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viernes, 2 de marzo de 2007

Blood Diamond (Diamante de Sangre)

Edward Zwick es un director un tanto inusual en estos tiempos. Su selección de historias para llevar a la pantalla grande pone en evidencia la enorme devoción que siente por las superproducciones de Hollywood de los años 50. Desde Glory, que contaba la historia de un batallón de soldados de color durante la guerra civil estadounidense (y que además lanzó la carrera de Denzel Washington), hasta The Last Samurai, pasando por Legends of the Fall y Courage Under Fire, Zwick ha mostrado que tiene una romántica idea de lo que debe ser una película épica. Yo diría que excesivamente romántica.

Glory le dio reconocimiento más por el tema que por el resultado, pero le permitió realizar Legends of the Fall, que tenía todo lo que le gusta: una historia generacional de una familia, con paisajes espectaculares y un trágico triángulo amoroso. Pero se perdió en el aspecto visual y su película se siente eterna. Volvió al cine bélico basado en hechos reales con Courage Under Fire, y una vez más le fue bien. The Last Samurai estuvo cerca de ser una gran película, pero Tom Cruise como protagonista y la decepcionante forma de llevar el filme hasta una conclusión a medio gas lo evitaron, aunque al menos sirvió como presentación de Ken Watanabe.

Y así llegamos a Blood Diamond, con la que me parece integrar las dos vertientes mostradas en sus anteriores trabajos. Hay una guerra tomada de la vida real, mucho drama y temas humanos, y suficiente del tinte épico de grandeza que tanto había perseguido. Y funciona. No porque se trate de una gran película (que pudo haberlo sido) o porque transmita con éxito el mensaje que pretendía (que sólo lo logra a medias), sino porque consigue balancear los elementos del filme lo suficiente como para que cada quien vea lo que quiere ver.


Otro elemento importante para que la película funcione, es el elenco. Leonardo DiCaprio ha demostrado que sus mejores trabajos se dan cuando se sale del molde de niño bonito o galán de melodrama romántico. Entre su sobresaliente trabajo en The Departed y la extraordinaria actuación que le diera una nominación al Oscar por esta película ha marcado algo que puede ser un parteaguas en su carrera.

DiCaprio interpreta a Danny Archer, mercenario y contrabandista sin escrúpulos que comercia diamantes ilegales desde los países vecinos a Sierra Leona. DiCaprio comparte cartel con Jennifer Connelly (quien puede hacerme ir a ver una película sin importar nada más) y Djimon Hounsou.

Connelly interpreta a Maddy Bowen, una periodista en busca de una historia que le permita exponer el sucio negocio que representa la venta de diamantes "de sangre" en los países desarrollados. Se conoce como "diamantes de sangre" a aquellas gemas que son obtenidas en las minas ubicadas en la zona de conflicto de Sierra Leona, donde múltiples facciones paramilitares o dependencias del gobierno abusan de los habitantes, ya sea al exiliarlos, matarlos o simplemente convertirlos en esclavos para trabajar en las minas, y todo con el único objetivo de hacerse con el control total de los yacimientos de diamantes en la región.

Hounsou da vida a Solomon Vandy, una de las víctimas de ese juego de avaricia y poder. Su familia es separada y se mantiene en huida constante mientras él es obligado a trabajar extrayendo diamantes de un río. Antes de un operativo militar, Solomon entierra un diamante de gran tamaño, el cual se convertirá en el objeto de la avaricia de Archer, quien promete ayudarlo a recuperar a su familia si le entrega la piedra.

A lo largo de la cinta el personaje de DiCaprio es el que lleva el mayor desarrollo. Confrontado por Maddy a causa de su falta de ética y principios, Archer parece ir poco a poco desarrollando una conciencia mientras la cinta se acerca a su conclusión. Y el mérito es enteramente de DiCaprio, pues el guión no es tan firme o sólido como para pensar que cualquier otro actor hubiese podido hacerlo de manera convincente.



Maddy es casi un cliché con su idealismo cuasi-utópico de un mundo mejor a base de mejores seres humanos, pero la interpretación de Jennifer Connelly es impecable. Además, ¿cómo podría alguien decir que no a esos profundos ojos verdes? Blood Diamond puede no ser la mejor película de Zwick, pero sin duda resulta una de las más satisfactorias.

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