Es imposible negar el impacto que las películas del Universo Cinematográfico Marvel han tenido en la cultura popular alrededor del mundo, pero como lector de cómics lo que más me sorprende es la facilidad con que esas versiones cinematográficas han logrado que personajes que solían ser considerados como de segunda (Iron Man es un gran ejemplo) se convirtieran en íconos reconocidos por casi cualquier persona, y otro buen ejemplo es Hawkeye.
A pesar de tratarse de un héroe bastante popular entre los lectores Marvel de mucho tiempo, Hawkeye nunca fue alguien que pudiéramos considerar popular. Había sido protagonista de un puñado de miniseries y especiales y un par de efímeros intentos de serie regular (además de una importante presencia en Solo Avengers/Avengers Spotlight), pero fue hasta 2012 que por fin tuvo una serie regular que no sólo resultó exitosa, sino que además era uno de los mejores cómics publicados en ese entonces.
Aprovechando que el éxito en cine de The Avengers le dio visibilidad al personaje, Matt Fraction propuso a Marvel una descabellada idea: una serie que mostrara al mundo lo que Clint hacía cuando no estaba con los Avengers. Por fortuna para todos alguien le dijo que sí, y pronto arrancó una inusual serie en la que el escritor tuvo como socio artístico principal al español David Ajá (con ayuda ocasional de talento como Annie Wu, Javier Pulido, Alan Davis, Jesse Hamm, Steve Lieber o Francesco Francavilla) complementado por los colores del talentoso Matt Hollingsworth.
En general las historias en esta serie de 22 números y un anual se centran en las acciones de Clint Barton, alias Hawkeye, mientras trata de proteger a su edificio de amenazas mundanas como la Tracksuit Mafia, gángsters originarios de Europa del Este, al tiempo que se esfuerza por convertirse en la clase de hombre y héroe que el mundo cree que es. Parte importante en su viaje de autodescubrimiento es la presencia de Kate Bishop, ex miembro de los Young Avengers que también adoptó el nombre de Hawkeye, y Lucky, un perro que Clint adopta en los primeros números de la serie.
Una de las grandes fortalezas de los héroes de Marvel, ya sea en la página impresa o en la pantalla, es que en el fondo, debajo de sus poderosas armaduras y coloridos uniformes, y más allá de cualquier increíble poder o habilidad sobrehumana que los distinga, se trata de seres humanos con los que es fácil empatizar y sentirse identificado, pues cuando no pelean contra seres de otros mundos o persiguen criminales, libran batallas con las que nos podemos relacionar, enfrentando miedos e inseguridades para lidiar con problemas cotidianos.
En ese aspecto, Clint es uno de los héroes más humanos de Marvel. De entrada, porque no tiene poderes, lo que lo hace más vulnerable, pero más allá de eso, esta serie nos permitió ver un poco más allá y sentir todavía mayor simpatía por el cínico arquero al percatarnos de la clase de persona que es cuando no está tratando de salvar al mundo rodeado de dioses y titanes. Es alguien que ha hecho cosas de las que se arrepiente, y que ha tenido que lidiar con las consecuencias de haber dicho algo que no sentía o no mostrar el compromiso suficiente en una relación.
Y si el interés humano no fuera suficiente para hacer de Hawkeye un gran cómic, el extraordinario trabajo de Fraction, Ajá y compañía para contar sus historias es la cereza en el pastel. A lo largo de la serie vimos toda clase de experimentos narrativos, desde jugar con el diseño de página hasta narrar un número desde el punto de vista de Lucky, o reralizar otro usando lenguaje de señas para transmitir muchas de sus ideas. El estilo de Ajá, con un diseño de página que favorece una limpia narrativa pero con la suficiente suciedad para convencernos de que todo pasa en una calle cualquiera es el complemento ideal para las ideas de Fraction.
Complementado por la sobria paleta de color de Matt Hollingsworth, Ajá creó uno de los cómics visualmente más distintivos en el mercado americano, con una identidad tan definida, que a pesar del gran talento de los artistas invitados arriba mencionados, cada ausencia del trabajo del talentoso artista español resultaba muy marcada, y a pesar de ello el tono de la historia se mantenía con la misma solidez a la que nos acostumbró en sus casi tres años de duración. Algo pocas veces mencionado es el trabajo de Annie Wu, quien se encargaba de ilustrar insertos que capturaban la personalidad de Kate sólo con expresiones faciales y sin los cuales tal vez el cómic no hubiera funcionado igual.
Y si el arte y la ejecución de las historias eran lo que nos tenía obsesionados mes a mes con este título, hay que decir que era el gran trabajo con el desarrollo de personajes lo que a la fecha lo mantiene como una experiencia memorable. La forma de presentar a Clint y Kate, y la manera en que ambos tomaron forma a lo largo de la serie, ya fuera interactuando entre ellos o por separado en toda clase de situaciones es algo que incluso me atrevería a pensar abrió las puertas a la idea de hacer cómics de superhéroes con un enfoque distinto.
Creo que de no ser por el éxito de Hawkeye, no habríamos tenido series como The Vision, Ms. Marvel, Mister Miracle o las más recientes versiones de Black Widow. Cómics donde el que los protagonistas sean superhéroes pasa a ser una cuestión secundaria y lo que se busca es explorarlos como personas tratando de mantenerse en pie y seguir adelante, sin importar los errores de su pasado o las dificultades de su presente, lidiando con problemas cotidianos que no pueden resolverse a golpes o en medio de una gran pelea.
La serie entera fue recogida en varias versiones. Existe una edición de cuatro tomos en pasta blanda, otra de dos volúmenes extragrandes en pasta dura, y una más en el bonito y voluminoso formato Omnibus de Marvel, así que es posible conseguir esta serie de distintas maneras de acuerdo al presupuesto de cada quien. Hace unos años la serie empezó a publicarse en una edición mexicana, pero parece que la respuesta en ventas no fue la esperada y quedó inconclusa, lo que es una verdadera lástima, porque se trata de un cómic que merece toda la difusión posible.
En resumen, Hawkeye es una de esas series que suelen salir a la conversación al hablar de recomendaciones universales. Se trata de una historia muy humana narrada por algunos de los autores más talentosos del medio, y si yo fuera más tajante en mi forma de recomendar cosas me atrevería a describirlo como un título imprescindible que todo mundo debiera tener en su colección, pues se trata de una lectura más que recomendable.
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