miércoles, 19 de diciembre de 2007

Lo que quiero para Navidad

A menos de una semana para Navidad, me parece que debiéramos tener un poco más de contenido temático al respecto. El problema es que las implicaciones religiosas y comerciales de esta festividad tienen poco o nada que ver con mi forma de pensar, y se vuelve un tanto complicado hallar material para compartir en este espacio.

Por fortuna, ayer mientras navegaba algunos de mis sitios favoritos, me encontré en Cynical-C con un texto del famoso orador y librepensador estadounidense Robert G. Ingersoll (1833-1899) que lleva por título What I Want for Christmas (Lo Que Quiero para Navidad), y me gustó bastante, así que me tomé la libertad de traducirlo para compartirlo con ustedes.

Pueden leer el original en inglés en esta entrada del mencionado blog.

Si tuviera el poder para producir justo lo que quiero para esta próxima navidad, haría que todos los reyes y emperadores renunciaran y permitieran a la gente gobernarse a si misma. Haría que todos los nobles desecharan sus títulos y regresaran las tierras al pueblo.
Haría que el Papa tirase su tiara, se quitase las sagradas vestimentas, y admitiera que no actúa en nombre de Dios (no es infalible), sino que es un italiano ordinario. Haría que todos los cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes y clérigos admitieran que no saben nada de teología, nada sobre el cielo o el infierno, nada sobre el destino de la especie humana, nada sobre demonios o fantasmas, dioses o ángeles.
Haría que le dijeran a sus "rebaños" que deben pensar por si mismos, que tienen que ser hombres y mujeres de verdad, y que los enviaran a hacer todo lo que esté en su poder para incrementar la suma de la felicidad humana.
Haría que todos los profesores en los colegios, todos los maestros en escuelas de cualquier tipo, incluso las seculares, prometieran enseñar sólo lo que saben, sin tratar de pasar suposiciones como verdades comprobadas.
Me gustaría ver a todos los políticos convertidos en estadistas, hombres que desean hacer a su país grande y libre, hombres más preocupados por el bien común que por la ganancia personal, hombres que anhelan ser útiles.
Me gustaría ver a todos los editores de periódicos y revistas comprometerse a publicar la verdad y sólo la verdad, a evitar toda clase de calumnia y tergiversación, y a dejar en paz los asuntos personales de la gente.
Me gustaría ver abolidas tanto la ebriedad como la prohibición. Me gustaría que los castigos corporales desaparecieran de cada casa, cada escuela, cada asilo, reformatorio o prisión. La crueldad endurece y degrada, la amabilidad reforma y ennoblece.
Me gustaría ver a los funcionarios unirse y crear un fondo para el beneficio público. Me gustaría ver una justa división de ganancias entre capital y trabajo, a modo de que el trabajador pudiese ahorrar lo suficiente para poner un poco de junio en el diciembre de su vida.
Me gustaría ver establecida una corte internacional en la que se resolviesen las disputas entre naciones, permitiendo que los ejércitos se desbandaran y las armadas fuesen abandonadas para oxidarse y pudrirse en perfecta paz.
Me gustaría ver libre al mundo entero, libre de injusticias, libre de supersticiones.
Eso sería suficiente para está próxima Navidad. La siguiente Navidad, tal vez desee más.
Robert Green Ingersoll, "What I Want For Christmas", (1897)

Nada mal y bastante actual para tratarse de un texto con más de cien años de antigüedad, ¿no les parece?

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