco imaginativo y bastante predecible. Lo que quiere decir que tal vez existe una razón para que las aventuras de Indiana Jones no ocurran en el presente.

Sahara me gustó por su simpleza, porque en el momento que lo leí resultó la clase de entretenimiento que busco cuando quiero algo ligero. Y justo ese fue el problema con Treasure, pues es exactamente la misma clase de entretenimiento. El mismo protagonista, el mismo sentido del humor, las mismas aventuras. LAS MISMAS. Incluso la co-protagonista/interés romántico resulta ser igual a pesar de ser otra persona. En Sahara se trata de Eva Rojas, una doctora española que trabaja para las Naciones Unidas. Pelirroja, de ojos verdes, madura (treinta y muchos) pero muy atractiva. En Treasure es Lilly Sharpe, arqueóloga, pelirroja, ojos verdes, madura (treinta y muchos) pero muy atractiva.

La única diferencia entre ambas historias es el tesoro perdido en la historia (el tesoro perdido de los secesionistas de la guerra civil norteamericana en una y las reliquias de la biblioteca de Alejandría en la otra), las intrigas políticas (industriales y gobierno corrupto en Mali, revolucionarios buscando derrocar a su gobierno en Egipto y México), y los sitios de las espectaculares persecuciones, escapes imposibles y atrevidos rescates. Pero es evidente que Cussler tiene un esquema previamente definido al que se ciñe estrictamente.

Ahora, no se puede negar que sus libros resultan entretenidos, el problema es que leer uno parece ser lo mismo que leer cualquier otro. Tal vez haya gente a quien eso no le moleste, pero para bien o para mal yo tengo muy buena memoria, y supongo que tendría que dejar pasar un par de años y al menos una docena de libros entre uno y otro para poder disfrutarlos sin problema.

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