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lunes, 26 de marzo de 2007

PPC: Cómics en el cine

De un tiempo a la fecha existe la percepción generalizada de que en Hollywood se les acabaron las ideas. Esto debido a la creciente tendencia a importar historias y propiedades de otros medios de entretenimiento. Pero eso no es algo nuevo. Desde que el cine se estableció como parte de la cultura popular y empezó a desarrollarse como una industria dedicada al entretenimiento, hubo necesidad de conseguir historias, y desde entonces se ha trabajado con dos clases de guiones: originales, y adaptados.

Un guion original es el escrito específicamente para ser una película. El guionista crea su historia pensando en que ésta será filmada. En cambio, el guion adaptado es el que toma una idea de otro medio y la adapta a las necesidades del cine. Desde el inicio del cine como industria la literatura ha sido la fuente predilecta para obtener historias que adaptar. No es extraño encontrar entre los créditos de una película "basado en la novela de".


Pero en los últimos años Hollywood diversificó el origen de sus adaptaciones. Series de televisión, videojuegos y cómics (o novelas gráficas, si prefieren) se han convertido en importantes proveedores de conceptos e historias para una industria aparentemente sumida en la autocomplacencia. Y aquí lo que nos interesa son los cómics, así que... ¿qué tan importante es para el cómic como medio la exposición que Hollywood provee?

La respuesta más obvia parece implícita en la pregunta: exposición. Uno esperaría que sólo tener un título de cómics en miles de salas de proyección alrededor del mundo sería positivo, sino para el medio en general, al menos para el título en cuestión y su editorial, ¿cierto? No lo creo. Si la percepción del... eh... mundo exterior acerca de los cómics realmente se viese influenciada por la presencia de estos en medios de mayor penetración, la industria debería estar creciendo y las ventas a la alza, y hasta donde sé, no se ha dado ninguna de las dos situaciones.

Las editoriales de cómic publican especiales de toda clase: precuelas a la historia que aparecerá en la película, historias complementarias de algunos de los personajes, y la obligatoria adaptación de la película. Esta última me divierte un poco, pues si lo piensan un poco, se trata de una adaptación de la adaptación, lo que resulta en una especie de "teléfono descompuesto" donde cada vez que el mensaje es transmitido su contenido resulta alterado o modificado, algunas veces de una forma muy sutil y en otras ocasiones no tanto.

El punto es que la existencia de una película, sin importar si es un éxito o no, no tiene un impacto real en las ventas del cómic en que se inspiró. Existe un impacto económico, pero en el merchandise, no en los cómics. Cada vez es más fácil conseguir una playera, gorra, sábana, toalla, vaso o figura de acción de tu personaje favorito, gracias a que algunos de los millones de personas que vieron la película se convierten en un jugoso mercado potencial para los dueños de dicho personaje. Eso significa que es fácil encontrar gente que colecciona juguetes y artículos de, por ejemplo, Spider-Man, pero nunca ha leído un solo cómic, ya sea de Spider-Man o de cualquier otro título.

La verdad, la idea de que una película basada en cómic pudiera generar interés por el medio entre una audiencia que no está familiarizada con él me parece un tanto idealista y romántica, pero irremediablemente cargada de ingenuidad. Si una película tuviese el poder de empujar a millones de personas alrededor del mundo a cambiar sus hábitos de consumo en cuestión de entretenimiento, para estas alturas la industria editorial sería algo realmente portentoso, ¿no creen?

Aquí me gustaría señalar otro hecho curioso sobre la interrelación en los medios. ¿Han notado que se publican novelizaciones de películas que originalmente no eran una novela? También hay adaptaciones a cómic de películas que no están basadas en propiedades del medio, así que eso no es tan extraño. Pero quería destacar que no existen novelizaciones de películas basadas en una novela, lo que me parece un duro comentario sobre la diferencia entre la autoestima que tiene la industria editorial tradicional en contraposición y la del cómic.

Seguramente habrá quien argumente que las estadísticas demuestran que sí hay un incremento en las ventas de un cómic cuando aparece una película basada en el mismo. Y no lo dudo. Pero cuestiono que tan grande es el incremento y si es que el nivel de ventas se mantiene al pasar de los meses. Me atrevería a apostar que no es así. No me extrañaría que haya gente que después de ver una película sienta curiosidad por saber como son esos curiosos panfletos donde se publican las aventuras mensuales del héroe de la película, pero no creo que sean muchos.


Me parece mucho más realista asumir que esos picos a la alza en ventas se deben a gente que en su infancia o adolescencia leía cómics y la aparición de la película les despierte una cierta nostalgia y los lleve a echar un vistazo al estado actual del medio. Lo que también explicaría su corta estancia de regreso en el fandom. Y no descartemos que las ventas suban por lectores de otros cómics que decidan ver qué tiene de especial ese título que se convirtió en película.

En fin. El tema da para mucho, pero es más fácil concentrarse en los aspectos negativos del mismo y no quiero ser el quejumbroso amargado al que nada le parece. Este año ya vimos en pantalla grande a Ghost Rider y la adaptación de 300. Nos faltan Las Tortugas Ninja, Spider-Man 3, Fantastic Four 2, Stardust, y quizá alguna otra que se me esté pasando.

Mi recomendación es que traten de disfrutar la película sin preocuparse por su fidelidad al material de origen, por las implicaciones que pudiera tener para el futuro del cómic, o por cualquier otra cosa. Son medios diferentes, por lo que lo ideal es valorarlos por separado y de forma diferente.

A fin de cuentas, si al mundo no le importa lo que pase en los cómics, a la gente del medio, seamos creativos, fans o vendedores, no debiera importarnos lo que piense el resto del mundo de nuestro pequeño universo.



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