miércoles, 10 de febrero de 2010

El iPad y la libertad de elegir (o no)

Hace un par de días un amigo me preguntó porque no le había dedicado siquiera una entrada al más reciente producto de la familia Apple, el iPad. Y la verdad es que la única razón que tengo para ni siquiera haberlo mencionado es que no me pareció nada del otro mundo, sobre todo luego de las especulaciones y rumores que inundaban la red durante las semanas previas a su presentación. A fin de cuentas es como un iPhone gigante, y sin teléfono.

Aparentemente la idea de Apple es que el iPad sea una alternativa a las netbooks, pero si ese es el caso me parece que se queda corto. Con una capacidad de memoria que va de 16 a 64 GB y sin puertos USB o ranuras para memoria (aunque se podrán comprar adaptadores por separado) creo que termina teniendo más limitantes que ventajas. Se hablaba de que se convertiría en un rival inmediato para el Kindle, el lector de e-books de Amazon, y rápidamente se anunció una serie de convenios con algunas editoriales. Sin embargo, resulta ser que el aparatejo no soporta multitasking, lo que quiere decir que uno no puede escuchar música mientras lee un libro o revisa algún sitio web.

Si añadimos a ello el hecho de que no soporta Flash, automáticamente resulta inútil tratándose de algunos de los servicios más populares de la web, como pueden ser YouTube y otros sitios similares de video, o sitios de juegos. Por otra parte está el problema adicional de las acostumbradas restricciones que Apple aplica con todos sus productos, anulando la capacidad del usuario de decidir que aplicaciones quiere usar y como las quiere usar. Por esa razón, entre otras, nunca me interesó tener un iPod, jamás me sentí atraído por el iPhone, y ahora me siento completamente indiferente al iPad. Y eso sin mencionar el precio de estos productos.

Por mi trabajo pasó todo el día al alcance de una computadora, lo que resta atractivo a una netbook, y no tengo necesidad de manejar información desde mi teléfono, así que muy probablemente me encuentre fuera del mercado al que apuntan estos productos. En cuanto a los teléfonos inteligentes, creo que si encuentro uno con una plataforma abierta y que me permita instalar o desinstalar aplicaciones de acuerdo a mis gustos y necesidades podría hallarle más de un uso. Supongo que si en algún momento adquiero un teléfono de última generación será uno con Android, muy probablemente un Nexus One o alguno de sus futuros parientes. Pero eso ya será algo a pensar en su momento.

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