King Kong

Peter Jackson es un director apasionado por su trabajo, y una de las películas que ayudaron a alimentar esa pasión y el deseo de convertirse en director de cine fue King Kong (1933).

Tras dirigir el proyecto más importante de su carrera y uno de los más ambiciosos en la historia del cine, la trilogía de The Lord of the Rings, Jackson decidió que era momento de cumplir uno de sus más grandes anhelos: dirigir una nueva versión de King Kong. Existe una versión producida en 1976 pero poco tiene que ver con la original en historia o tono, y Jackson tenía intención de hacer una versión lo más fiel posible a la original.

El resultado es una de las películas más espectaculares de los últimos tiempos, a la vez que es una maravillosa reinterpretación que además rinde un sentido homenaje a uno de los grandes clásicos del cine occidental.

El elenco de la película, encabezado por Naomi Watts, Adrien Brody y Jack Black trabaja a la perfección bajo las órdenes de un director que parece atravesar por el mejor momento de su carrera para recrear una de las historias más populares de la historia de Hollywood. El resultado es espectacular.

La cinta tiene una duración de tres horas y siete minutos, lo que se ha convertido en una de las características más criticadas a la película. Y si, hay al menos dos escenas que resultan más largas de lo necesario -incluso una de ellas tal vez está enteramente de más-, pero ninguna de ellas resulta tan intrusiva como para afectar el desarrollo de la película.

Si bien es cierto que hay momentos en que la cinta demanda del expectador un salto de fé (o suspension of disbelief) la película resulta en entretenimiento escapista con mucho corazón donde el amor de Jackson por el material de origen es evidente en cada secuencia.

Quizá lo único que se le puede criticar, si acaso, es que se toma su tiempo para desarrollar a varios personajes secundarios, lo que me parece es algo que falta en muchas películas recientes. Tal vez uno de los mayores logros de Jackson es que cambia la percepción general sobre de qué trata King Kong, pues después de su versión a nadie le puede quedar duda de que es una historia de amor.

Mención aparte merece el trabajo de Andy Serkis, que fue el actor a cargo de dar vida al Kong más "humano" que hayamos visto jamás, y sin sacrificar por ello el aspecto salvaje de la bestia. Los efectos especiales, mezcla de tecnología de punta y técnicas tradicionales, ayudan a que la más reciente aventura de Jackson sea una de las experiencias cinematográficas más disfrutables de los últimos años. Sin duda una de las mejores cintas del año.