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miércoles, 26 de mayo de 2010

Reseña: Moon (Luna: 1095 Días)

Moon es el largometraje debut de Duncan Jones, un exitoso director de comerciales en el Reino Unido, y se trata de una excelente película de ciencia ficción de bajo presupuesto. Se estrenó el año pasado en diferentes partes del mundo, pero en México sólo tuvo un fugaz paso por algunas salas como parte de la Muestra Internacional de Cine.

Aunque me había resignado a verla cuando saliera en DVD, pude verla en el cine gracias a que fue incluida dentro de la programación del 30 Foro de la Cineteca, que incluye varios complejos comerciales, y por fortuna el que visito regularmente fue uno de ellos.


Moon (Luna: 1095 Días) cuenta la historia de Sam Bell (Sam Rockwell), un empleado de la corporación Lunar Industries que cumple los últimos días de su contrato de tres años como único tripulante de la estación lunar Sarang. La acción sucede en el futuro cercano, y Lunar Industries es una de las empresas más lucrativas del mundo gracias a que atendió uno de los principales problemas de la sociedad contemporánea al hallar una forma de producir energía limpia y barata: Helio 3, un isótopo que permite almacenar grandes cantidades de energía solar en piedras de la superficie lunar.


El trabajo de Sam consiste en supervisar el funcionamiento de la maquinaria, casi completamente automatizada, y revisar que el Helio 3 sea lanzado de forma correcta en dirección a la Tierra. Sam está física y mentalmente agotado, lo que es comprensible tras tres años de soledad en un entorno de gravedad artificial. 

Su única compañía es Gerty (Kevin Spacey), una inteligencia artificial instalada en un brazo robot que se desplaza por la estación a través de un riel en el techo, encargada del funcionamiento de las instalaciones de la base y la maquinaria en su exterior.

Una avería en un satélite de comunicaciones le impide hablar en tiempo real con la Tierra, así que se limita a intercambiar mensajes grabados tanto con la empresa como con su esposa e hija. Faltando solo unos días para que se cumpla su contrato, la salud de Sam se deteriora rápidamente, y una distracción lo lleva a estrellar un rover contra una de las máquinas extractoras mientras realizaba una maniobra de rutina.

Sam despierta en la enfermería de la estación, donde Gerty le informa que sufrió un accidente y tendrá que pasar algunos días en observación. Sin embargo, algo en el comportamiento de Gerty hace sentir intranquilo a Sam, sobre todo cuando le informa que por unos días no se le permitirá abandonar la estación, pues se espera que en un par de días alunice un equipo de mantenimiento para revisar la excavadora atascada. 


Sam maquina un plan para salir a echar un vistazo, pues no deja de preguntarse qué puede haber afuera que sea tan importante evitar que vea. Una vez que descubra lo que Gerty y Lunar Industries trataban de ocultarle, su vida jamás volverá a ser la misma.

La ambientación de la película resulta reminiscente de las películas de ciencia ficción "dura" producidas en los 1970 y principios de los 80, como Solaris, Silent Running (Naves Misteriosas), Outland, y 2001: A Space Oddissey (2001: Odisea del Espacio), tanto en el diseño de la estación lunar como de los vehículos utilizados. Aún cuando el efecto parece ser ligeramente retro, el resultado es una sensación de realismo, de una tecnología que, si no está disponible todavía, es alcanzable a corto plazo.


Temáticamente hablando, la película me recordó algunas de las historias cortas de Philip K. Dick, en las cuales se cuestiona la naturaleza del ser humano, su papel en el mundo y el inmenso poder que pueden llegar a alcanzar las corporaciones, minimizando e ignorando el valor del individuo.

Moon es una de las mejores películas de ciencia ficción que he visto en mucho tiempo, y su aparición el año pasado junto a District 9 me hace albergar la esperanza de que el género tenga un resurgimiento en cine, sobre todo tomando en cuenta que se trata de producciones muy baratas (especialmente Moon, que costó alrededor de 5 millones de dólares), aún a pesar de que el género suele ser asociado con costosos efectos especiales.



Interesantísimo debut como director de Jones, quien a pesar de contar con un extenso currículo dirigiendo comerciales para televisión, seguía siendo mayormente conocido por ser el hijo de David Bowie, pero quien con esta película demuestra que el talento en la familia va más allá de su padre y puede extenderse a algo más que la música. Altamente recomendada.

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