lunes, 16 de junio de 2003

Imitador (Cuento)

Hace unos días, mientras checaba mi mail, encontré una convocatoria un tanto inusual. Se trataba de un concurso de microcuentos (máximo 200 palabras) express. Es decir, el tiempo para terminar el cuento era de unas 48 a 72 horas y solo podría enviarse durante un lapso de 24 horas. Una de las mas grandes molestias de contraer gripe es la facilidad con que se irritan los ojos, lo cual no me permitió escribir tanto ni tan rápido como hubiera deseado.

Si a esto le sumamos un tonto error de mi parte, nos encontramos con que no pude enviar mi cuento al mencionado concurso. Como ya tenía un borrador, lo extendí un poco para hacerlo mas claro, y aquí lo tienen.

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Imitador

Estoy harto, no aguanto más.

Todos los días, sin falta, a primera hora de la mañana, lo primero que veo al despertar es su cara. Con esa mirada difusa propia de quien aún no termina de despertar, pero desafiante, como si con la sola mirada quisiera decirme que es mejor que yo. Idiota.

Siempre haciéndose el chistoso, repitiendo todos y cada uno de mis movimientos sin decir palabra, como los mimos en el parque. Me saca de mis casillas. Cuando intento confrontarlo, me mira fijamente y su única respuesta es repetir todos y cada uno de mis gestos. Sin decir palabra. Lo que me enfurece. ¿Porque carajos no me contesta?

La semana pasada no pude contenerme y luego de otra "discusión", le solté un puñetazo. Lo único que conseguí fue que esa mirada que he llegado a odiar se multiplicara y me observase desde un rostro desfigurado. Eso me dio un día de descanso. Pero volvió.

He hecho lo posible por ignorarlo pero no puedo. Sé que no voy a lograr nada golpeándolo, pero anoche, mientras veía una película se me ocurrió una idea. Je. El pobre bastardo no sabe lo que se le espera.

Al llegar a casa prendo todas las luces y actúo normal. Camino hacia él y lo encaro. Sonríe estúpidamente, como si supiera algo que yo no. Sacó lo que compré hoy y se lo muestro. Una .38 especial. Debió pertenecer a algún policía.

Y ahora entiendo su sonrisa. Tiene una igual.

No me importa. Levanto la mía y apunto a su cabeza. El hace lo mismo hacia mí. Me recuerda una de esas escenas en las películas donde todos se apuntan unos a otros. Recuerdo la película de la otra noche y bajo mi arma. Me imita. Parece no poder evitarlo, así que prosigo con mi plan.

Me coloco el arma en la sien derecha. El pone la suya en su sien izquierda. ¡Pero no quita su estúpida sonrisa!

Como sea, después de esto no creo que pueda volver a reírse de nadie.

BLAM.

JAC

"¿Como conocerte a ti mismo si nunca te has baleado?"

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