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miércoles, 27 de octubre de 2010

Corona Capital 2010

El pasado sábado 16 acudí al Autódromo Rodríguez en compañía de mi hermano con la firme intención de saldar una deuda con mi juventud y por fin ver en vivo a una de mis bandas favoritas: Pixies. Tras echar un vistazo al cartel y los horarios, llegué a la conclusión de que no había nada que me hiciera querer pasar más de seis horas en el lugar, así que aunque mi hermano si tenía ganas de ver a algunos de los grupos que actuaban más temprano, fuimos a trabajar de manera normal y llegamos al Autódromo alrededor de las 18:30.


No tenía sentido intentar pescar algo de la presentación de Regina Spektor, así que buscamos un buen lugar para esperar a que aparecieran sobre el Escenario Echo and the Bunnymen. Mientras buscábamos nos encontramos con Paco Espinosa, gran y viejo amigo que iba acompañado de su novia Maya, y juntos nos aprestamos a escuchar a la veterana banda británica. Admito que nunca fui gran fan de ellos, mayormente porque nunca gozaron de mucha difusión y en épocas pre-internet no era fácil hallar música de bandas poco comerciales.

Sin embargo, las pocas canciones que conocía me gustaban mucho, y algunas de ellas fueron parte importante de mi adolescencia y juventud, por lo que me emocionaba un poco verlos en vivo. Su actuación fue bastante buena, demostrando que no hace falta llenar un escenario con pirotecnia o una fastuosa producción para ofrecer un buen concierto de rock, pues a un buen grupo le basta con su música, y la sobria presencia escénica de Ian McCulloch compensa muchas cosas. Destaco sobre todo el cierre de su presentación, cuando interpretaron los que quizás han sido los mayores éxitos en su ya larga carrera: Lips Like Sugar, y The Killing Moon.

Terminada su actuación nos apresuramos a movernos al otro escenario, donde se presentaría James. A medio camino empezó a sonar Sit Down, uno de sus éxitos, con el que abrieron una memorable presentación. El grupo quedó impresionado con el recibimiento que les dio el público el año pasado en el Lunario del Auditorio Nacional, y era su intención ofrecer el mejor concierto posible a una mayor audiencia, razón por la que en vez de promocionar el material de su más reciente álbum prepararon un setlist integrado por sus más grandes éxitos o por aquellas canciones que en su experiencia obtienen una mejor respuesta de la audiencia.

Es impresionante el carisma de esta banda, y el gozo por tocar sobre el escenario es palpable y hace que verlos en vivo sea una experiencia única. Siempre lo he dicho, cuando alguien se divierte haciendo su trabajo, es contagioso, y un concierto de rock no es la excepción. Tim Booth y compañía se entregaron totalmente y recibieron del público una respuesta acorde. Gran show que terminó con el grupo subiendo a algunos fans a bailar con ellos durante la interpretación de Laid.

Tras ver los problemas que tuvimos para hallar un buen lugar durante la presentación de James, lo discutimos brevemente y decidimos no movernos de ese escenario. El objetivo principal de estar ahí era ver tocar a los Pixies, y si eso significaba ver la presentación de Interpol a través de la pantalla gigante adyacente al escenario, eso era justo lo que íbamos a hacer. Curiosamente varios centenares más de personas pensaron lo mismo, y aún a pesar de que faltaba más de hora y media para que los Pixies hicieran su aparición, había un lleno absoluto frente al escenario.


De Interpol no hay mucho que comentar. Son una copia de Joy Division, si, lo sabemos, pero ahora puedo asegurar que son una copia muy buena. Me queda la impresión de que su setlist empezó muy fuerte y perdió fuerza cuando concentraron la parte final de su presentación a su más reciente material. Por lo que pude ver, el grupo muestra una sólida madurez sobre el escenario, y lo único que me pregunto es si algún día tendrán un arranque de honestidad consigo mismos y se atreverán a grabar o interpretar en vivo un par de covers de Joy Division. Creo que a estas alturas podrían hacerlo incluso mejor que New Order.

Finalmente llegó el momento. Se apagaron las luces y los acordes de Bone Machine saturaron el espacio para algarabía de miles de fans. Wave of Mutilation, Nimrod's Song, Here Comes Your Man, Debaser... los hits se sucedían uno a otro en una indescriptible descarga de adrenalina y energía. El grupo se veía feliz sobre el escenario, y aunque no hubo mucha interacción con la audiencia, se les notaba emocionados por la recepción que tuvieron. Kim Deal se dirigía constantemente en español al público y trataba de incitar a que sus compañeros también lo hicieran, pero sin mucho éxito.


Durante más de hora y media la banda tocó un setlist que incluía en su totalidad el álbum Dolittle, cuyo vigésimo aniversario fue el pretexto para esta gira, y la mayoría de sus canciones más populares de otros álbumes. El concierto y el festival cerraron con un breve encore en el que interpretaron Where is my Mind y Gigantic, dando por terminada una celebración de la que seguro se seguirá comentando por algún tiempo. Los Pixies son un grupo que marcó a una generación, y ésta tuvo por fin la oportunidad de comulgar con ellos en un ritual lleno de música y energía que dejó satisfechos a todos.

Se anuncia que el Festival volverá a realizarse en esta ciudad el próximo año, pero debo admitir que a estas alturas no creo aguantar un festival completo. Supongo que habrá que ver que bandas integran el cartel y decidir si acudimos aunque sea solo a una parte. En fin, fue una gran noche y eso es lo más importante.


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