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viernes, 9 de octubre de 2020

Vampires vs. the Bronx (película, Netflix)

Los vampiros en el cine tienen una larga historia de hacer uso de cuanto género se presta para reinventarse una y otra vez, pero eso no quiere decir que no haya directores y guionistas contentos con trabajar sobre terreno conocido, y Vampires vs. the Bronx, comedia de horror coescrita y dirigida por Osmany "Oz" Rodriguez, protagonizada por Jaden Michael, Gerald W. Jones III y Gregory Diaz IV y estrenada hace unos días en Netflix.


La premisa es bastante simple: el Bronx, un barrio popular de la ciudad de Nueva York famoso como hogar de una comunidad de bajos recursos mayormente compuesta por negros e hispanos, parece ser el blanco de una campaña de gentrificación cuando una compañía inmobiliaria empieza a adquirir edificios en la zona, lo que lleva al cierre de muchos negocios, sin que eso parezca molestar a la mayoría de los vecinos, pues muchos lo ven como una oportunidad de hacer algo de dinero para volver a empezar en otra parte.

Mientras tanto, Miguel "Lil' Mayor" Martinez (Michael), un chico de secundaria, intenta atraer atención al problema para salvar la tienda de abarrotes de Tony (Joel "The Kid Mero" Martinez), y es testigo de cómo un vampiro mata a uno de los bravucones del vecindario. Una vez que convence a sus amigos Luis (Diaz IV) y Bobby (Jones III), los tres intentan reunir pruebas para que los adultos les crean lo que está sucediendo, pero ante la falta de resultados recurren a inspiración fílmica y a los conocimientos de mitología vampírica de Luis para equiparse y tratar de enfrentar a los vampiros por su cuenta.

La película está llena de guiños y referencias a la cultura pop en lo que se refiere a vampiros (la inmobiliaria se llama Murnau y usa la imagen de Vlad Tepes, Luis está leyendo Salem's Lot, hay un personaje llamado Polidori y los vampiros parecen construidos como una mezcla de los que hemos visto en Buffy the Vampire Slayer o Blade), lo cual ayuda a simplificar la construcción de su mundo al usar tantos elementos que resultan fáciles de identificar para buena parte de la audiencia.


En contrapartida a esa falta de innovación y originalidad, el guion hace un excelente trabajo al incorporar comentario social a la historia de forma poco sutil pero orgánica. La gentrificación se muestra como lo que es: un ejercicio de privilegio y supremacía blanca que se ve puntualizado por un par de alusiones a que los vampiros eligieron el Bronx porque es un lugar donde a nadie le importa que la gente desaparezca, y sus habitantes nada pueden hacer. Tony incluso empieza a ofrecer productos orgánicos que, de no ser por la plausibilidad de su existencia, serían ridículos.

Otro ejemplo de ese buen trabajo lo vemos en la subtrama de Bobby, cuyo padre se convirtió en delincuente y por ello perdió la vida, razón por la que su madre intenta mantenerlo alejado de malas influencias. Esto causa un conflicto interno en el chico, que se debate entre ayudar a sus amigos, lo que además complacería a su madre, o ceder a la presión de su entorno y enredarse en cuestiones ilícitas. Muy pronto queda claro que Henny (Jeremie Harris), el líder de la pandilla local, no necesita ser un ente sobrenatural para representar una amenaza para el alma del muchacho.

La brecha generacional también aparece retratada de forma clara y muy astuta. Los adultos están conscientes de que su barrio está en peligro, pero lo ven como algo natural, y algunos de sus parlamentos lo expresan con una claridad que parece ocultar un triste aire de derrota ante la aceptación de lo inevitable, con el consuelo de que al menos van a obtener algo de dinero a cambio de tener que abandonar sus hogares.


El trío de protagonistas hace un trabajo muy sólido, pero en cuestión de actuaciones, el elenco secundario de adultos se roba la película con sus breves pero puntuales apariciones en que ofrecen algunos de los mejores parlamentos, y lo dejan a uno deseando una trama más elaborada que permitiera apariciones extendidas de algunos de ellos, destacando en particular las madres de Miguel y Bobby, Rita (Coco Jones), una chica mayor que ellos y que es la única que les cree, o el cura, interpretado por Method Man. Sarah Gadon también hace una labor destacada como Vivian, la líder de los vampiros.

Rodriguez tiene amplia experiencia dirigiendo comedia, y es famoso por su labor en Saturday Night Live. Eso explica el excelente timing de algunos diálogos y la forma en que los actores los entregan. Los montajes de las escenas en que los muchachos se arman de ajo, crucifijos y estacas improvisadas son brillantes, y tal vez la única queja sea que al usar a los vampiros sólo como una metáfora se diluye su impacto y peso dramático, por lo que las secuencias de acción, aunque bien ejecutadas, son un tanto predecibles.

En resumen, aunque Vampires vs. The Bronx es poco original como película de vampiros, su ágil ritmo y construcción, personajes entrañables y chispazos de humor, la convierten en una agradable experiencia, elevada por contenido social que invita a la reflexión sin entorpecer la historia. Es una entretenida cinta que resulta una buena opción para la temporada de Halloween, sobre todo si son aficionados a los vampiros en la cultura pop y deseen pasar un buen rato con un poco de entretenimiento ligero.

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