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viernes, 23 de enero de 2009

Algunas reflexiones sobre piratería y propiedad intelectual

Hace un par de semanas, Ana publicó en su blog un texto en el que hablaba sobre su postura ante la piratería, al menos en lo concerniente a películas. Eso me recordó que hace varios meses yo tenía intención de publicar un post sobre el mismo tema, pero nunca me hice el tiempo para hacerlo.

Si hablamos sólo de DVD, tengo una colección de más de ochocientas películas y series de TV, todas ellas originales. Bueno, en realidad todas menos una. Las razones por las que prefiero comprar películas originales en vez de "piratas" son varias y podría dedicarles muchas líneas pero trataré de ser breve.


Me gusta mucho el cine y por ello me parece correcto cumplir con mi parte para que los responsables de crear y distribuir películas puedan seguir haciéndolo. Mucha gente no lo sabe, pero el presupuesto de una película se reparte entre los costos de producción (sueldos, utilería, equipo, renta de estudios y locaciones, post-producción, etc.) y la distribución de la misma (copias de la película, diseño e impresión de los pósters y material promocional, renta de espacios en medios impresos y electrónicos, etc.) y para cubrir esos costos es necesario que la recaudación en taquilla sea el doble del presupuesto invertido. La razón es que alrededor del 45 o 50% de la taquilla va a los distribuidores y cadenas de cines.

Por ejemplo, Fight Club, una de mis películas favoritas, tuvo un presupuesto estimado de 63 millones de dólares. La recaudación en taquilla en los Estados Unidos fue de sólo 37 millones, y en el resto del mundo 71 (fuente: IMDB) que arrojan un total de 110 millones de dólares.

Esto quiere decir que Fox 2000 Pictures, Regency Entertainment y Taurus Films enfrentaban un déficit de unos diez millones de dólares antes de que la película saliera a la venta en DVD.

Si la película no se hubiese convertido en un fenómeno de culto con altas ventas y rentas en DVD, es muy probable que los estudios involucrados no hubiesen vuelto a arriesgar su inversión en otro proyecto de David Fincher, obligando al talentoso realizador a aceptar proyectos por encargo o a volver a sus raíces como director de comerciales y videos musicales, con lo que nos hubiésemos perdido de películas como Panic Room, Zodiac, o The Curious Case of Benjamin Button.

Por otro lado, el costo de las películas originales no es tan alto como hace unos años. Basta con dejar pasar unas semanas después de la salida de una película para encontrarla a precios muy accesibles. Además, ahora existe un mercado de segunda mano, con comerciantes que compran o aceptan a cambio películas usadas, las pulen y re-empaquetan para revender a precios que representan apenas una parte de su valor original, pudiendo incluso encontrar películas con precios de 30 pesos o menos.

En cuanto a las películas que se consiguen al mismo tiempo (o incluso antes) de su exhibición en cartelera, no me interesan en lo más mínimo. Primero, porque cuando tengo ganas de ver una película me gusta hacerlo de la forma en que fue hecha para verse, en pantalla grande. Si no tengo tantas ganas de verla y puedo esperar para verla en casa, también puedo esperar hasta que aparezca en DVD o sea transmitida por tv.

Respecto al costo del boleto, la verdad es que no lo encuentro excesivo o inaccesible. Obviamente hay bolsillos para los que una (o dos o tres o cuatro) entradas al cine representa un duro impacto, pero siempre se podrán hallar alternativas que permitan la posibilidad de disfrutar una película sin necesidad de recurrir a la piratería.

Claro que no siempre es posible encontrar una película en cartelera o en el mercado de DVD nacional, y en esos casos aplico una excepción. Si no tengo otro modo de conseguir una película que deseo ver, no me queda más que dirigirme a algún sitio de torrents para buscarla. Algunos ejemplos de esto son películas que no se estrenaron en México y que aún no han aparecido en DVD, muchas de las cuales nunca llegan a hacerlo. En esos casos admito que he descargado películas para poder verlas (casos recientes: Brick y Suriyaki Western Django), y como no me gusta verlas en el monitor de mi computadora las respaldo en un DVD para ver en mi reproductor. Cuando se da el caso de que la película en cuestión salga a la venta. La compro y regalo la copia apócrifa.


La única otra excepción que he llegado a aplicar es cuando la película se consigue pero sólo a precios ridículos. Los Siete Samurai es una joya de la cinematografía mundial y probablemente una de las mejores películas jamás filmadas, pero no me parece razonable pagar los más de 800 pesos que valía la edición Criterion, la única disponible en nuestro país hasta hace unos años. Esa sí la había comprado pirata, pero en cuanto apareció la edición nacional de Zima Entertainment a un precio razonable, compré la original y regale la otra. Me parece que es una simple cuestión de principios dentro de estándares racionales.

En cuanto a la música, creo que existen muchas diferencias en la forma de funcionar de esa industria y la cinematográfica, razón por la que mi posturas difiere también en varios puntos. Pero eso lo dejaré para un texto posterior.

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