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martes, 9 de septiembre de 2008

The Dark Knight

Hay ocasiones en que no es bueno revisitar demasiadas veces algo que se disfruta. Existen muchas series de tv, animadas y actuadas, de las que tenía muy buenos recuerdos, pero que al redescubrirlas años más tarde es necesario enfrentar la realidad de que esos recuerdos de la infancia o adolescencia son versiones idealizadas de lo que en verdad eran esas series.

En el cine también me ha pasado pero de forma diferente. Cuando una película me gusta y tengo la posibilidad de verla más de una vez en el cine, lo hago, enfrentando a veces el desagradable sabor de boca que puede dejar en algunos casos la segunda exposición a la obra.

Casi siempre que una película me ha gustado la primera vez y la segunda ya no, se trata de cintas que emocionalmente representaban algo para mí o para el fanboy en mí y el sólo hecho de verlas era causa de gusto: Star Wars: Episode I, Daredevil o V for Vendetta son algunos ejemplos. El más reciente es The Dark Knight.


Quiero aclarar que aún cuando la segunda vista resultó decepcionante no me parece que sea una mala película. La razón de expresar tan abierto desencanto con la película es que tampoco me parece que sea tan buena como pensé la primera vez. Pueden leer la reseña que escribí para Comicverso el día después del estreno y ahí encontrarán toda la emoción del fanboy encantado de haber visto la que era la película más esperada del año.

Si para ustedes el cine es solo entretenimiento escapista y no les preocupa nada de lo que conlleva en términos de proceso creativo, congruencia narrativa, expresión artística o medio de comunicación masiva con responsabilidad social, tal vez lo mejor sea que se queden con esa impresión y hagan caso omiso del resto de este texto, el cual, además, incluye SPOILERS.


En los días que siguieron a su estreno no tuve ocasión de comentar la película con nadie, pues la vi con mi hermano y las conversaciones donde uno de los lados utiliza mayormente monosílabos suelen resultar bastante aburridas y estériles. Poco a poco me fui topando con comentarios sueltos de gente que no le había gustado pero sin específicos, lo que me llevó a meditar sobre que podría haber molestado a algunos espectadores al grado de afirmar que era un timo de película y de lo peor que habían visto en el año.

Con la cabeza más fría al correr de las semanas llegué a la conclusión de que debía ser el final. Siempre he sido de la idea de que el final de una historia puede ser su salvación o su condenación definitiva, y el final de The Dark Knight dista de ser lo conciso y fuerte que debiera.

Satisfecho al haber resuelto el enigma, decidí apartarla de mi mente y pasar a lo siguiente. No había comentado nada en este espacio porque me parecía que mi reseña original estaba bien y en todo caso solo requería una enmienda para comentar a fondo algunos problemas y el final. Tal vez lo haría después. 

Sin embargo, hace un par de semanas se me presentó la oportunidad de verla nuevamente y me pareció que sería la forma ideal de prepararme para enmendar el veredicto de mi reseña original. Craso error o violenta revelación. La película tiene un gran problema casi desde el primer momento: los personajes. Aparentemente Nolan daba por sentado que ya no había nada que decir o agregar sobre los personajes de Batman, Jim Gordon y Alfred, así que omite cualquier intento de caracterización adicional.

Gordon y Batman se convierten por momentos en cartones de personalidad maleable utilizados para enmarcar al personaje de Harvey Dent sin respetar las características de cada personaje. Gordon aparece mucho más afable y bonachón de lo que debería ser un policía con el peso y la responsabilidad de enfrentar al crimen organizado. Batman se ha vuelto tan sociable que resulta incluso parlanchín, dejando atrás toda su sociopatía y hermetismo.

La aparición del Joker es una bocanada de aire fresco para la película luego de una insulsa e inocua aparición del Scarecrow, principalmente por la fascinante caracterización que Heath Ledger hace del personaje. La parte intermedia de la película funciona adecuadamente, planteando bien la situación y el conflicto que llevarán al enfrentamiento final entre Batman y el Joker.

Y es entonces que se pierde el rumbo. En su afán de retratar la impredictibilidad del Joker y su papel en sembrar el caos en la ciudad, Nolan hace que la historia salte de un lado a otro con marcados cambios de ritmo y dirección que no siempre están justificados. Incluso en un par de ocasiones me atrevería a decir que son innecesarios.

La última media hora de la película se convierte en una batalla contra el tiempo tratando de atar cabos sueltos y dar una dirección definitiva a la historia, pero es demasiado tarde. La principal víctima de ese mal manejo argumental es el Joker. Heath Ledger consigue que el personaje resulte enigmático e impredecible, rodeado siempre de un aura de peligro al acecho, tal y como debiera ser.

Pero los cambios de tono y la necesidad de acelerar las cosas hacía el final de la película obligan a que las acciones del personaje se vuelvan inconsecuentes. Su plan para que los ciudadanos de Gotham y los presos de la penitenciaría se aniquilen unos a otros es interesante hasta que nos damos cuenta de que no va a pasar nada. Si el Joker en verdad fuese impredecible y no siguiera reglas, hubiese intentado volar ambos ferries al cumplirse la hora señalada.

El mismo Batman sufre de una importante transformación, pues de pronto nos enteramos de que lo único que quiere es poder dejar de ser un vigilante y retirarse a formar una familia con Rachel, sin que parezca importar el pequeño detalle de que ésta se encuentra comprometida con el nuevo fiscal de distrito. Si creía que un Batman parlanchín era malo, no es nada comparado con un Batman quejumbroso y al borde de lloriquear en presencia de su mentor/mayordomo.

Michael Caine es tal vez el único integrante del elenco que consigue salir con su dignidad intacta, pues la flemática personalidad de Alfred le permite lidiar con el caos a su alrededor prácticamente sin inmutarse. Su personaje incluso cobra mayor fuerza por ser el encargado de reubicar a su atormentado y depresivo amo.

Podría seguir quejándome de la película, pero supongo que no tiene caso. Llegó un momento durante la proyección que incluso ya estaba yo a la espera de la siguiente inconsistencia o falla narrativa, por lo que conscientemente tuve que hacer un esfuerzo para evitar estar a la caza de algo más que criticar. Ya no hablaré del enorme desperdicio de material que representó deshacerse de Harvey Dent en menos tiempo del que tardaron en construir un esbozo del personaje, ni tampoco de la tristeza de saber que Heath Ledger ya no podrá llevar al Joker al grado de locura que él podía entender e interpretar aún cuando el guión y la dirección no se lo permitieron. 

Tampoco hablaré de la fuerte carga política e ideológica que hay detrás de la historia porque la encuentro más deprimente que molesta. A fin de cuentas solo puedo decir que The Dark Knight es una espectacular película de verano que puede resultar un satisfactorio entretenimiento escapista, pero que lamentablemente está construida sobre un débil y mal sustentado armazón. Lo que resulta triste es que no se debió a una falta de material y/o recursos, sino a un mal trabajo de mano de obra. Una lástima.

En mi reseña de Comicverso le di una calificación de 8.5 de 10 posibles y ahora creo que apenas le daría un 7, pero insisto, se trata del resultado de echarle un vistazo a la estructura de la película, lo cual no debiera ser factor para impedir que ésta entretenga a la gran mayoría del público.

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